julio 04, 2019

Una derrota dolorosa

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La derrota de Chile ante Perú en la Copa América es especialmente dolorosa por un conjunto de circunstancias, pero de la que hay que sacar las lecciones que correspondan si es que no se quiere caer en un estado depresivo.

A continuación paso a enumerar algunas de estas circunstancias. En primer lugar se perdió jugando mal. Más allá del infortunio, de los goles que se perdieron, en muchos pasajes del partido, el dominio de Perú fue manifiesto.

En segundo lugar, los pergaminos de los que venía precedido Chile eran sustancialmente mayores que los de Perú. Chile llegó precedido del cartel de campeón actual, además de que la cantidad de jugadores chilenos que juegan en los más importantes equipos europeos es sustantivamente mayor que la de jugadores peruanos. El favorito, sin lugar a dudas era Chile y tenía todas las de ganar.

En tercer lugar, si bien al inicio del campeonato en Chile no nos hacíamos mayores expectativas, con el correr de los partidos, tales expectativas fueron in crescendo, entusiasmando la solidez y ensamblaje de los noveles jugadores con quienes ya tienen su buen recorrido, llegando la convicción de que la llamada generación dorada estaría siendo sucedida por otra similar. Todo esto se vino al suelo.

En cuarto lugar, era el partido que en el papel asomaba como el más fácil. Ya todos veíamos a la roja en la final, lista para disputarla con Brasil en su propia casa y dar el batacazo, tal como lo dio Uruguay allá en 1950 con el legendario Maracaná.

En quinto lugar, al menos en el partido contra Perú, se perdió precisión, vértigo, ataque, al que nos acostumbraron los equipos del loco Bielsa y Sampaoli y que nos permitió figurar en el mapa del futbol mundial.

En sexto lugar, se miró en menos al rival, olvidando que los partidos hay que jugarlos, todos, con los dientes apretados, como lo hizo Perú. Que no hay partidos ganados de antemano. La historia está llena de resultados inesperados. El partido de Uruguay con Perú fue un buen antecedente que no parece haberse considerado. Allí Perú mostró claramente que no era pan comido. Uruguay tuvo su primer trago amargo.

Se me escaparán otros factores, pero creo que esos bastan.

Lo importante es rescatar las lecciones que nos deja esta frustración. Antes que nada, tener claro que no somos los mejores del mundo, aunque tampoco somos los peores.

Dos, que no hay partidos regalados, que a todos ellos hay que entrar concentrados, que no se puede mirar de arriba abajo a nadie, así como tampoco de abaja a arriba, como ocurría antes. Nos fuimos de un extremo a otro.

Tres, lo expresado nos dice que no hay que dejarse llevar por la soberbia, que es necesario conservar la humildad a como dé lugar.

Cuatro, que hay que acelerar el proceso de renovación, de formación de jugadores, que hay que trabajar más con los niños, con los jóvenes, con la cantera de los clubes. Quinto, que hay que recuperar el espíritu de ataque que nos inculcó el loco Bielsa, de llegar de atrás hacia adelante con el mínimo de toques posibles.

En fin, creo que con esto basta. Dejo a los lectores los agregados y las críticas que lo escrito sugiera. Salud.

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