Normalmente durante el
verano no suele pasar nada políticamente. Sin embargo en esta ocasión parecen
destaparse sapos y culebras al por mayor. De partida, la DC y RN dieron el
golpe a la cátedra, pero también hay que agregar el salomónico desenlace que le
dieron en el Ministerio de Educación al cambio que entre gallos y medianoches
le hicieron a la expresión dictadura, en los textos escolares, por el de
régimen militar, además de eliminar párrafos que hacían referencia a las
violaciones a los derechos humanos.
Las razones de todos estos
movimientos son múltiples, pero entre ellos quizá debamos destacar la inscripción
automática, que abre la puerta a más de 5 millones de electores adicionales, los
que pueden alterar un cuadro político que no ha sufrido mayores modificaciones
en las últimas décadas. La inscripción automática y el voto voluntario, puede
cambiar radicalmente la geografía electoral si es que estos millones de nuevos
electores se deciden a votar. Por esta vía el binominalismo puede saltar por
los aires. Difícil, pero no imposible. Difícil porque la inercia es fuerte,
porque lo más probable que solo una fracción de estos nuevos electores voten
efectivamente, y los que voten muy probablemente tiendan a adherir a los grupos
políticos que han dominado la escena política nacional en los últimos 20 años. Pero
no es imposible si logra generarse una dinámica como la que se gatilló cuando
la oposición a la dictadura –o al régimen miliar- resolvió jugar en la misma
cancha impuesta por esta última para ganarle la partida plebiscitaria del 88.
La lectura pública que la
UDI ha hecho a la movida DC-RN, y que explica su tenaz rechazo, es que ella configura
una fisura en la coalición. Sin embargo también existe otra lectura: el acuerdo
DC-RN apunta a aislar a una derecha que ha logrado acceder al gobierno por la
vía de horadar el centro y abrir espacio a un centro que el sistema binominal
no posibilita. Por otra parte la UDI teme que Piñera no vea con malos ojos este
corrimiento. Si este acuerdo logra cristalizar más allá de la reforma política
que propugna para dar cuerpo a una nueva alianza político-electoral antes de
las próximas elecciones municipales, sería un golpe a la cátedra.
En el ámbito municipal, la conformación
de 3 listas, representativas de la derecha, centro e izquierda, bajo un nuevo
padrón electoral extendido, eleva los niveles de incertidumbre respecto de sus
resultados, fortalecería la opción del centro político, aislaría a la derecha, para
reducirla a su verdadera expresión, y forzaría a la unidad de las fuerzas de
izquierda.
Sin embargo, debemos reconocer
que es altamente improbable que lo planteado cuaje a tiempo las elecciones
municipales. No obstante, más temprano que tarde, los famosos tres tercios en
que se divide políticamente el país, resucitarán. Existe una centroderecha
incómoda con la derecha dura que quiere zafarse de ella.
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