noviembre 19, 2024

El síndrome de Estocolmo

Un nuevo populismo de derechas -el fascismo puro y duro- pareciera que recorre el mundo, en principio, como resultado de un desencanto colectivo, de un sentimiento de frustración con la democracia, de que ésta nos ha fallado.

Curiosamente esto se da no obstante que los mayores progresos socioeconómicos, científicos y tecnológicos, se han dado en democracia, bajo regímenes democráticos, allí donde existe división de poderes; donde las más altas autoridades políticas son elegidas por la ciudadanía y no entre cuatro paredes; donde el poder militar está supeditado, subordinado al poder civil; donde hay libertad de expresión y libertad para emprender; donde el mercado y el estado se conjugan y complementan, controlándose mutuamente con miras a maximizar el bienestar y minimizar la desigualdad.

Tales regímenes no han sido, ni son perfectos, tienen insuficiencias, qué duda cabe: la libertad de elección de autoridades está constreñida por unos medios de comunicación concentrados en pocas manos; la dependencia del poder militar al poder civil es tan solo una verdad a medias; en tanto que el mercado y el estado en vez de complementarse pareciera que buscaran ser sustituidos uno por el otro; la autonomía del poder judicial suele estar acosada por el poder político.

No faltan las limitaciones que impiden el despliegue de la democracia en toda su expresión, donde el dinero no sea la medida del valor de las personas. Así y todo, no se ha encontrado otro sistema político, distinto de la democracia, capaz de proveer el bienestar que toda población anhela.

Nuestro deber es profundizar la democracia, denunciar sus limitaciones para eliminarlas, no para degradarla. Lo que hacen los populismos, tanto de izquierda como de derecha, es hacer uso de la democracia para socavarla, reducirla. Por eso duele la elección democrática de un racista, un misógino, un machista, un delincuente como Trump. Duele cuando se elige a personas que no creen en la democracia, como ha estado ocurriendo en Argentina, al elegir a Milei, como ocurrió en Brasil cuando se eligió a Bolsonaro.

Que estemos eligiendo a personajes que desprecian la división de poderes, que buscan concentrar el poder, es toda una señal de que algo anda mal, de insatisfacción, de frustración con la democracia, con los partidos políticos y con la institucionalidad imperante. También sería señal de que somos un tanto masoquistas, que queremos a quienes nos esclavizarán, nos harán sufrir, a quienes no nos quieren.  

De otro modo no logro explicarme que los inmigrantes estén votando por quienes los quieren expulsar; las mujeres por quienes las basurean; los negros por quienes los desprecian. Que los fallos que presenta la democracia, la decepción que pueda sentir respecto de sus resultados nos lleve a votar por quienes la desprecian, me hace recordar el síndrome de Estocolmo, por el cual nos terminamos identificando con quien nos agrede, siendo leales con quienes no nos quieren, negamos la realidad, y, por último, sentimos gratitud hacia quienes nos atacan.

Lo otra alternativa sería que yo esté equivocado medio a medio, lo que no me atrevo a descartar.

 

noviembre 15, 2024

Trump: lo que nos espera

Foto de Natilyn Photography en Unsplash

A propósito de la reciente elección de Trump y su encuentro protocolar con el presidente actual de EEUU, Joe Biden, mi señora me expresó su esperanza de que se moderara, de que no sería el ogro con que estaría siendo pintado, que tendería puentes con sus opositores. Le pregunté en qué se basaba para pensar en una eventual moderación. Su respuesta fue sencilla: “En que haya aceptado la invitación de Biden a concurrir a la Casa Blanca, se hayan dado la mano, e inicio al proceso de transición de un gobierno a otro de común acuerdo”.

No dejó de sorprenderme, pero pensándolo bien, percibí que su reacción, o su esperanza, muy probablemente sea la de muchos, particularmente de quienes no están en el día a día de la política, de quienes no se percatan que en las lides políticas hay poco espacio para la “buena onda”.

Le respondí que por mi parte no tenía esperanza alguna, que Trump las tiene todas para aparcar cualquier moderación, que por lo demás no está en su personalidad.

Los hechos, las decisiones adoptadas configuran un cuadro opuesto, un cuadro de radicalización, de aprovechar que tiene en su mano a la cámara de representantes, al Senado, a la corte suprema, dado que en todas estas instituciones cuenta con las mayorías necesarias para hacer lo que se le antoje. Y no desaprovechará esta oportunidad. Lo prueban sus primeras designaciones de autoridades que lo acompañarán en este período.

La experiencia de las defecciones que tuvo en su primer período presidencial le será muy útil para rodearse de quienes sean leales a su persona antes que al partido republicano o a cualquier otra cosa. Recordemos que bajo su gobierno no pocos fueron renunciando disgustados, o siendo defenestrados, por desacuerdos con sus decisiones o con su personalidad.

