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Foto de Антон Дмитриев en Unsplash |
Ya antes de asumir,
Trump había amenazado con aplicar aranceles a diestra y siniestra. Ya asumido
no está haciendo más que concretar lo que no pocos temían: que hiciera realidad
sus amenazas. Estirando más o menos la cuerda en función de las reacciones de
los afectados. Partió con la vecindad inmediata -Canadá y México- para luego
hacerlo con los países de la Unión Europea. Ya le tocará el turno a América Latina
y a Chile en particular. Todo dependerá de cómo se porten los afectados, de la
importancia que tengan para los EEUU y del poder que sean capaces de esgrimir.
¿Qué está explicando
el afán de Trump por aplicar aranceles a todos los productos que importa? Trump
salió elegido en gran parte con el argumento de que el mundo los estaba
estafando gracias a la debilidad de los gobiernos demócratas que le
precedieron. Debilidad que ha generado un mercado estadounidense que se ha estado
llenando de productos importados, entre otros, los chinos.
Recordemos que las
relaciones entre China y EEUU estaban rotas hasta 1971, año en que Kissinger
hace una visita secreta a la China de Mao, visita que dio origen al
establecimiento de relaciones diplomáticas y a la histórica visita del
presidente Nixon a China. El propósito buscado por el entonces gobierno
estadounidense, en manos del partido republicano, no era otro que abrir el gran
mercado chino a las empresas de EEUU. Es así como las más grandes empresas de
EEUU han terminado por instalarse en China aprovechando que allá sus costos son
más bajos. Con el tiempo, tan solo medio siglo, les salió el tiro por la culata
dado que el resultado final es el que estamos viendo: abrir a los chinos, no
solo el mercado norteamericano, sino el mundial. Es así como hoy la producción
china florece y la estadounidense languidece.
Esto es lo que ahora
Trump parece querer revertir en su objetivo de “Make America Great Again”
(MAGA). Para eso no ha encontrado nada mejor que implementar aranceles que
encarezcan las importaciones para alentar la producción interna y por esta vía
reactivar la economía interna.
Lo curioso es que
esto está ocurriendo en el país que supuestamente promueve la libre competencia;
donde desde la Escuela de Economía de la Universidad de Chicago, por décadas se
ha estado alentando la firma de tratados de libre comercio conducentes a
eliminar aranceles al comercio internacional porque de esta manera cada país se
dedica a producir aquellos bienes en los que es más eficiente.
La realidad, ha sido más
fuerte. El concepto de eficiencia supone que todos operamos en y bajo las
mismas condiciones, lo que en la práctica no ocurre. El mejor ejemplo lo dan
los mismos chinos cuyas condiciones laborales son muy distintas a las de los
países occidentales. También está el hecho de que existen gobiernos que
protegen y/o alientan a sus empresas a exportar, con lo que la competencia se
hace desleal (dumping), lo que se procura controlar, pero que habitualmente se
logra sortear. El resultado es que no solo se impone quien es más eficiente en
la producción y comercialización de bienes; sino quien tiene más capacidad para
presionar económica, política y/o militarmente. El concepto de eficiencia va
más allá del productivo.
Y lo que estamos
viendo es que Trump recurre a todos estas presiones. Se cabreó de la
diplomacia. El suyo es un gobierno del poder puro y duro, con garrote en mano,
donde todo depende de las cartas que tengas como le hizo saber a Zelensky. Con
las cartas que tiene, o cree tener, está declarando una guerra arancelaria que
dejará secuelas al hacer tabla rasa con tratados económicos internacionales
firmados por gobiernos de su propio país. Está convencido que le saldrá gratis.
Creo que se equivoca.