El debate Michelle-Sebastián
En la semana tuvo lugar el debate nacional televisivo entre los dos candidatos presidenciales de cara a la segunda vuelta electoral. Por tratarse del único debate, constituyó la oportunidad para que -a nivel de todo el país- pudiese calibrar las cualidades de cada uno de los candidatos en carrera, más allá de la parafernalia publicitaria.
Tanto Michelle como Sebastián llegaron al debate precedidos de determinados antecedentes que condicionaban su comportamiento en pantalla. De partida, el resultado de la primera vuelta: Michelle con un 46% y Piñera con un 25%. Asumiendo que quienes votaron por uno de ellos en la primera vuelta se repetirán el plato en la segunda vuelta, lo que se disputa entonces sería el 29% restante, el 24% de Lavín y el 5% de Hirsch. Quien está más cerca de ganar, o sea, de lograr la mayoría absoluta, sería Michelle, a quien le faltan tan solo 5 puntos porcentuales; a Sebastián le falta un 26%.
Por tanto, la tarea más ardua la tuvo Sebastián, razón por la que entró al debate forzado a remontar su posición. A su favor contaba con un escenario en el que siempre se ha sentido cómodo -haciendo uso de su desbordante personalidad-, el de un debate en el que se dispone de poco tiempo para responder. Michelle por su parte, si bien tenía la ventaja de su naturalidad y cercanía con la gente, en los debates anteriores había mostrado falencias a la hora de exponer con claridad las ideas, proyectos y equipos que respaldan su opción en el tiempo disponible. En consecuencia, la expectativas corrían a favor de Sebastián, quien tenía mucho más que ganar que de perder. De allí su particular interés por el debate.
Sebastián, dando por sentado que la votación de Joaquín se le traspasará automáticamente, centró su estrategia en horadar la votación que obtuviera Michelle en la primera vuelta. De otra manera no se explica que cuando se le pidió que nombrara al peor presidente que ha tenido Chile, respondiera que Pinochet y Allende. Cabe recordar que el soporte civil de Pinochet fue el gremialismo, cuyo sucesor político es la UDI, partido en el que milita Joaquín, y que hoy dice respaldarlo. O sea, asume que diga lo que diga, la votación de Joaquín la tendría en el bolsillo.
Y cuando a Sebastián se le consulta por el mejor presidente que ha tenido Chile, no duda en afirmar que ha sido Eduardo Frei Montalva, aparentemente más por motivos personales y familiares que políticos. Si bien con ello intenta hacerle un guiño a los demócratacristianos, se enfrenta a una seria contradicción o inconsistencia que políticamente le puede costar muy cara.
Sí, porque en política la confiabilidad y consistencia están entre los valores más preciados. De otro modo, con sus afirmaciones ¿cómo se explica que no sea demócratacristiano? ¿cómo se explica que tras él estén quienes respaldaron el gobierno que él califica como uno de los peores que ha tenido Chile? ¿cómo se explica que considere como el mejor presidente de Chile a Frei Montalva, a quien la derecha calificara como el Kerensky chileno por pavimentarle el camino al comunismo? Esa misma derecha que hoy lo respalda, al menos teóricamente.
Pero además, en el debate afloró una faceta de Sebastián que no se le conocía. Se le vió agresivo, nervioso, irascible, apatronado. Por momentos descontrolado. Apatronado porque apela a un liderazgo tradicional, clásico, autoritario, machista, que se contrapone fuertemente con el que encarna Michelle, un liderazgo convocante, incluyente, no impositivo, motivador, facilitador; nervioso al ver que la oportunidad del debate se le iba entre los dedos cuando comienza a percibir que quien tenía al frente traspasaba tranquilidad y naturalidad en sus respuestas; irascible cuando se le reprochó el cambio que se hizo en su curriculum cuando surgieron las primeras denuncias de que éste se encontraría inflado; y agresivo cuando atacó al ex ministro de educación, Sergio Bitar, por abandonar el ministerio para asumir la conducción estratégica de la campaña de Michelle para la segunda vuelta. Lo hizo a sabiendas que Sergio no tenía cámara para responderle.
