La elección de Salvador como alcalde en Arica en las últimas elecciones municipales tiene una especial connotación para Arica y para quien escribe estas líneas.
En efecto, para Arica porque representa la otra cara de la moneda que le ha tocado a Arica, al menos en las últimas más de dos décadas. Por desgracia, la corrupción se instaló en el municipio a niveles tales que sus últimos alcaldes han sido objeto de acusaciones y penas vergonzosas. Más de uno ha debido abandonar el cargo antes de su término.
El suscrito le debe mucho a Salvador. Recuerdo aquellos años bajo la dictadura, cuando presidía la Asamblea de la Civilidad en Arica en su calidad de Presidente del Colegio Médico, expresando su rechazo a un gobierno que vulneraba los derechos esenciales de las personas, en tiempos que el temor hacía presa de la mayoría. A sus primeras convocatorias, junto con el recordado Dr. Jaime Barros P.C., asistían unos pocos audaces dispuestos a dar la cara. Su palabra, siempre positiva, lógica, razonable; su claridad de conceptos, de ideas, me hizo involucrarme, siendo ya mayorcito, en la política contingente, un ámbito que siempre observé con interés, pero con aprensión, hasta que Salvador me invitó a implicarme cuando presidía el Partido por la Democracia (PPD) en Arica. Gracias a su capacidad de seducción y sus convicciones, ingresé al PPD y sigo en el partido, aunque él, por poderosas razones, ya no lo está. En síntesis, él es mi mentor.
El sistema binominal, y la caricatura de que Arica sea una región, pero no una circunscripción electoral, impidió que Salvador fuese elegido senador a pesar de haber obtenido la primera mayoría. Gracias a esa derrota, su cariño por Arica, su perseverancia y el respaldo de Arica, hoy lo tenemos como alcalde electo cuando lo necesitamos más que nunca.
Lo necesitamos para que revierta el estado de ánimo. Un estado de ánimo que su sola elección, y el ascenso de San Marcos de Arica a la primera división del futbol profesional, ya ha revertido, pero que se hace necesario sostener sobre bases sólidas. Bases que deberán estar constituidas por la honestidad, la verdad, la responsabilidad, el trabajo bien hecho, prioridades guiadas por el bien común, por las necesidades de los más postergados. No más engaños, no más corruptelas, no más amiguismos. Que el municipio sea la casa de todos. Una casa que escuche, que acoja. Con eso, podemos darnos por satisfechos.
El momento no podía ser más apropiado para el ascenso de Salvador a la alcaldía. Su experiencia en el ámbito público, su experiencia política, y el respaldo obtenido lo colocan en el lugar y el momento propicio. Votaron por él moros y cristianos. Nadie puede apropiarse de su triunfo, solo Arica. Su votación, muy por encima de la alcanzada por los candidatos del PRO a concejales, lo demuestra. Votaron por él quienes adhieren a la Concertación, a la Izquierda y a la Derecha, no obstante que estas fuerzas presentaron candidatos a la alcaldía.
Salvador cuenta con un recurso escaso en el mundo actual y que es esencial a la hora del servicio público: sentido común, sensibilidad social. Por eso se confía en él, por eso, tenemos plena confianza en él.
Por todo esto, y mucho más, tengo la certeza de que vendrán días mejores para Arica.
Comparto tus aspiraciones, ojalá no sólo se queden en eso. Mucho se puede hacer sólo actuando con libertad, honestidad y transparencia, pero mostrando hecho. Así como un día re-parafraseaste "por sus obras los conoceréis".
ResponderBorrarBienvenido Salvador! Ojala su capacidad de liderazgo lo convierta en eso mismo, un salvador de la dignidad de la politica, especialmente por el bien de nuestra querida Arica
ResponderBorrarMis mejores deseos de exito
Ricardo Aguero