A no pocos les ha llamado la atención ver a un gobierno de derechas que, al
menos aparentemente, esté asumiendo la defensa de consumidores y/o trabajadores
por la vía de la fiscalización, con ministros, subsecretarios, seremis en
terreno. Consumidores estafados hasta la médula y trabajadores mal pagados y
más encima intoxicados, han dado motivo para que el gobierno rasgue vestiduras
aplicando, o amenazando con aplicar, multas millonarias que al lado de las
utilidades que las malas prácticas generan a las empresas, no son sino multas
ratonas que no les hacen ni cosquillas.
Aún asumiendo que nuestros gobernantes estén actuando de buena fe es
imposible pensar en la posibilidad que las acciones gubernativas pasen a
mayores. Mal que mal, este es un gobierno empresarial, de los palos gruesos,
imagen que la ciudadanía tiene grabada a fuego no por la maldad de la
Concertación y de la oposición en general, sino que por poderosas y objetivas
razones. Basta ver los antecedentes del propio presidente y sus ministros,
todos con un largo historial empresarial y que los sitúa dentro del selecto
grupo de familias que concentran la mayor parte de la riqueza nacional.
A lo expuesto se agrega una institucionalidad estatal precaria y frágil
como consecuencia de políticas antiestatistas que vienen desde los tiempos del
innombrable gestadas por quienes hoy nos gobiernan. Lo que se está viviendo es
el resultado de décadas de prédicas promercado con consecuencias positivas y
negativas. Entre las negativas, y que más llaman la atención, destacan los
abusos sobre los más débiles quienes terminan pagando dos y más veces por los
mismos bienes que lo que pagan los poderosos. Con plata en mano los precios son
muy distintos que con las famosas tarjetas plásticas de crédito. Si a esto se
agrega una educación de mala calidad y una publicidad agobiante, el pastel está
servido.
Es por ello que la cruzada pro defensa de los más débiles en que se ha
empeñado el gobierno se hace difícil de creer. Los mismos que por años se han
negado a empoderar al Estado para que pueda asumir a cabalidad su rol
fiscalizador en un ambiente promercado, y que les ha permitido enriquecerse a
manos llenas, no serán los que revertirán esta situación.
En consecuencia, presumo que toda la parafernalia montada desde las alturas
del poder político y económico no tendrá mayores consecuencias, y que no es
sino parte de una estrategia destinada a desmarcarse de la imagen empresarial
que posee el gobierno y la alianza de partidos que lo sustenta y para congraciarse
con consumidores y trabajadores.
El gobierno sabe que tiene a los empresarios en el bolsillo, porque es su
sostén natural, por lo que puede darse el lujo de asumir arrestos a favor de
los consumidores. Esto, tal como la Concertación desde sus primeros años tuvo a
los trabajadores en su bolsillo, y para validarse ante los empresarios no dudó
en solicitar a los trabajadores que amainaran sus demandas largamente
postergadas en aras del progreso y la paz social. Bajo la presidencia de Lagos,
uno de los máximos dirigentes empresariales llegó a afirmar que los empresarios
lo amaban. Hasta que la ciudadanía le quitó la confianza a la Concertación para
entregársela a quienes instalaron un modelito económico que demanda un nivel
ético muy por encima al existente. Un nivel ético que haga impresentable la
inequidad salarial imperante que beneficia a unos pocos en perjuicio de muchos.
Rodolfo:ya sabes que mi mirada es un tanto distinta.
ResponderBorrarSe pueden juzgar intenciones. Es hacer un juicio que, obviamente, puede tener fundamentos. Y también hacer afirmaciones: se hizo esto o se dejó de hacer aquello. Y debe poder demostrarse (las afirmaciones son verdaderas o falsas).
Reconociendo que hay malas prácticas, que muchas más que malas son inmorales, mi visión tiene un razonable (eso creo yo) grado de positivismo y optimismo.
Prefiero ver el vaso medio lleno y que cuando las personas están en el poder, el bien general no le es totalmente ajeno, aunque a menudo puedan presentarse conflictos serios.
En lo que no transo y me alegro lo hayas destacado:la ética debe ser un valor arraigado y repetado para que la sociedad funcione. Y su violación, severamente castigada.