¿Qué se espera que haga Trump? Lo ha dicho sin arrugarse siquiera. En el ámbito de la política exterior apuntará a salirse de la OTAN, dejar que Taiwán y Ucrania que se las arreglen por su cuenta, y abandonar acuerdos en torno al cambio climático. En materia de política interna, cerrará toda institución pública -agencias, departamentos, etc.- relacionada con temas medioambientales, educacionales y sanitarios, elevará los aranceles a productos importados de terceros países, expulsará a los millones de inmigrantes ilegales que están en EEUU.

No creo que Trump se haya postulado tan solo para tener el fuero presidencial que le permita escapar de los procesos judiciales en que está inmerso. Postuló también para hacer todo lo expuesto en el párrafo anterior. Y como tiene todo el poder en la mano -el ejecutivo, el legislativo y el judicial-no tengo duda que lo hará. O que al menos lo intentará con mucha fuerza desde el primer día. Sus primeras nominaciones ya van en esa dirección.

Mencionaré tan solo tres botones de muestra. Uno, la nominación de Robert Kennedy Jr. para dirigir el Departamento de Salud. Éste no es un personaje cualquiera: es hijo de Bobby Kennedy y sobrino de John Kennedy, ambos asesinados, el primero siendo candidato a la presidencia, y el segundo en el ejercicio de la presidencia.  Robert Kennedy Jr. es un activista antivacunas y promotor de teorías de conspirativas y de desinformación en torno a las vacunas, las que ha vinculado al autismo. En el año 2023 se lanza como candidato a las elecciones presidenciales dentro del partido demócrata para posteriormente, ante la falta de apoyo, presentarse como independiente. Y a mediados de este año abandona la carrera presidencial para apoyar a Trump. Su misión en el Departamento de Salud será devolver la salud al país de acuerdo al movimiento MAHA (“Make America Healthy Again”).

El otro botón es Elon Musk, dueño de X, SpaceX y Tesla, a quien Trump le está confiando el Departamento de Eficiencia del Gobierno. Éste es una suerte de ministerio en el que, en palabras de Trump, deberá aconsejar y guiar para desmantelar la burocracia y acabar con los derroches y las excesivas regulaciones en el ámbito público. Habrá que ver en la práctica esto porque es un clásico de quienes postulan la necesidad de ser austeros practicando recortes en el sector público, pero que a la hora de la verdad terminan sus gobiernos batiendo récords de déficit público como ocurrió bajo la primera presidencia de Trump. Existen serias dudas respecto de cómo funcionará, y cuánto durará este tándem, Trump-Musk, porque se trata de dos multimillonarios con sus egos por las nubes.

El último botón está dado por Marco Rubio, hijo de inmigrantes cubanos, a quien en el año 2016 Trump lo llamaba despectivamente “pequeño Marco”. Gracias a que el tiempo les ha permitido vertebrar fuertes coincidencias en materias de política exterior, ahora lo designó responsable de las relaciones exteriores. Ambos son partidarios de sostener una línea dura frente a China; terminar cuánto antes la guerra en Ucrania; confrontar con los gobiernos de Irán, Venezuela y Cuba; y apoyar a Netanyahu en Israel.

Ya veremos si se da lo que cree y quiere mi señora, o lo que yo creo: que hundirá a EEUU y pondrá al mundo patas arriba.

 

noviembre 12, 2024

Los misterios de la democracia

Por paliza, y contra todo pronóstico, Trump es nuevamente presidente de EEUU. Luego de una interrupción de 4 años, ahora no solo con la mayoría del colegio electoral, que es la que manda en las elecciones presidenciales, sino de la mayoría de los ciudadanos, superando por más de 5 millones de votos a Kamala Harris.

Ganó a pesar de haber propiciado el asalto al Capitolio en la elección pasada en rechazo al resultado de las urnas que lo dieron por derrotado. Él y sus partidarios nunca reconocieron la derrota y sin prueba alguna denunciaron fraude. Ganó a pesar de ser acusado y condenado por 34 delitos. Ganó a pesar de todos los insultos proferidos a sus rivales.

Si todo lo anterior es cierto, entonces ¿porqué y para qué ganó? Unos dicen que ganó porque la gente no vota por valores universales, por los DDHH, por la democracia, o el imperio de la ética, ni nada por el estilo, sino que vota por cosas concretas, por el bolsillo, el trabajo, la seguridad, por cómo va en la parada. A los electores no les importaría si el candidato desprecia la democracia, incurre en delitos o faltas a la ética.

Otros dicen que ganó porque los trabajadores se cansaron del progresismo falso y abandonaron al partido demócrata (PD) por cuyas candidaturas solían votar, dado que se sintieron abandonados por el partido. Primero habrían sido los trabajadores blancos, luego los latinos y los negros.

