Altibajos futboleros y de los otros
El domingo pasado el país estaba esperanzado en un triunfo sobre la selección brasileña. Esperanza, como tantas otras veces, frustrada con una contundente e inapelable derrota que nos vuelve a aterrizar. A los pocos días, la otra cara de la medalla: el triunfo apoteósico ante los colombianos que devuelve el alma al cuerpo. Este fenómeno cíclico, en el que la esperanza es acompañada de frustración, ésta por la esperanza, es algo que trasciende lo meramente futbolístico.
Sin pretender retroceder mucho en nuestra historia, tan solo me permitiré recordar los tiempos del innombrable cuando al inicio de su dictadura nos vendió el cuento de convertirnos en una gran nación sobre la base del exterminio de comunistas, humanoides, filocomunistas y demases. En los años de euforia empresarial, a mediados de los 70 se llegó a asegurar que a fines de los 80 tendríamos tantos chilenos por teléfono, por automóvil, por casa, etc. Nos creímos el cuento, por lo que nos endeudamos como nunca y terminamos como siempre: con la recesión del 82 en el que no quedó títere sin cabeza, excepto los buitres que siempre encuentran su puerta de escape.
Esa aterrizada nos volvió a la realidad, la que se prolongó por bastantes años, hasta que nuevamente nos volvimos a entusiasmar. Sumergidos en el olvido las penurias de las esperanzas frustradas, nos volvimos a creer el cuento. Incluso se llegó a decir que llegaríamos al bicentenario de frac, con los pantalones largos, convertidos como tromba en un país desarrollado. Ya estamos en el 2008 y la gran mayoría continúa pateando piedras.
La analogía con el futbol salta a la vista: nos creímos el cuento que Brasil ya no era el mismo de antes, que no venía Kaka; y que nosotros estábamos como nunca: con los últimos partidos eliminatorios ganados y con un plantel estelar que incluye figuras actuando en clubes a nivel mundial. Y volados como estábamos, decidimos jugarle al ataque a los brasileros en nuestra cancha. En un dos por tres los brasileros nos hicieron retornar a la realidad. Nuestra estrategia había sido suicida.
A los pocos días, pese a enfrentar a un rival de menor enjundia, Colombia, nuestra estrategia fue mas cautelosa, sin regresar al juego arratonado de antaño. El juego y el resultado nos devolvieron la alegría y la esperanza. Desgraciadamente, mientras la irregularidad nos caracterice seguiremos presa de la inspiración nuestra o la de los rivales. Y la irregularidad solo la podremos superar el día que entendamos que los resultados, al menos en el mediano y largo plazo, son resultados de procesos, de esfuerzos persistentes, sostenidos.
El domingo pasado el país estaba esperanzado en un triunfo sobre la selección brasileña. Esperanza, como tantas otras veces, frustrada con una contundente e inapelable derrota que nos vuelve a aterrizar. A los pocos días, la otra cara de la medalla: el triunfo apoteósico ante los colombianos que devuelve el alma al cuerpo. Este fenómeno cíclico, en el que la esperanza es acompañada de frustración, ésta por la esperanza, es algo que trasciende lo meramente futbolístico.
Sin pretender retroceder mucho en nuestra historia, tan solo me permitiré recordar los tiempos del innombrable cuando al inicio de su dictadura nos vendió el cuento de convertirnos en una gran nación sobre la base del exterminio de comunistas, humanoides, filocomunistas y demases. En los años de euforia empresarial, a mediados de los 70 se llegó a asegurar que a fines de los 80 tendríamos tantos chilenos por teléfono, por automóvil, por casa, etc. Nos creímos el cuento, por lo que nos endeudamos como nunca y terminamos como siempre: con la recesión del 82 en el que no quedó títere sin cabeza, excepto los buitres que siempre encuentran su puerta de escape.
Esa aterrizada nos volvió a la realidad, la que se prolongó por bastantes años, hasta que nuevamente nos volvimos a entusiasmar. Sumergidos en el olvido las penurias de las esperanzas frustradas, nos volvimos a creer el cuento. Incluso se llegó a decir que llegaríamos al bicentenario de frac, con los pantalones largos, convertidos como tromba en un país desarrollado. Ya estamos en el 2008 y la gran mayoría continúa pateando piedras.
La analogía con el futbol salta a la vista: nos creímos el cuento que Brasil ya no era el mismo de antes, que no venía Kaka; y que nosotros estábamos como nunca: con los últimos partidos eliminatorios ganados y con un plantel estelar que incluye figuras actuando en clubes a nivel mundial. Y volados como estábamos, decidimos jugarle al ataque a los brasileros en nuestra cancha. En un dos por tres los brasileros nos hicieron retornar a la realidad. Nuestra estrategia había sido suicida.
A los pocos días, pese a enfrentar a un rival de menor enjundia, Colombia, nuestra estrategia fue mas cautelosa, sin regresar al juego arratonado de antaño. El juego y el resultado nos devolvieron la alegría y la esperanza. Desgraciadamente, mientras la irregularidad nos caracterice seguiremos presa de la inspiración nuestra o la de los rivales. Y la irregularidad solo la podremos superar el día que entendamos que los resultados, al menos en el mediano y largo plazo, son resultados de procesos, de esfuerzos persistentes, sostenidos.
“La "Roja" nunca ha podido vencer a ambas selecciones jugando en Quito y Santiago. Ha logrado tres unidades de 24 posibles.”
ResponderBorrarLa cita, refiriéndose a los próximos partidos con Ecuador y Argentina, proviene de la edición digital de hoy de La Tercera. Esto se contrasta con un pronóstico netamente optimista respecto al partido del pasado Domingo de muchos medios de comunicación, porque los brasileños no habían ganado en Santiago por muchos años en partidos eliminatorios.
De donde salen estos periodistas? Donde esta la lógica? Por qué somos tan arrebatados? Por qué nos dejamos engañar tan facilmente?
Distintos jugadores, distinta época, distintas circunstancias, distinto karma, distinto universo. Aunque los jugadores fuesen los mismos, no jugarían igual. Lo que vale para obtener las metas propuestas, como usted bien lo dice don Rodolfo, es el proceso, las habilidades desarrolladas, y la capacidad de trabajar en equipo con inteligencia, insistencia y concentración. El chiripazo, si resulta, resulta cuando los dioses están jugando con nosotros. Ojo.
Ahora, fijándose solamente en probabilidades numéricas: si yo me visto con camiseta roja y tiro un dado tres veces y las tres veces me sale un seis, la cuarta vez que lo tire, cual es la probabilidad de que me salga otro seis? La racha de los tres previos seis aumenta la posibilidad de que salga otro seis en el cuarto partido? Perdon, cuarto tiro?