Lo expuesto significa que todos los atributos que se le asignaban, personalidad, carácter, liderazgo, y que ha querido encapsular en el eslogan “más presidente”, se derrumbaron. Un presidente debe ser reflexivo y prudente, atributos que Sebastián demostró no tener. Fue por lana y salió trasquilado. Las expectativas que habían respecto de Sebastián se vieron defraudadas. Por el contrario, Michelle creció: ha ido de menos a más. En el debate mostró atributos que no habían aflorado con anterioridad, y que nos dan la tranquilidad que nos hacía falta y que le darán la victoria: ideas claras, tranquilidad, decisión, confianza, seguridad, serenidad.
La consecuencia no puede ser otra que la de una victoria clara, inobjetable y contundente. Ella hizo y está haciendo su faena. A nosotros nos corresponde completarla.
En la semana tuvo lugar el debate nacional televisivo entre los dos candidatos presidenciales de cara a la segunda vuelta electoral. Por tratarse del único debate, constituyó la oportunidad para que -a nivel de todo el país- pudiese calibrar las cualidades de cada uno de los candidatos en carrera, más allá de la parafernalia publicitaria.
Tanto Michelle como Sebastián llegaron al debate precedidos de determinados antecedentes que condicionaban su comportamiento en pantalla. De partida, el resultado de la primera vuelta: Michelle con un 46% y Piñera con un 25%. Asumiendo que quienes votaron por uno de ellos en la primera vuelta se repetirán el plato en la segunda vuelta, lo que se disputa entonces sería el 29% restante, el 24% de Lavín y el 5% de Hirsch. Quien está más cerca de ganar, o sea, de lograr la mayoría absoluta, sería Michelle, a quien le faltan tan solo 5 puntos porcentuales; a Sebastián le falta un 26%.
Por tanto, la tarea más ardua la tuvo Sebastián, razón por la que entró al debate forzado a remontar su posición. A su favor contaba con un escenario en el que siempre se ha sentido cómodo -haciendo uso de su desbordante personalidad-, el de un debate en el que se dispone de poco tiempo para responder. Michelle por su parte, si bien tenía la ventaja de su naturalidad y cercanía con la gente, en los debates anteriores había mostrado falencias a la hora de exponer con claridad las ideas, proyectos y equipos que respaldan su opción en el tiempo disponible. En consecuencia, la expectativas corrían a favor de Sebastián, quien tenía mucho más que ganar que de perder. De allí su particular interés por el debate.
Sebastián, dando por sentado que la votación de Joaquín se le traspasará automáticamente, centró su estrategia en horadar la votación que obtuviera Michelle en la primera vuelta. De otra manera no se explica que cuando se le pidió que nombrara al peor presidente que ha tenido Chile, respondiera que Pinochet y Allende. Cabe recordar que el soporte civil de Pinochet fue el gremialismo, cuyo sucesor político es la UDI, partido en el que milita Joaquín, y que hoy dice respaldarlo. O sea, asume que diga lo que diga, la votación de Joaquín la tendría en el bolsillo.
Y cuando a Sebastián se le consulta por el mejor presidente que ha tenido Chile, no duda en afirmar que ha sido Eduardo Frei Montalva, aparentemente más por motivos personales y familiares que políticos. Si bien con ello intenta hacerle un guiño a los demócratacristianos, se enfrenta a una seria contradicción o inconsistencia que políticamente le puede costar muy cara.
Sí, porque en política la confiabilidad y consistencia están entre los valores más preciados. De otro modo, con sus afirmaciones ¿cómo se explica que no sea demócratacristiano? ¿cómo se explica que tras él estén quienes respaldaron el gobierno que él califica como uno de los peores que ha tenido Chile? ¿cómo se explica que considere como el mejor presidente de Chile a Frei Montalva, a quien la derecha calificara como el Kerensky chileno por pavimentarle el camino al comunismo? Esa misma derecha que hoy lo respalda, al menos teóricamente.