Es la tesis de Bernie Sanders, líder del ala más izquierdista del PD y lo fundamenta en que a lo largo de estas últimas décadas, último medio siglo, la desigualdad entre los estadounidenses se ha agudizado, donde los más ricos se vuelven más y más ricos mientras más y más personas viven pateando piedras, al tres y al cuatro, y donde del nivel de vida del grueso de las nuevas generaciones es inferior al de sus progenitores. Todo esto a pesar de que hemos estado viviendo un período sin guerras mundiales y de persistente “progreso” tecnológico y del aumento de la productividad.

Otros dicen que ganó gracias a su discurso simple, al hueso, sin mayores preámbulos (Make America Great Again): uno, por la vía de la implementación de un muro físico para impedir la llegada de inmigrantes ilegales junto con la expulsión de ellos; y dos, por la vía de la implantación de un muro arancelario que permita reverdecer a una industria estadounidense que ha perdido peso en el concierto mundial.    

Muchos terminaron votando por Trump, como una forma de votar contra la clase política, o la casta como gusta llamarla a Milei, contra las élites dominantes, como si Trump no perteneciera a ellas.  La mayoría terminó por olvidar, u obviar, las barbaridades de Trump, sus condenas, sus comportamientos, sus abusos, los cuales terminó revirtiendo a su favor. En lugar de hundirlo, lo elevaron a la primera magistratura de un país que sigue teniendo el sartén por el mango a nivel mundial. Tambien dicen que ganó porque mal que mal, con plata se compran huevos. sobre todo en EEUU, aunque no solo allí.

Parece mentira, pero es verdad. Con la votación alcanzada, las mayorías obtenidas en el Senado y la Cámara de Representantes, y la que ya tiene en la Corte Suprema, Trump podrá hacer lo que le da la gana  sin tener que pedirle permiso a nadie.

 

noviembre 04, 2024

España devastada por la DANA

Foto de Kelly Sikkema en Unsplash

La DANA me pilla estando en España, aunque fuera de la zona de peligro, la que está concentrada en las costas del Mediterráneo de la comunidad valenciana y de Cataluña. Yo me encuentro en la costa que da al mar Cantábrico, entre Santander y Gijón.

¿Qué significa DANA? Es un acrónimo que significa Depresión Aislada en Niveles Altos, originado por el choque de aires fríos, polares, con aires cálidos y húmedos. Según sostienen los expertos, las DANAS no son imputables al cambio climático, dado que han existido siempre, aunque en el pasado se denominaban "gotas frias". Si bien la DANA no es imputable al cambio climático, éste está influyendo en su intensidad y frecuencia con las consecuencias que las noticias destacan, y que las imagenes permiten observar en todo su dramatismo.

Como siempre, los vaivenes de los fenómenos naturales ponen a prueba nuestra capacidad previsora, o imprevisora, para anticiparnos o reducir riesgos. Después de un desastre, nos agarramos la cabeza, lamentándonos por no haber tomado medidas preventivas; o por haber incurrido en la ejecución de obras que reportan beneficios en el corto plazo, minimizando o despreciando los eventuales riesgos que conllevan.

En Chile bien sabemos de estas cosas, donde de tiempo en tiempo tenemos terremotos o inundaciones originadas por torrentes de agua que caen de la cordillera por cauces habitualmente secos. Así y todo, pasado un tiempo hacemos lo que sabemos que no debemos, desafiando a la naturaleza que mas temprano que tarde, reacciona.

Es lo que nos está ocurriendo con el cambio climático. Sabemos que ya está entre nosotros, que debemos actuar, que debemos tomarlo en serio. Desgraciadamente somos incapaces de adoptar las medidas preventivas a tiempo desatendiendo los avisos, las advertencias que los expertos en la materia nos formulan.

La destrucción que las anegaciones ha traido la DANA en España me hacen recordar las vividas en Chile en la region del Maule, particularmente en Lincantén donde su centro de salud quedó sumergido en lodo, al igual que poblaciones nuevas en los alrededores de Curicó.

Para rematarla, en España la DANA ha dado origen a una nueva disputa política, dado que hace poco se redujeron los recursos públicos destinados a la prevención de desastres, lo que explicaría que no se adoptaran las medidas preventivas pertinentes, ni que se diera aviso oportuno de lo que se venía encima. De haberse prevenido lo más probable que muchos de los más de 200 fallecidos habrían sobrevivido.

Nada funcionó, ni siquiera la tecnología, porque la población no pudo comunicarse ni efectuar pagos con tarjetas. De allí la desesperación y enojo de la población afectada, expresado con mucha fuerza cuando tanto el rey, como el presidente del gobierno español y de la comunidad autónoma valenciana se apersonaron en terreno para empatizar con los afectados.

Habrá que ver si la solidaridad de muchos y la capacidad de gestion de las autoridades involucradas será capaz de sortear este nuevo desafío que la fuerza de la naturaleza ha puesto sobre la mesa.