A más de 3 años del terremoto, sus secuelas persisten. No podría ser de otro modo dada la envergadura del fenómeno telúrico. Luego de un primer período de perplejidad, seguido por una de diagnóstico y propuestas, ya se observa la puesta en acción de la recuperación de la ciudad de Talca que testimonia el empuje de sus habitantes y autoridades. No pocas decisiones son discutibles y generadoras de discordia. Para unos, reconstruir es aprovechar para modernizar, para otros, es volver a construir lo que había. Unos ponen énfasis en rescatar la tradición, otros en apostar hacia el futuro.
En este plano extraño la ausencia de una mirada global destinada a identificar aquellos edificios emblemáticos que debemos rescatar de lo que había. En este proceso debemos estar presentes todos, y cuando hay discrepancias, dirimirlas democráticamente, vía plebiscito comunal.
En Talca se observa que entre las decisiones más controvertidas se encuentra la demolición de las escuelas concentradas localizadas en una zona neurálgica. Decisión que sorprende debido a que el Consejo de Monumentos Nacionales ha declarado a las ex Escuelas Concentradas Monumento Nacional, sin perjuicio que su oficialización se encuentre en tramitación en el Ministerio de Educación. Esta declaración representa un reconocimiento, a nivel nacional, del valor social, histórico, cultural y arquitectónico del edificio y su uso colectivo. Al igual que al Mercado Central, se le reconoce un valor que va más allá del metro cuadrado, que entronca con la tradición, con el respeto a la historia, a generaciones pasadas. En este plano, la modernización no tiene por qué ser incompatible con el respeto a las tradiciones.
Recuerdo cuando caminaba por los parques de Berlín, mi asombro por su tamaño, la cantidad de áreas verdes, en zonas céntricas del más alto valor monetario y que en Chile ya habrían abierto el apetito de las inmobiliarias. Incluso, a quienes me acompañaban les decía que en Chile estas áreas ya habrían sido devoradas por los intereses inmobiliarios. En Alemania, y en Europa en general, el respeto por la historia suele estar por encima de intereses transitorios de grupos de poder.
Es indispensable que las decisiones en este ámbito estén imbuidas de rigor y reflexión, independientes de tentaciones pecuniarias, resistentes a corruptelas porque sus secuelas son de largo aliento que afectarían a generaciones que van más allá de las actuales. Lo razonable, cuando hay discrepancias, que las decisiones sean avaladas por la ciudadanía vía plebiscitos comunales, como lo postula el movimiento liderado por Giorgio Jackson, Revolución Democrática (RD), y que en Talca se ha expresado con mucha fuerza. Quizá sea esta una ocasión para ponerlas en práctica.
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