Impregnados de alcoholismo
En la ruta de la fruta, esa que va de Pelequén hasta el puerto de San Antonio, a la altura del pueblo de Las Cabras, en la VI Región, al volante de un camión con acoplado iba un potencial asesino que en segundos se transformó en un asesino real y concreto matando a 5 personas y dejando heridas a 11 personas, varias de ellas de gravedad. Este es el resultado de tres impactos sucesivos como secuela de una carrera sin control.
El camión llevaba un cargamento de 40 toneladas de maíz; su chofer conducía en estado de ebriedad como lo demuestra el alcotest que se le aplicó. No era primera vez, puesto que ya tenía antecedentes de conducir bajo los efectos del alcohol. Uno se pregunta: ¿hasta cuándo vamos a seguir manejando en estas condiciones? No se trata de un hecho puntual, sino reiterativo. Puntual será la magnitud del accidente, pero si nos ponemos una mano en el corazón sabemos que periódicamente, regularmente, asistimos a accidentes similares.
El tema del alcoholismo en nuestro país es un problema que no hemos abordado con la energía que amerita. Existe una cultura permisiva hacia ella a la que no le ponemos coto. Una cultura de tolerancia, de aceptación, de condescendencia que no se condice con los niveles de desarrollo que aspiramos.
En esta ocasión es un accidente del tránsito el que nos hace poner el grito en el cielo, pero si no es esta clase de accidente, lo es cualquier otro. Digámoslo claramente: son muchas las familias que asocian el vocablo alcohol con la muerte. El alcoholismo es motivo, entre otros males, de baja productividad laboral, de violencia intrafamiliar, de destrucción de hogares, de asesinatos y robos, de violaciones, de bajo rendimiento deportivo, de rencillas y desórdenes al por mayor. ¿Somos incapaces de alegrarnos sin alcoholizarnos? ¿De conversar en torno a una mesa sin emborracharnos? ¿Qué es lo que nos conduce al alcohol?
Para el caso en referencia, para rematarla, el chofer no solo conducía ebrio, sino que estaba conduciendo un camión cuya revisión técnica estaba vencida desde julio del 2008, y el remolque una revisión técnica rechazada en enero del presente año. Por otra parte, los antecedentes disponibles señalan que antes del accidente se observó al chofer tomando con otros de sus colegas en la localidad de Las Cabras.
O sea, la ebriedad venía acompañada de irresponsabilidad al por mayor donde en esta ocasión uno de los potenciales asesinos se convirtió en uno real a costa de inocentes víctimas a quienes hoy lloran sus familiares. Pero los otros potenciales asesinos siguen en carrera, quienes se convertirán en asesinos reales cuando nuevas víctimas se crucen a su paso. Y nuevamente volveremos a llorar. Desafortunadamente esta secuencia se repetirá una y otra vez en tanto no abordemos el tema en su raíz: nuestra complicidad con una sociedad que promueve y ampara el alcoholismo.
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