Los independientes
A raíz de los resultados de una encuesta, que delata una baja adhesión ciudadana tanto a la Alianza (15%) como a la Concertación (23%), algunos de los diputados y senadores autoproclamados independientes intentan aprovechar de llevar agua a su molino señalando su importancia en el sentir político nacional.
El tema es importante porque delata una profunda confusión. En primer lugar el propio concepto de independencia en materia política es de dudoso gusto. De partida, una postura independiente revela que no se adhiere a ninguna de las coaliciones existentes; por otro lado, si es que efectivamente son independientes, su conjunto no tiene una única postura. En la práctica, el conjunto de los independientes es una masa amorfa, que no se puede englobar en un único saco. De hecho existen independientes de derecha, así como otros lo son de izquierda, en tanto que otros lo son según la ocasión. Por otra parte, una posición independiente es muy cómoda, dado que no fuerza rendición de cuenta alguna ante nadie y carecen de brújula, salvo la que dicta su conciencia, la que se puede mover de lado a lado sin arrugarse siquiera. Eso explica porqué no existen gobiernos independientes, y cuando existen, son un desastre.
Desafortunadamente, tanto en Chile como en otros países, es un verdadero deporte denostar el valor de los partidos políticos, acción en la que los medios de comunicación juegan un rol crucial cuando machacan una y otra vez sobre sus debilidades sin enfatizar en la misma medida sus fortalezas. Con ello no hacen sino alejar a quienes están llamados a jugar un rol más activo en la sociedad.
Todo ser humano, desde el momento que vive en sociedad, junto con otros, en una polis, que piensa, pasa a ser un ser social, un ser político con un pensamiento conformado por un conjunto de ideas y valores respecto del tipo de sociedad al que aspira y los medios para alcanzarla. Si este conjunto coincide con el de algún partido o alguna coalición lo más razonable es que la persona milite en él; si estas ideas no coinciden pero se acercan a las que sostiene algún partido, adherirá a él y votará por sus representantes cada vez que sea llamado a hacerlo. Sin no existe tal partido, es su obligación moral dar origen a él. Es lo que han hecho y hacen los grandes hombres públicos sin necesidad de escudarse en la independencia.
Por eso la ciudadanía, a la hora de las elecciones, suele votar por quienes representan a los partidos antes que por los independientes que no rinden cuenta a nadie. Expreso lo anterior teniendo plena conciencia de las debilidades de los partidos, las que se explican en gran parte porque no nos involucramos ni comprometemos con ellos, adoptando la postura cómoda de mantenernos al margen para no quemarnos. En democracia es indispensable fortalecer los partidos políticos involucrándonos en ellos. Al no hacerlo, debilitamos la democracia y abrimos espacio a los aventureros que hacen política basados en la antipolítico, como aquellos que en sus tiempos de gloria despreciaban a “los señores políticos”. Aquellos que terminaron siendo los maestros de la corrupción.
El sistema binominal debe terminar, pero no para abrir espacio a un conjunto de gatos sueltos y pseudoindependientes que pretenden hacer lo que quieren en representación de una ciudadanía que los eligió dentro de un redil; el sistema binominal debe terminar para dar cabida a corrientes de opinión estructuradas que no se encuentran representadas en las dos coaliciones mayoritarias.
En una democracia de verdad, quien se margina del partido por el cual fue elegido pierde su cargo automáticamente, ya sea en el gobierno, en el parlamento o donde sea. Hay que ser muy frescos para continuar ocupando cargos que se ocupan en virtud de la militancia que en su momento detentaron.
A raíz de los resultados de una encuesta, que delata una baja adhesión ciudadana tanto a la Alianza (15%) como a la Concertación (23%), algunos de los diputados y senadores autoproclamados independientes intentan aprovechar de llevar agua a su molino señalando su importancia en el sentir político nacional.
El tema es importante porque delata una profunda confusión. En primer lugar el propio concepto de independencia en materia política es de dudoso gusto. De partida, una postura independiente revela que no se adhiere a ninguna de las coaliciones existentes; por otro lado, si es que efectivamente son independientes, su conjunto no tiene una única postura. En la práctica, el conjunto de los independientes es una masa amorfa, que no se puede englobar en un único saco. De hecho existen independientes de derecha, así como otros lo son de izquierda, en tanto que otros lo son según la ocasión. Por otra parte, una posición independiente es muy cómoda, dado que no fuerza rendición de cuenta alguna ante nadie y carecen de brújula, salvo la que dicta su conciencia, la que se puede mover de lado a lado sin arrugarse siquiera. Eso explica porqué no existen gobiernos independientes, y cuando existen, son un desastre.
