Por un desarme total
A raíz de la reciente prueba nuclear efectuada por Corea del Norte se ha reactivado la amenaza nuclear. EEUU ha advertido que adoptará medidas en caso que se produzca una nueva prueba similar. El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas ha aprobado una resolución que sanciona a Corea del Norte por la realización del ensayo nuclear subterráneo. Las fuerzas del “bien” procuran atajar a las fuerzas del “mal”. De esta forma se nos presenta la noticia.
En tiempos de la guerra fría, la amenaza de la guerra nuclear era pan de cada día. Tanto EEUU como la entonces Unión Soviética tenían la capacidad nuclear suficiente para destruir el mundo. Paradojalmente esa misma capacidad constituyó el disuasivo para que no ninguna de las dos potencias nucleares hiciera uso de ella. Con el derrumbe del imperio soviético a fines de los 80, se produjo una sensación de alivio al pasarse de un mundo bipolar a un mundo unipolar en el que no habría necesidad de recurrir a la amenaza nuclear.
Sin embargo la realidad ha resultado ser más fuerte. Desde entonces, si no antes, el imperio dominante –léase EEUU- no ha hecho sino alimentar la proliferación nuclear. Ella no se ha detenido, y a EEUU le cabe una cuota importante de responsabilidad, especialmente a sus traficantes de armas. El club nuclear ha sido alimentado en lo sustancial por los mismos estadounidenses que hoy ponen el grito en el cielo por el ensayo nuclear norcoreano.
La conducta de los países que poseen bombas nucleares es hipócrita y me hace recordar a aquel “niño” que teniendo un “juguete” no quiere que otro “niño” tenga un “juguete” similar, por lo que intenta quitárselo. Acá la única reacción decente y racional que cabe es el desarme total. Estamos hablando de “juguetes” con una capacidad de destrucción que excede nuestra imaginación.
Las investigaciones conducentes a la primera bomba atómica se iniciaron en 1942, siendo detonada la llamada bomba A en 1945 en el desierto de Nuevo México (Estados Unidos). El responsable de dicho proyecto, Julius Oppenheimer, años después se opuso a su desarrollo, lo que le valió la acusación de “pro-comunista”. Desde entonces se han efectuado innumerables pruebas, inicialmente a nivel de superficie, y posteriormente de carácter subterráneo. Las explosiones de Hiroshima y Nagasaki mostraron a la faz del mundo las consecuencias de un ataque nuclear sobre la población civil.
Desde entonces las pruebas nucleares han ido en aumento y más y más países realizan esfuerzos por incorporarse a este “selecto” club. Actualmente 8 países cuentan con bombas atómicas para hacer pedazos el mundo una y otra vez.
Insisto, si queremos ser serios y no ofender la razón, lo único que cabe es detener este irracional proceso de armamentismo nuclear e iniciar un proceso de desarme nuclear sin excepciones. Cualquier otra política no es más que música y no hace más que justificar la pretensión de más y más países por poseer “juguetes” nucleares. En definitiva: ¿por qué yo no puedo tener el juguete que tienes tú?
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