La internacionalización universitaria
Las universidades están experimentando profundos cambios. Uno de ellos está relacionado con su ámbito de acción o su área de influencia. Una de las instituciones más tradicionales, la universitaria, está experimentando los embates de la globalización y competitividad. La respuesta generalizada es la internacionalización de sus objetivos, de sus programas académicos, de sus proyectos de investigación, de sus estudiantes, de sus académicos. Todo esto acicateado por las tecnologías de información y comunicación que están facilitando este nuevo enfoque que bien gestionado puede rendir numerosos y hermosos frutos.
La internacionalización de las universidades está derribando fronteras, distancias no solo físicas, acercando a las personas y facilitando el diálogo y la discusión, elementos claves para generar nuevos conocimientos. Cada vez es más frecuente encontrarnos con estudiantes de diversas nacionalidades y culturas compartiendo un espacio común. Sin perder cada uno su identidad, este nuevo ambiente que se está generando es una gran contribución a la paz entre los pueblos. Mientras más nos conozcamos, mientras más tiempo compartamos, más estamos alejándonos del espectro de la guerra, la que se alimenta del aislamiento y la ignorancia de los pueblos.
La internacionalización de las universidades aparentemente tiene una connotación meramente académica, sin embargo trasciende a ellas desde el momento que incide en el desarrollo de las regiones en que se insertan a través del intercambio y aporte de nuevas ideas, nuevos enfoques, nuevas miradas de quienes han decidido vivir, estudiar y trabajar con nosotros. Y eso nos hace bien, nos ayuda a levantar la mirada, a mirar más allá, a buscar nuevos senderos de solución a problemas ancestrales, a abrirnos más.
Escribo estas líneas como consecuencia de una invitación que la Dirección de Relaciones Internacionales de la Universidad de Talca realizara recientemente a sus académicos extranjeros. Llamó la atención su cantidad, del orden de 30, quienes imparten clases y desarrollan investigación interactuando con alumnos y otros académicos. Esta cantidad representa del orden del 20% de la planta académica universitaria. A ellos hay que sumar los estudiantes de otros países que han decidido estudiar en la región.
Pero la internacionalización no se agota en el intercambio académico, sino que se extiende al ámbito de las titulaciones y otras áreas de gran interés. Merced a convenios los estudiantes están logrando acceder a titulaciones de otras universidades vía homologaciones y pasantías. Oportunidades que antes no existían se están abriendo paso. Ojala esto constituya un impulso para la construcción de un mundo donde la discusión en torno a las fronteras físicas pase a ser una anécdota del pasado, al igual que aquellas en torno a las desigualdades.
Las universidades están experimentando profundos cambios. Uno de ellos está relacionado con su ámbito de acción o su área de influencia. Una de las instituciones más tradicionales, la universitaria, está experimentando los embates de la globalización y competitividad. La respuesta generalizada es la internacionalización de sus objetivos, de sus programas académicos, de sus proyectos de investigación, de sus estudiantes, de sus académicos. Todo esto acicateado por las tecnologías de información y comunicación que están facilitando este nuevo enfoque que bien gestionado puede rendir numerosos y hermosos frutos.
La internacionalización de las universidades está derribando fronteras, distancias no solo físicas, acercando a las personas y facilitando el diálogo y la discusión, elementos claves para generar nuevos conocimientos. Cada vez es más frecuente encontrarnos con estudiantes de diversas nacionalidades y culturas compartiendo un espacio común. Sin perder cada uno su identidad, este nuevo ambiente que se está generando es una gran contribución a la paz entre los pueblos. Mientras más nos conozcamos, mientras más tiempo compartamos, más estamos alejándonos del espectro de la guerra, la que se alimenta del aislamiento y la ignorancia de los pueblos.
La internacionalización de las universidades aparentemente tiene una connotación meramente académica, sin embargo trasciende a ellas desde el momento que incide en el desarrollo de las regiones en que se insertan a través del intercambio y aporte de nuevas ideas, nuevos enfoques, nuevas miradas de quienes han decidido vivir, estudiar y trabajar con nosotros. Y eso nos hace bien, nos ayuda a levantar la mirada, a mirar más allá, a buscar nuevos senderos de solución a problemas ancestrales, a abrirnos más.
Escribo estas líneas como consecuencia de una invitación que la Dirección de Relaciones Internacionales de la Universidad de Talca realizara recientemente a sus académicos extranjeros. Llamó la atención su cantidad, del orden de 30, quienes imparten clases y desarrollan investigación interactuando con alumnos y otros académicos. Esta cantidad representa del orden del 20% de la planta académica universitaria. A ellos hay que sumar los estudiantes de otros países que han decidido estudiar en la región.
Pero la internacionalización no se agota en el intercambio académico, sino que se extiende al ámbito de las titulaciones y otras áreas de gran interés. Merced a convenios los estudiantes están logrando acceder a titulaciones de otras universidades vía homologaciones y pasantías. Oportunidades que antes no existían se están abriendo paso. Ojala esto constituya un impulso para la construcción de un mundo donde la discusión en torno a las fronteras físicas pase a ser una anécdota del pasado, al igual que aquellas en torno a las desigualdades.
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