octubre 24, 2007

Los investigadores en ascuas

La reciente publicación del presupuesto 2008 para nuevos proyectos FONDECYT, ha saltado la alarma en los círculos científicos nacionales porque no se esperaba una reducción que en términos reales sería del 20%.

No se esperaba por muchos motivos. Hace años que se informa que nuestro gasto en investigación y desarrollo (I+D) es muy bajo, tanto en términos del gasto per cápita como de su proporción respecto del PIB. Chile gasta menos del 0.7% de su PIB en I+D; los países más desarrollados gastan por sobre el 2%. Chile se está integrando al mundo bajo un modelo económico de ventanas abiertas de par en par como se aprecia por el bajo nivel de sus aranceles y los múltiples tratados de libre comercio firmados desde la llegada de la democracia.

Con un precio del cobre por las nubes, nadie podría decir que estamos en un período de vacas flacas, por el contrario, y por tanto es tiempo de sembrar para poder cosechar más adelante. ¿Si no sembramos ahora, cuándo sembraremos? Si la ciencia y la tecnología ha sido la fuerza conductora del bienestar social en los países desarrollados, cómo explica nuestro parlamento esta reducción presupuestaria incomprensible.

Año a año nuestras exportaciones aumentan, pero la estructura de ellas sigue basándose en recursos naturales sin mayor valor agregado, esto es, sin mayor conocimiento, sin conocimiento “encapsulado”. Salmones, frutas, maderas, cobre. Todo esto en bruto, a lo más empaquetado, refrigerado. Incluso exportamos madera en chips, desmenuzada!!!! molida!!!! Capaz que vuelva convertida en muebles importados!!!

Los procesos de innovación no pueden ser atribuidos al espíritu santo, como tampoco son fruto solo de un ambiente proclive a ella, en que todos nos pongamos a innovar de la noche a la mañana. La innovación es la resultante de un encadenamiento de procesos que se inicia con I+D en ciencia y tecnología, y ella solo tiene lugar si contamos con personal capacitado para investigar. No cualquiera investiga, por lo tanto no cualquiera innova, puesto que para investigar se requiere disciplina, conocimiento, haber sido entrenado en el método científico, y tener conocimientos acabados junto a una santa paciencia. Sus resultados científicos tienden a expresarse en publicaciones, modalidad de rendición de cuentas para que sean sometidos al escrutinio de los pares. Cuando estos resultados tienen un potencial comercial, en vez de publicarse suelen patentarse, mecanismo que posibilita la recuperación del esfuerzo y la inversión realizada.

Para pasar a la famosa segunda fase de desarrollo, caracterizada por la exportación de bienes y servicios con mejores precios, necesariamente tenemos que modificar nuestra matriz exportadora, y ello solo lo lograremos con más capital humano avanzado, esto es, doctores y/o investigadores, con más proyectos, con más laboratorios, capaces de generar nuevos conocimientos e incorporarlos en la cadena productiva nacional. Y tanto su formación, como el desarrollo de su tarea investigativa, demandan la disponibilidad de recursos. Los resultados no son visibles en el corto plazo, pero debemos partir ya si no queremos quedarnos empozados en el subdesarrollo.

Por ello los investigadores chilenos se han visto sorprendidos y a la luz de la información disponible, no alcanzan a comprender la lógica subyacente en esta reducción presupuestaria. Acá pareciera que una vez más, entre lo urgente y lo importante, nos inclinamos por lo urgente, posponiendo lo importante, esto es, chuteando la pelota para más adelante. Total, son unos pocos miles de investigadores los afectados. Como si el resto de la ciudadanía no se viera afectado. Pan para hoy, hambre para mañana.

octubre 19, 2007

Del pelao al loco

Transcurrida la primera fecha de las eliminatorias para el mundial, Chile partió siguiendo la lógica. Perdió de visita ante Argentina y ganó de local frente a Perú. La historia pesa tanto que se repite una y otra vez. Incluso con el Loco en la banca.

No hay nada nuevo bajo el sol. Lo nuevo es que ahora tenemos a un entrenador de pedrigee mundial al frente de nuestra selección a quien se le ha tratado con guante blanco en los medios de comunicación.

