Para sorpresa mundial, la ciudad colombiana de Medellín, capital de la bella región de Antioquia, con una población por sobre los dos millones de habitantes, acaba de obtener el título de más ciudad más innovadora a nivel mundial. Título concedido por un instituto de caracter mundial (Urban Land Institute), sin fines de lucro, independiente, y cuya misión es promover la creación y mantenimiento de ciudades prósperas capaces de sustentarse por sí mismas, mediante una apropiada distribución de uso de los suelos urbanos.
A dos décadas de la muerte del mayor narcotraficante en la historia, Pablo Escobar, Medellín logra sacudirse del rótulo de ser la ciudad del narcotráfico, y del crimen y la violencia consiguientes, gracias a una estrategia de progreso que incluye la esfera urbanística, social, cultural y tecnológica, impulsada activamente por sus autoridades y habitantes. De ello puedo dar fe, por haber tenido el privilegio de conocerla hace casi una década atrás y volver a visitarla hace menos de 5 años. Me consta que en esos años, la ciudad se caracterizaba por su militarización y sus controles. De hecho, en mis recorridos por razones laborales, debí estar siempre con al menos un acompañante. No hay que olvidar que entonces, Medellín registraba más de 5,000 asesinatos anuales.
Por esos años, ya se veía un Medellín pujante, brioso, cuyos habitantes tienen un fuerte sentido de pertenencia y orgullo, a pesar del estigma de ser considerada como una ciudad violenta. Hoy, Medellín se posiciona a mucha honra como una ciudad pujante y la más innovadora a nivel mundial, luego de competir con 200 ciudades participantes en un concurso en que llegó a la final con otras dos ciudades: Nueva York y Tel Aviv, cuyos presupuestos para emprender innovaciones eran infinitamente superiores.
Medellín ganó gracias a un proyecto urbano integral iniciado hace menos de 10 años, impulsado por su alcalde de entonces, y que incluyó la implementación de un sistema de transporte público que integra la red de metro con buses y teleféricos que facilitan el acceso a barrios populares y su uso por parte de sus habitantes; la descontaminación del río Medellín, la construcción de modernos edificios basada en severas normas ambientales internacionales; el despliegue de establecimientos educacionales de calidad, centros de salud, bibliotecas, parques biblioteca especialmente diseñados por prestigiosos arquitectos, nuevos centros culturales (acuarios, jardines botánicos y museos), y retenes policiales en aquellos sectores que en el pasado eran dominados por la delincuencia.
A Medellín se le cambió la cara: ya no se le asocia con el narcotráfico, sino que con la innovación. En pocos años le cambiaron el pelo! Ellos mismos se lo cambiaron, con el trabajo mancomunado de todos: de sus habitantes, con sus autoridades. Todos juntos!!! Como para emularlos!!!
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