![]() |
A raíz de la difícil situación actual se ha estado invocando la necesidad de que impere un espíritu republicano en el quehacer nacional, particularmente en las altas instancias políticas. Esta invocación tiende a estar asociada a coyunturas complejas que demandan solidaridad y unidad para enfrentarlas como es el caso de cataclismos naturales –terremotos, inundaciones, aluviones- y guerras militares o sanitarias, como es en la que nos encontramos actualmente, contra covid19, que afecta no solo a nuestro país, sino que a todo el mundo.
Mi sentido común me dice que república es la antítesis de lo
que se comprende por monarquía o dictadura, donde el poder no está concentrado
en una persona, ni siquiera en una élite, y donde las controversias son
resueltas civilizadamente, sin imposiciones ni menoscabos a terceros.
Cuando se incorpora el vocablo espíritu el tema adquiere otra
dimensión vinculada a un entorno, a una manera de ser, donde un espíritu
republicano implica un ambiente de escucha, de atención, de trato, de respeto
al otro, de reconocimiento a los demás. No implica ausencia de conflictos, sino
que muy por el contrario, implica reconocerlos y un espíritu capaz de procesar
pacíficamente los conflictos, voluntad para buscar y concretar acuerdos sin
menoscabo para nadie.
El espíritu republicano no se limita al momento en que se
elige a un parlamento, o cuando hay un cambio de gobierno, o cuando se rinde
tributo a los héroes de la patria. Supone mucho más que eso: una conducta, una
forma de vida, de vivir y tratar a los demás, particularmente de parte de quienes
ostentan posiciones de poder.
Las invocaciones a la unidad y solidaridad para abordar la
crisis sanitaria, económica y social caen a saco roto, y minan la credibilidad de
quienes las emiten, cuando en medio de la pandemia y confinamientos, desde la
casa de gobierno se cotizan productos gourmet –caviar, mousse de pato, paté de
jabalí y mozzarella de búfala- para los menús de La Moneda. Da lo mismo si finalmente
se concretó, o no, la compra. Lo concreto es que el solo hecho que se haya
cotizado, revela una ausencia total de espíritu republicano.
Asocio a espíritu republicano el concepto de que las
autoridades deben ser las primeras en respetar las obligaciones que se nos
imponen a los mortales de a pie. Si por estrictas disposiciones sanitarias miles
de familiares no han podido despedir como hubiesen deseado a quienes en estos días
han fallecido, con mayor razón deben cumplir tales disposiciones quienes son
nuestras máximas autoridades. Su incumplimiento por parte de la máxima
autoridad del país atenta contra el espíritu republicano al que tanto gusta
aludir: la real igualdad ante la ley.
La modestia y la austeridad también son expresiones muy
estrechamente vinculadas a lo que entiendo por espíritu republicano. En este
plano la derecha tiene un modelo en el olvido: Jorge Alessandri Rodríguez,
quien viviendo con sencillez, en su calidad de presidente del país, se iba
caminando desde su departamento a la casa de gobierno, sin escoltas ni choferes.
Esa es la esencia del espíritu republicano que le permitió levantar al país
luego del destructor terremoto de 1960, hace ya 60 años atrás. Bien haría la
derecha en recordarlo y emularlo en estos tiempos de coronavirus.
(*) Photo by Tim Marshall on Unsplash