En efecto, si Juvenal, el Peineta o el Pelao hubiesen estado dirigiendo a la selección, lo más probable es que ya estarían siendo vapuleados. Ante Argentina, por habernos hecho dos goles con pelota parada, tener un arquero que solo atinó a ver cómo la pelota se clavaba en el mismo ángulo una y otra vez. Ante Perú, por el exceso de pelotas perdidas y porque un gol fue por un error de un defensa peruano, en tanto que el otro por una genialidad individual de Vidal que se la dio en bandeja a Matigol. Cero trabajo en equipo.

Con el plantel de jugadores que tenemos, deberíamos clasificar. Como nunca antes se ha juntado una constelación de estrellas. Antes eran contados con los dedos de una mano los que jugaban en el extranjero; hoy la mayoría del plantel es jóven y muchos de ellos juegan en equipos de categoría mundial. Incluso nos estamos dando el lujo de tener al margen de la selección a Pizarro que juega en el Roma de Italia, y al Niño Maravilla lesionado.

¿Cómo se ve la mano del entrenador? Se ve en su capacidad para convertir un conjunto de jugadores estrella en un equipo de trabajo, y eso es fruto de un proceso que toma tiempo. Desde los tiempos de Riera, en el 62, que no veo un proceso propiamente tal. Una y otra vez levantamos expectativas que no descansan en proceso alguno, sino que en chiripazos, individualidades, en vez de procesos que demandan esfuerzo, trabajo constante. Son pocos los que pueden darse el lujo de juntarse de un día para otro y ganar. Argentina y Brasil, pero no nosotros.

Terminado el partido con Perú se desarmó la selección, cada uno a su equipo, el Loco a sus videos, y nos vemos el próximo mes, cuando nuevamente se haga una convocatoria a los jugadores que estén bien en ese momento. Y en pocos días el Loco intentará inculcarles su filosofía de juego, buscando compatibilizarla con las virtudes de cada jugador. Para eso no es necesario ser Loco, ni Pelao ni nada, ni tampoco tener un costo tan alto que deba esperarse la recaudación de un partido para poder pagarlo. Solo se necesitan dos dedos de frente.

Pero claro, si clasificamos, se dirá que fue gracias al Loco; en caso contrario, probablemente se diga que fue a pesar de él. En mi opinión, mientras no nos convenzamos de la necesidad de conjugar bien los tres elementos –jugadores, entrenador, proceso- los resultados que obtengamos seguirán siendo fruto del azar.

octubre 12, 2007

El premio Nóbel de la Paz

Esta semana el comité responsable de asignar el premio Nóbel de la Paz del presente año resolvió dárselo a Al Gore y el Grupo o Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) de la ONU.

Al Gore fue senador y vicepresidente de los EEUU. En el año 2000 postuló a la presidencia siendo derrotado por Bush en unas elecciones que ilustra la “rareza” de la democracia norteamericana. Desde entonces, en un giro copernicano, se lanza en una cruzada medioambiental contra el calentamiento global, el cambio climático, y que alcanza su máxima expresión en su documental titulado “Una verdad inconveniente” al ganar el premio Oscar. Y ahora, como broche final, gana el premio Nóbel.
Por su parte, el IPCC es una organización intergubernamental de las Naciones Unidas cuyo último informe anticipa la escasez de agua, razón por la que morirán millones de personas, y donde se concluye que deberemos adaptarnos a esta realidad que no podremos evitar.

La visión tanto de Al Gore como de IPPC es apocalíptica y encuentra respaldo en la comunidad científica, así como en un modelo de desarrollo económico incapaz de internalizar los costos futuros que encierra. Sin embargo, no existe unanimidad sobre la materia entre los científicos, desconociéndose si tras estos desacuerdos hay intereses de corporaciones multinacionales de los más diversos sectores. Lo concreto es que –aunque escasas- no faltan las voces que dudan respecto de la existencia misma del calentamiento global, así como que su causa sea la actividad humana y la emisión de gases de efecto invernadero.

No es primera vez en la historia de la humanidad que nos encontramos ante una visión de que el mundo se va a acabar. El primero habría sido gatillado por Malthus al sostener la tesis que la población crecía a tasas muy por encima la producción alimentaria. Lo que ocurrió a poco andar fue muy distinto: la tasa de crecimiento poblacional ha disminuido significativamente con el desarrollo, y los avances tecnológicos en el campo agrícola han elevado la producción agrícola a niveles por encima de los proyectados.

En la primera mitad del siglo pasado Ortega y Gasset temió por la irrupción de las masas con el arribo de la democracia, y que ella alentara la irresponsabilidad en el gasto público, temiéndose que el mundo se fuera a acabar. Kenneth Galbraith por su parte pronosticó el colapso de los servicios públicos. En los años el Club de Roma postuló la tesis del agotamiento de las materias primas y del petróleo en particular, postulando la tesis del crecimiento cero para evitar el fin del mundo.

