Elecciones en las universidades (parte 1)
Varias universidades han entrado en un proceso electoral, entre ellas, la Universidad de Tarapacá. La elección de Rector es una de las pocas ocasiones en que existe la oportunidad de debatir y reflexionar en torno al tipo de universidad pública que se ha estado construyendo desde los tiempos de Pinochet y que a la fecha no ha sufrido mayores modificaciones tanto en sus aspectos legales como en su sistema de financiamiento.
No pocos perciben que el concepto de universidad pública se encuentra en una encrucijada, en una suerte de callejón sin salida, pues de no generarse cambios importantes va encaminada a su total privatización. Crecientemente se entiende menos que las universidades pertenecientes al Consejo de Rectores reciban aportes fiscales directos y otras no. De igual forma cuesta comprender porqué si un estudiante se matricula en una universidad privada no tenga acceso al crédito universitario. Es decir, no es fácilmente comprensible la razón que lleva al Estado a apoyar financieramente a unos estudiantes y universidades y otros no.
Si se trata de producir bienes o servicios públicos, su generación no tiene porqué limitarse a organizaciones públicas. En el país ya existe la creencia generalizada de que es posible proveer bienes y/o servicios públicos por parte de privados en condiciones de mayor eficiencia.
La discusión al interior de las universidades suele centrarse en las características que debe asumir su organización interna –más o menos Vicerrectorías, más o menos Facultades, dependencias de Escuelas y Departamentos; o en las características de su gestión –más o menos centralizada, más o menos transparencia, con o sin representantes de estudiantes y administrativos en sus organismos de gobierno colegiados -; o en las características personales de quienes postulan a la rectoría –con más o menos trayectoria académica; talantes más o menos autoritarios.
La discusión en torno a estas materias evade el problema de fondo, esto es: el rol de la universidad pública en una sociedad democrática en el mundo actual. Esta evasión de lo sustantivo y su intento de adaptarse o ajustarse a un modelo de sociedad basado en factores de mercado, la ha hecho perder la brújula.
La universidad pública ha dejado de ser el ambiente y espacio de generación de reflexiones e ideas destinada a configurar la sociedad que queremos, para ser hoy una institución que está siendo conducida por un modelo de sociedad acrítica y obsecuente que nadie osa discutir. Se asume como dato de la causa. En lenguaje juvenil: “Es lo que hay”.
De ahí que en los debates internos que por estos días tienen lugar no se observa que se vaya al tema de fondo: el actual modelo universitario se encuentra entrampado en un proceso de privatización y mercantilización que está conduciendo inexorablemente a la extinción de la universidad pública. ¿Es esto lo que se busca?
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