Las candidaturas presidenciales, luego de sucesivas escaramuzas, se están decantando. Por la coalición opositora, Nueva Mayoría, la candidata ha emergido con mucha fuerza luego de una contundente victoria en unas primarias donde participaron 3 millones de personas. Al otro lado, en la coalición oficialista, la Alianza, el candidato triunfador, a poco andar quedó en el camino, fundido. Ello forzó a la nominación de un nuevo candidato, que finalmente terminó siendo una candidata, cuya confirmación está a la espera de lo que resuelva la convención de RN. Sin embargo, lo más probable es que la confirmen; al menos desde el gobierno están jugándosela todo para que así sea.
Ad portas del plazo para la inscripción de las candidaturas presidenciales y parlamentarias, las sucesivas bajadas y subidas han dejado muy mal parados no solo a los partidos de gobierno, la UDI y RN, sino que al sistema político en su conjunto. Nadie puede alegrarse con lo que ha estado ocurriendo.
La oposición se salva porque su candidata fue confirmada en las primarias, pero ahora paga las consecuencias de no haber hecho primarias parlamentarias, de donde debieron haber salido candidatos al congreso legitimados. Se farreó una oportunidad de renovar sus elencos, de abrir ventanas para que entrara aire fresco, y ahora están enfrascados en negociaciones que nadie sabe en qué terminarán porque deben resguardarse frágiles equilibrios entre los partidos que conforman la Nueva Mayoría en medio de egos que andan a la orden del día. La cocción es a fuego lento.
En esferas de gobierno el tema es patético porque los partidos que lo sostienen tuvieron que sacar a sus candidatos presidenciales del gabinete, Miguel y Laurence, para que participaran en las primarias presidenciales. Laurence se cae acosado por inversiones en paraísos fiscales y decisiones gerenciales en el ámbito privado que perjudicaron a miles de clientes de un conocido supermercado. La UDI, desesperada, a dos meses de las primarias, levanta a quien se asume era su candidato natural, Pablo, sacándolo del gobierno, para impedir a toda costa el triunfo de Miguel, candidato de RN. Gana Pablo, y en un dos por tres, se funde. La UDI, como quien saca conejos de un sombrero, para evitar que Miguel alcance a posicionarse, entre cuatro paredes, resuelve poner sobre la mesa un tercer nombre, el de Evelyn. Sin asco se echaron los resultados de las primarias al bolsillo.
Por estos días se están cocinando, las candidaturas parlamentarias para las próximas elecciones de noviembre, y por más que se intente ocultar, lo concreto es que estamos presenciando un espectáculo vergonzoso con subidas, traslados y bajadas por doquier. A Ena e Iván los mandaron al sur por orden de Pablo, quien puso a José Antonio, pero ahora que Pablo ya no está, y ante la amenaza de triunfo del díscolo de la derecha, José Manuel, reflotan a Laurence para que compita con él. ¿Quién entiende esto? Lo bajaron de las presidenciales por razones ético-morales, y ahora lo ponen como candidato al Senado. ¿Desaparecieron las razones ético-morales que motivaron su renuncia? Si nunca existieron tales razones, entonces ¿por qué lo bajaron?
Junto al casi nulo poder real del mundo político al lado del mundo económico-financiero, estos son los desaguisados que ponen a la política a nivel de la farándula, lo que permite aventurar que vienen tiempos tormentosos. Todo a fuego lento.
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