Fraudes bancarios
Algunos de nosotros hemos tomado conocimiento de fraudes bancarios que afectan a amigos, conocidos, o a nosotros mismos. Cuando hablamos de fraude bancario estamos refiriéndonos a sustracciones de fondos desde nuestras respectivas cuentas bancarias por parte de terceros no autorizados. Sustracciones a partir de giros en cajeros automáticos y/o de compras en casas comerciales. Si bien, estadísticamente, la cantidad de fraudes puede no ser significativa, en relación a la cantidad de transacciones bancarias que tienen lugar, tiene un impacto significativo en quienes están directamente afectados. Tanto por los montos que pueden estar comprometidos, como por la inseguridad que abre y/o la pobre respuesta que se recibe de los bancos.
Es un tema que no se puede soslayar, particularmente cuando no se ha producido pérdida de tarjetas bancarias ni se han entregado claves a terceros. Se trata de una estafa, un robo, un asalto. Se suele afirmar que uno de las causas es la clonación de tarjetas; por razones obvias se elude hacer mención a eventuales acciones ilícitas por parte de personas al interior de la propia banca. Sin embargo no se puede descartar nada, ni siquiera que las acusaciones de fraude provengan de los propios titulares de las cuentas bancarias. Todo eso amerita una investigación, y la única que puede y debe llevarla a cabo, es el propio banco involucrado, si es que no se quiere implicar al judicializar el caso. En general todo cliente evitará esta última vía por la gangrena que implica en términos de costos y tiempos, amén de que tendrá que lidiar con poderosos bufetes de abogados contratados por la banca.
Es importante consignar que la clonación de tarjetas implica no solo que terceros pasan a disponer de una tarjeta idéntica a la que tiene uno, sino que también se apropia de la clave. ¿Cómo se clonan las tarjetas? ¿En los cajeros automáticos? ¿Desde éstos se extrae la información contenida en las tarjetas para después reproducirla en otra tarjeta física? Quienes no somos expertos en el tema no lo sabemos; lo que sí sabemos es que nosotros, simples mortales y clientes del banco, vemos como nuestros dineros se hacen humo por obra del birbiriloque y que no se nos restituyen los fondos sustraídos apenas realizada la denuncia, amparado en los procedimientos que para estos efectos posee la banca.
Por otra parte el banco exige la contratación de seguros, y en algunos casos existen distintos tipos de seguros, que según sus costos, cubren mayores o menores montos. A estos seguros cuesta encontrarles una explicación para el tipo de eventos en los cuales a un cliente no le incumbe responsabilidad alguna. En vez de guardar los dineros bajo el colchón uno abre una cuenta bancaria porque se asume que allí tendrá sus dineros a buen recaudo. Es absurdo tener que contratar un seguro para compensar transacciones efectuadas por terceros con tarjetas clonadas o realizadas desde el propio banco.
En este plano la reacción del banco debe ser ágil, restituyendo en forma inmediata los recursos sustraídos, iniciar la investigación de rigor en forma inmediata y concluirla rápidamente. Lamentablemente este no es la norma, ni siquiera con los clientes de años.
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