Desafortunadamente, tanto en Chile como en otros países, es un verdadero deporte denostar el valor de los partidos políticos, acción en la que los medios de comunicación juegan un rol crucial cuando machacan una y otra vez sobre sus debilidades sin enfatizar en la misma medida sus fortalezas. Con ello no hacen sino alejar a quienes están llamados a jugar un rol más activo en la sociedad.
Todo ser humano, desde el momento que vive en sociedad, junto con otros, en una polis, que piensa, pasa a ser un ser social, un ser político con un pensamiento conformado por un conjunto de ideas y valores respecto del tipo de sociedad al que aspira y los medios para alcanzarla. Si este conjunto coincide con el de algún partido o alguna coalición lo más razonable es que la persona milite en él; si estas ideas no coinciden pero se acercan a las que sostiene algún partido, adherirá a él y votará por sus representantes cada vez que sea llamado a hacerlo. Sin no existe tal partido, es su obligación moral dar origen a él. Es lo que han hecho y hacen los grandes hombres públicos sin necesidad de escudarse en la independencia.
Por eso la ciudadanía, a la hora de las elecciones, suele votar por quienes representan a los partidos antes que por los independientes que no rinden cuenta a nadie. Expreso lo anterior teniendo plena conciencia de las debilidades de los partidos, las que se explican en gran parte porque no nos involucramos ni comprometemos con ellos, adoptando la postura cómoda de mantenernos al margen para no quemarnos. En democracia es indispensable fortalecer los partidos políticos involucrándonos en ellos. Al no hacerlo, debilitamos la democracia y abrimos espacio a los aventureros que hacen política basados en la antipolítico, como aquellos que en sus tiempos de gloria despreciaban a “los señores políticos”. Aquellos que terminaron siendo los maestros de la corrupción.
El sistema binominal debe terminar, pero no para abrir espacio a un conjunto de gatos sueltos y pseudoindependientes que pretenden hacer lo que quieren en representación de una ciudadanía que los eligió dentro de un redil; el sistema binominal debe terminar para dar cabida a corrientes de opinión estructuradas que no se encuentran representadas en las dos coaliciones mayoritarias.
En una democracia de verdad, quien se margina del partido por el cual fue elegido pierde su cargo automáticamente, ya sea en el gobierno, en el parlamento o donde sea. Hay que ser muy frescos para continuar ocupando cargos que se ocupan en virtud de la militancia que en su momento detentaron.
Estimado Rodolfo,
ResponderBorrardebo decir que no comparto una parte de tu visión. Es que pareciera que asumes una situación de base singular: la gente de los partidos sí desea el bien del país...
De ahí que los independientes, como yo, y los medios somos medio mala leche con esas buenas personas.
Pero, me parece que el problema es mucho peor: los partidos se traicionaron y nos traicionaron, no representan ni defienden a casi nadie (que no sea una gram empresa o transnacional), están repletos de gente que busca poder, dinero y derechamente robar, les importamos un bledo, lo mismo que el futuro del país y así ¿cómo quieres que me sienta representado?
Toma dos ejemplos diferentes: el divorcio que la gran mayoría del país quería... y el cobre que es en un 70% extranjero (aún contra la propia Constitución!!!)
No puedo buscar mis culpas ante gente de tal calaña... discúlpame...
am
Don Rodolfo,
ResponderBorrarUsted es el zapato ortopédico que nos hace caminar derecho.
El oasis en el desierto.
La chicha en una fiesta fome.
La sopita caliente en días fríos.
Las uñas que razcan la picazón
Pero en el caso del blog del 3 de Abril, tengo que decirle que yo no me meto a ningún partido. Bueno, pensándolo, quizás una pichanga con los anarquistas.
jota eme
me parece muy respetable la posición de am y jota eme, incluso por momentos la comparto. sobran razones para no involucrarse en los partidos. mi razonamiento apunta que por esa vía dudo que resolvamos algo, aunque también es cierto que por la vía de implicarse en los partidos también lo dudo. es un tema probabilístico, de probabilidades. creo que hay mas probabilidades de avanzar hacia lo que queremos metiéndonos antes que no haciéndolo. quizá estemos entrando en un plano esotérico, el de la fé o de las creencias que cada uno tenemos y que hemos idop configurando a través de nuestras vidas. olé!
ResponderBorrarrodolfo
Estimado Rodolfo,
ResponderBorrarAnte tu comentario, quisiera recomentar... ser independiente no supone sentarse a ver como se quema Roma y criticar a los bomberos tomándose una cervecita... en la medida de nuestras fuerzas y posibilidades creo una obligación hacer algo; tal como estoy seguro lo creen las personas dignas que aún están en los partidos (espero!!)
am