El reciente homenaje a Krasnoff, hecho público por un “desliz” de una secretaria, desnudó las fuerzas subterráneas que corroen a la sociedad chilena, desde al menos medio siglo.
Homenaje a una persona condenada por más de 100 años por los más diversos delitos que van desde asesinatos, torturas, apremios ilegítimos hasta desapariciones. Homenaje con ocasión del lanzamiento del libro titulado Prisionero por servir a Chile escrito por una historiadora, que ya va en su 4ta edición y que se presume se venderá como pan caliente.
Homenaje que reabre heridas que no cicatrizan, lacerantes, porque para los partidarios y herederos de Pinochet, el brigadier ® Krasnoff sería una dulce e inocente paloma, incapaz de tocar con el pétalo de una rosa a nadie. Para otros, sus víctimas, un asesino, un torturador. Muchas de sus víctimas ya no están, pero sí están quienes sobrevivieron a sus atrocidades. Varios de ellos han estado dando testimonio, de aquellos días en que se encontraban indefensos.
No resulta fácil descubrir el propósito de este homenaje. Si bien no es el primer homenaje, es el primero que se hace público y en el que se invita al Presidente de la República. Según expresiones del propio Krasnoff, no desmentidas, Piñera tendría una “deuda” con él y todos los oficiales procesados porque en plena campaña habría prometido hacer gestiones destinadas a aplicar "correctamente las obligaciones que establecen nuestras leyes y nuestros tratados internacionales" de modo que sus procesos no se mantuvieran "ad eternum". Esto, porque según los tribunales de justicia, mientras los detenidos desaparecidos no aparezcan, el delito sigue vigente y por tanto no es aplicable la amnistía.
En la derecha, ya no hay una sola opinión sobre el homenaje. Existen al menos tres posiciones. Una, encarnada por el coronel ® Labbé, popular alcalde de las comunas de la capital del Reino, admirador de las “hazañas” de Krasnoff, porque si hubo “excesos” fue en aras de un bien superior: salvar a la Patria del marxismo-leninismo. Esta postura defiende a brazo partido la “inocencia” de Krasnoff y postula que fue juzgado injustamente por jueces de izquierda. Son quienes creen que “su” justicia es “la” justicia. Otra posición es la sustentada por el presidente de la UDI, Juan Antonio Coloma, senador, quien califica de un “error” la organización del homenaje, pero que en ningún caso desmerece al coronel ® Labbé por la alta votación que siempre logra en su comuna. Del tenor de sus declaraciones se deriva que se trata de un error, no porque se esté homenajeando a una persona condenada, sino porque “distrae” a la opinión pública de la discusión presupuestaria en curso. Y la tercera postura, al interior de la misma UDI, está representada por Hernán Larraín, también senador, quien se desmarca tanto de Labbé y Coloma, afirmando que no se puede andar homenajeando a una persona condenada.
El drama de Chile se centra en la existencia de personas como Labbé, Krasnoff y tantos otros, que estiman que su mayor error fue no haber matado, hecho desaparecer a todos los que no pensamos como ellos. Si de algo estarán arrepentidos, debe ser por haber dejado que sobrevivieran quienes hoy dan testimonio, no de “excesos”, sino que de una política sistemática de exterminio de quienes pensaran distinto a ellos.
Hasta el día de hoy, ni una palabra de arrepentimiento de estas “inocentes palomas”; a lo más, justificaciones para “evitar” un mal mayor.
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