Nada de esto ha ocurrido, lo que de modo alguno asegura que no ocurra a futuro ni que no haya que hacerle caso a estas visiones apocalípticas. De hecho es preciso reconocer que en el pasado estas tesis de fin del mundo han contribuido a modificar el curso de la historia por la vía de sensibilizar al conjunto de los actores de modo que modificaran sus decisiones, acciones y comportamientos.

Quiero creer que la argumentación dada por quienes resolvieron asignar el premio a los galardonados apunta en esta dirección con miras a un desarrollo humano menos depredador, más conciliador con la naturaleza.

octubre 02, 2007

Recordando el 5 de octubre

A casi 20 años del triunfo del NO, el sabor que queda a la luz del transcurso del tiempo es de dulce y agraz. Las particulares características del plebiscito estuvieron dadas por las condiciones en que se dio y que desbordaron por completo al régimen imperante. Un plebiscito fraguado y considerado como de mero trámite en tiempos de gloria, de poder total, en el que aún se creía que se irían cuando Chile fuera una gran nación, propósito fundacional consignado en los primeros días de la dictadura. Como se dijera en su momento: se derrotó a Pinochet con un papel y un lápiz. Corrió solo y salió segundo.

Uno de los grandes logros es que ahora podemos decir las cosas por su nombre. Sí, ahora llamamos dictadura lo que en su momento a lo más podíamos tildar de régimen autoritario; ya no tenemos los martes de Merino, ocasión en la que daba rienda a sus sandeces, entre las cuales destacó su referencia a los humanoides. Sí, ya podemos decir abiertamente que el 73 tuvimos un golpe y no un pronunciamiento como por años se nos quiso hacer creer. Ya no se tortura, ni desaparecen las personas por la acción de agentes pagados por el aparato del Estado.

Sí, tenemos parlamento elegido y un gobierno electo, y se suceden las elecciones en actos que no dudamos en calificar de ejemplares. También tenemos una economía que crece, nuestro PIB per cápita nos está colocando a la vanguardia en América Latina. Las instituciones “funcionan” como le gusta afirmar a Lagos, las FFAA han vuelto a sus cuarteles. La pobreza se ha reducido significativamente.

No obstante lo expuesto en forma muy suscinta, también hay un sabor amargo. Ni los temores ni las grandes desigualdades han desaparecido. Bajo un sistema binominal, los resultados se vician, el padrón electoral envejece y los jóvenes se resisten a participar. Persiste el miedo paralizante.

El modelo económico imperante en Chile fue impuesto a sangre y fuego desde los inicios de la dictadura. Ningún país auténticamente democrático se ha dado voluntariamente un modelo como el que tenemos entre nosotros y que a la fecha hemos sido incapaces de alterar significativamente. A lo más, como gran concesión de la derecha, se han logrado morigerar sus aristas más ásperas, pero en lo sustantivo ha permanecido intocable porque pobre de aquel que ose ponerlo en jaque.

El nivel de ideologización y dogmatismo que recorre a la gran mayoría de los economistas nacionales es difícil de encontrar en otro país. De hecho, hasta en las universidades públicas se transmite el idílico mensaje del mercado competitivo y más eficiente mecanismo de asignación de recursos, junto con el mensaje que el Estado es el diablo mismo. Hasta Milton Friedman, el gran mentor de estos economistas, se quedó corto. Ni siquiera en Estados Unidos se han atrevido a implementar un modelo como el que nos rige.

Solo un golpe de la brutalidad que tuvimos, hizo posible la implementación de este modelo económico que ha traído crecimiento y consumismo, pero no desarrollo; que ha tendido a privilegiar la especulación por sobre la producción. Y un país con estas bases no tiene futuro.

De allí que la gran tarea pendiente es aplicar cirugía mayor en el plano de las políticas económico-sociales. Desafortunadamente ahora parece carecerse de la fuerza política para hacerlo. El libre mercado funciona entre iguales, no entre desiguales; y en este país somos demasiado desiguales. No bastan los míseros subsidios y subvenciones focalizados en los más pobres. El libre mercado funciona cuando el vil billete se gana como resultado del trabajo honesto y limpio, no de la especulación. Y acá se gana más especulando que trabajando.