Pero además, en el debate afloró una faceta de Sebastián que no se le conocía. Se le vió agresivo, nervioso, irascible, apatronado. Por momentos descontrolado. Apatronado porque apela a un liderazgo tradicional, clásico, autoritario, machista, que se contrapone fuertemente con el que encarna Michelle, un liderazgo convocante, incluyente, no impositivo, motivador, facilitador; nervioso al ver que la oportunidad del debate se le iba entre los dedos cuando comienza a percibir que quien tenía al frente traspasaba tranquilidad y naturalidad en sus respuestas; irascible cuando se le reprochó el cambio que se hizo en su curriculum cuando surgieron las primeras denuncias de que éste se encontraría inflado; y agresivo cuando atacó al ex ministro de educación, Sergio Bitar, por abandonar el ministerio para asumir la conducción estratégica de la campaña de Michelle para la segunda vuelta. Lo hizo a sabiendas que Sergio no tenía cámara para responderle.
Lo expuesto significa que todos los atributos que se le asignaban, personalidad, carácter, liderazgo, y que ha querido encapsular en el eslogan “más presidente”, se derrumbaron. Un presidente debe ser reflexivo y prudente, atributos que Sebastián demostró no tener. Fue por lana y salió trasquilado. Las expectativas que habían respecto de Sebastián se vieron defraudadas. Por el contrario, Michelle creció: ha ido de menos a más. En el debate mostró atributos que no habían aflorado con anterioridad, y que nos dan la tranquilidad que nos hacía falta y que le darán la victoria: ideas claras, tranquilidad, decisión, confianza, seguridad, serenidad.
La consecuencia no puede ser otra que la de una victoria clara, inobjetable y contundente. Ella hizo y está haciendo su faena. A nosotros nos corresponde completarla.
Ya ganamos!
ResponderBorrarSin duda de este debate yo no tenía más expectativas que en los anteriores pues me aburre que se crea que toda la capacidad de un(a) gobernante está en su manejo escénico, cuando la cosa creo es mucho más seria y más profunda que estar dando examen de grado mes a mes. El caso es que me alegré muchísimo de ver a michelle serena, fortalecida, no enganchando en nimiedades, apuntando a lo central y lo improtante. Y me encantó ver a Piñera mostrándose tal cual es: ambigüo, oportunista, insolente, rastrero, prepotente, poniendo él sus reglas y no haciendo caso a lo que se le pide, o sea, alguien en quien la mayoría de la población sin duda no podría confiar. ¿Algún partidario de él creerá sinceramente que ha gastado menos dinero en propaganda que Michelle? ...cuando todos vemos que por cada 4 carteles de Piñera hay uno de ella. O sea, yo creo que hasta adherentes de él se defraudaron y lo están pensado para el domingo 15....
La victoria ya es nuestra!
Estimado rodolfo.
ResponderBorrara mi me importa poco quien gane, porque en 17 años no ha ganado la gente, por que se gobierna con la gente de derecha...
un ejemplo, en nuestra universidad, es más democrática, tolerante, existe menos miedo....que en la dictadura...
que bueno que gane bachelet, pero ganará la gente ???
Ptda, se que el tema a analizar es el debate, pero para mi es solo una anecdota ..en esta poesia pobre que es nuestro sistema politico
Tío Rodolfo:
ResponderBorrarVi el debate mientras trabajabamos con mi equipo en el "minuto a minuto" que hacemos por internet para el diario El Morrocotudo(www.elmorrocotudo.cl)
Al igual que usted vi a un Sebastian Piñera muy agresivo y descalificador, eso no suma, la gente lo sabe y lo tiene en cuenta al momento de votar.
Michelle estuvo serena y con confianza, me senti seguro de mi voto.
Hoy fui a hacer puerta a puerta a "Poconchile", espero se acuerde de esa localidad cerca de Arica. Con el sol en la cara dimos vuelta algunos votos a la derecha!
Tío un gran abrazo, este 15 ganamos!