Te fuiste
intempestivamente, sorpresivamente, en la plenitud de tus condiciones. Duele
mucho tu partida, a los tuyos, a tu linda familia, a quienes fuimos tus amigos.
Quienes tuvimos el privilegio de conocerte y compartir importantes momentos de
nuestras vidas. Estamos desolados, intentando absorber una realidad en la que
no somos más que aves de paso, hojas a merced del viento.
Tuve el privilegio de encontrarme contigo a poco de llegar a Arica, en 1974, cuando me incorporé a la sede Arica de la Universidad del Norte, donde te desempeñabas como profesor de Matemáticas junto con Jaime Rodríguez y Víctor Sánchez. Este último, el negro Sánchez, tu compadre de toda la vida, a quien estoy seguro ahora estás acompañando en algún lugar del universo. Eran tiempos bravos, en los que a fines de cada año solían haber purgas. En una de ellas, cayeron Jaime y Víctor. Tú te libraste de esa, así como de tantas otras que se vivían por esos años, gracias a una personalidad tranquila, paciente, quitada de bulla, además de caracterizarte por ser un excelente profesor.
En la segunda
mitad de la década de los 60 la computación en Chile empezó a dar sus primeros
pasos en la Universidad de Chile. Para su expansión a nivel nacional, en la
década de los 70 se creó el Plan Nacional de Capacitación en Computación
(PLANACAP), en el que te inscribes avizorando lo que se venía.
A tu llegada, comenzamos a impartir los primeros cursos de Computación en la Universidad, sin que existiera computadora alguna y debíamos circunscribirnos a elaborar programas computacionales en hojas de codificación a partir de diagramas de flujo, las que se iban al Centro de Computación de la U. del Norte en Antofagasta (CECUN). Allí los programas eran transcritos a tarjetas perforadas para su procesamiento. En un semestre a duras penas los alumnos alcanzaban a procesar un único programa luego de varias idas y vueltas a Antofagasta, y donde en más de una oportunidad, nos íbamos en bus junto con los alumnos, los fines de semana, para que los programas pudieran alcanzar a ejecutarse correctamente en el curso del semestre.
Tu personalidad era muy particular. Parco, de pocas palabras, ordenado, frecuentemente nos íbamos caminando al campus Saucache, luego de encontrarnos en 18 de septiembre con Borgoño. Lo mismo al regresar. En estas conversaciones, tú expresabas en un par de palabras lo que yo no sería capaz de hacer en 50 palabras. Envidiaba tu orden, tu oficina siempre impecable, la mía un desastre. Éramos polos opuestos.Nuestro
primer logro fue que la universidad adquiriera una máquina perforadora de
tarjetas, de modo que ahora los programas computacionales escritos en hojas de
codificación pudiesen ser transcritos a mazos de tarjetas. Luego se crea el
Área de Computación al alero del Departamento de Economía y Administración de
entonces. Nos sentíamos colonizadores, responsables de la introducción de la
computación en Arica.
Felices de
la experiencia vivida, regresamos con mucho entusiasmo para volcar en favor de
nuestros estudiantes el aprendizaje alcanzado en todos los planos, profesional,
académico y personal.
En la
década de los 90, tú asumes la dirección de DECOM con miras a su consolidación.
En 1992, concurrimos juntos a un congreso de Informática de Sistemas en
Santiago, la capital del reino. Mi sordera ya estaba limitando severamente mis
capacidades de comunicación, por lo que mi señora me conminaba a usar
audífonos. Aproveché el viaje a Santiago para ir a probarme audífonos para
comprar y usar. Tú me acompañaste. El audífono me incomodaba. Al salir a la
calle con audífono escuchaba ruidos que no había escuchado nunca y que me
molestaban. Tú , a mi lado me decías, paciencia, es cosa de tiempo. Aguanta
Rodolfo. Yo solo quería volver al local para devolver el audífono. Con la calma
que te conocimos, insististe en que no me dejara doblegar. Que debía volver a
Arica con el audífono, que era tan solo cosa de tiempo. Así fue. Ahora sin
audífono soy hombre muerto. Doy cuenta de esto porque retrata de cuerpo entero
el privilegio que tuve de contar con tu amistad.
Posteriormente,
cuando separamos aguas al irme de Arica y venir a Talca, seguiste creciendo.
Contra viento y marea, diste origen a la vertiente virtual de la Universidad de
Tarapacá, permitiendo que ella fuera pionera en la creación de carreras
on-line. Seguimos en contacto, siguiéndonos la pista. Nos volvimos a ver en
Talca, en Santiago, en Arica, en Viña y en Concón. Yan con nuestros hijos
grandes, con nietos. Nuestras conversaciones ya giraban en torno a la salud, la
jubilación, el devenir de los hijos.
Más allá
de lo mencionado, me atrevería a afirmar que tus mayores logros fueron haber
constituido, junto con Zuny, una gran familia con dos hijos de bien, haber sido
un partícipe clave en la formación de muchas generaciones de profesionales, y
ser un amigo de fiar como pocos.
Querido
Yanko, cuesta asumir tu partida, y busco consolarme con la idea de que más temprano que tarde nos
reencontraremos para ponernos al día. Saluda a Víctor y a Jaime cuando los veas.
Un abrazo!
Rodolfo
Muchas gracias Rodolfo por tan conmovedor y profundo homenaje a mi querido hermano. Es además tan completo mostrando características profesionales y humanas tan inspiradoras. Abrazo grande, Rórick
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