enero 16, 2006

El triunfo de Michelle

Después de la primera vuelta, sin perjuicio que siempre se confiaba en una victoria de Michelle, la duda no dejó de asomarse, ya sea por la energía de la candidatura opositora, la inmediatez con que Joaquín y la UDI se plegaron a Sebastián, su arremetida por perforar la Concertación, particularmente a la Democracia Cristiana, como por los iniciales desencuentros al interior del comando de Michelle.

Sin embargo, como en tantas otras oportunidades, Michelle y la Concertación fueron capaces de corregir errores, haciendo estériles los esfuerzos opositores. En términos futbolísticos, un partido que muchos pensaron que se ganaba al cabo de los primeros 90 minutos, la oposición logró llevar el partido a un alargue –la segunda vuelta-, pero finalmente lo perdió estrepitosamente por un marcador holgado, más de 6 puntos porcentuales.

El comando y la estrategia de unos fue la correcta, y de los otros, incorrecta. En el caso de Michelle su comando fue reforzado con las figuras de Andrés Zaldívar y Sergio Bitar quienes introdujeron experiencia, capacidad, orden y claridad allí donde por momentos reinó la confusión. Tanto ellos como el PDC se impusieron la necesidad de bloquear y evitar una sangría ante los embates de Sebastián por meter una cuña en la Concertación apelando a su condición humanista cristiana.
Por el contrario, Sebastián apenas supo que había sido el escogido para la segunda vuelta, incorporó a su comando a los máximos dirigentes de la UDI y al propio Joaquín. Si bien con ello procuró asegurarse la votación que había alcanzado Joaquín, incurrió en su primera contradicción vital. En efecto, es como intentar cuadrar un círculo pretender atraer para sí al centro sin dejar a un lado a la derecha dura representada por la UDI. Con esta fuerza política a su lado, los mensajes dirigidos al centro perdieron credibilidad, la que se había ganado por el énfasis que había puesto en su diferenciación con Joaquín. Esto es, para la segunda vuelta borró con el codo lo escrito con la mano para la primera vuelta.
Entre la primera y la segunda vuelta tuvo lugar un único debate nacional, oportunidad preciosa para que Sebastián remontara su posición y desplazara a Michelle a un segundo lugar, dadas las características que se conocían de los candidatos. Para sus pretensiones, el resultado de su presentación fue desastroso, por más que los medios de comunicación masivos –en su mayoría adherentes a a Sebastián- intentaran “mostrar” que había ganado el debate. Desastroso porque mostró facetas de Sebastián desconocidas para la mayoría de nosotros: agresividad, ansiedad, nerviosismo, prepotencia, autoritarismo. Por el contrario, Michelle derrochó tranquilidad y sabiduría. Mientras Sebastián basó su campaña en ofertas populistas, poner en duda la capacidad y el liderazgo de Michelle, así como por su condición de mujer y de izquierda; Michelle en cambio, se basó en propuestas centradas y clarificadoras respecto de lo que será su gobierno, en particular respecto del estilo con que aspira gobernar: quiere ejercer un liderazgo no tradicional, convocante, motivador, amable, horizontal, no impositivo.
El día después del debate, el clima era otro: confianza y seguridad en en el triunfo de parte de los adherentes de Michelle; y temores en la acera contraria. De ahí para adelante se fraguó la victoria que por momentos daba la impresión que se escapaba.
Finalmente se dio la lógica. Pesaron las corrientes profundas, de largo plazo por sobre los factores de corto plazo. Pesó la valoración que la ciudadanía hace de los gobiernos de la Concertación. Sumando y restando es imposible desconocer los cambios y desafíos que han sido capaces de emprender los gobiernos respaldados por la Concertación. Quedan tareas pendientes y hay tareas a corregir. El pueblo sigue confiando en la Concertación, y no solo eso, ahora delegó la confianza en que el nuevo gobierno sea encabezado por una mujer.
En su primer discurso como presidenta electa, ya ha marcado un nuevo estilo, afirmando que podemos tener la certeza que “digo lo que pienso; hago lo que digo, porque Chile se le merece”; y en referencia a su padre, General de Aviación torturado y muerto por los esbirros de la dictadura, dijo sin ambages: “Quisiera abrazar hoy a mi padre”. Todo esto, rodeado de su familia constituida por su madre y sus 3 hijos de dos padres distintos. Su vida ha sido difícil, como la de muchos. Su elección rompe tabúes y revela que soplan nuevos vientos que no dejan de asombrarnos. Es tarea nuestra apoyarla con todas nuestras fuerzas para encarar los desafíos que tenemos por delante.

1 comentario:

  1. Anónimo8:15 p.m.

    Yo, con toda la distancia que tuve con el proceso eleccionario, llegue a las mismas percepciones en el periodo de campaña de la segunda vuelta. Si bien, sabía que ella iba a terminar siendo elegida presidenta, pero en los dias entre el cierre de campaña y las elecciones mismas...me asuste...

    Quizá me sucedio porque leí lo del "efecto genero" donde las candidatas mujeres obtienen mas votos de voz, pero menos de hecho (donde la gente promete pero al final se arrepiente); me asustó que mucha gente confiaría en Piñera por asumirlo mas experto, versado, habil y cosmopolita basado en su éxito empresarial; me asustó el prejuicio.

    Una de las cosas que más me impactó fue cuando recibí un spam de un grupo fundamentalista católico que me pedía una donación para poner un anuncio que aconsejara a No votar por Michelle por su posición a reconocer legalizaciones internacionales en el tema de uniones homosexuales. Me dio miedo...pense...cuando católico dogmático votará solo por su rechazo a la "falta de religión" de la candidata o por desaprobar su historia personal o por proteger los esfuerzos ultra-conservadores de la iglesia católica?

    Pero lo bueno es que no paso...

    Ahora le queda un peso super grande. El peso del plan de los 100 días, el peso de que cada una de sus decisiones será juzgada como una decisión de mujer, el peso de una oposición con críticas basadas en ideas del siglo pasado que representan a muchos chilenos...se tendrá que defender de mucho esta presidenta.

    No quería volver a un Chile piñeroso....menos mal =)

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