agosto 27, 2025

IIE la rompe … (parte 6)

Desde que se creó la carrera se vio el proceso de acreditación como una guía para su desarrollo. De allí que una vez que la carrera tuvo sus primeros egresados, decidió someterse a su primero proceso de acreditación bajo la conducción de su primer director, Andrés Ruiz-Tagle, en la confianza, seguridad y convicción de que estábamos por el buen camino, de que la estábamos rompiendo. No estábamos exentos de dificultades. No estábamos satisfechos con los laboratorios que teníamos, se posponían decisiones de inversión, no se encontraba el espacio para localizar las salas de clases ni los laboratorios, y encontrábamos insuficientes las respuestas y soluciones que nos daban las autoridades. Los propios alumnos advertían nuestras falencias. Desde la dirección de la Escuela se les alentó a organizarse como centro de alumnos para canalizar sus inquietudes.

Contra viento y marea, con todas las limitaciones, decidimos impulsar una carrera en la que creíamos firmemente. Nada nos arredraba, la voluntad de salir adelante era muy superior a la de bajar los brazos, tanto por parte del cuerpo de profesores, como de los propios estudiantes. Mancomunados se enfrentó el proceso de acreditación con el apoyo irrestricto de la oficina de acreditación, entonces comandada por Patricia González, quien se percató del espíritu y la fuerza del que estábamos imbuidos, apoyándonos y animándonos a superar los escollos que enfrentábamos. Innumerables reuniones de trabajo tuvimos con ella y su colaboradora de entonces, Fabiola del Pino.

Para la elaboración del informe final, que debía incorporar los resultados de encuestas aplicadas a estudiantes, profesores y empresas, con Andrés decidimos refugiarnos muchas tardes en mi casa, para evitar interrupciones, revisando una y otra vez la redacción, el contenido, la ortografía, intentando volcar todo el espíritu que inspiró la creación de la carrera y la voluntad de hacerla realidad. Una carrera creada con el pensamiento puesto en satisfacer las ideas matrices exigidas por la acreditación por parte de las agencias acreditadoras, el modelo educativo orientado al desarrollo de competencias, y la necesidad de abrirnos al mundo vía internacionalización.

En febrero del 2010 sobreviene el terremoto del 27F que afectó fuertemente a la universidad, motivándola a crear una vicerrectoría de reconstrucción para enfrentar el reto impuesto por la naturaleza. Hubo que enfrentar restricciones presupuestarias no programadas. Todo esto en medio del inicio de una nueva rectoría de Álvaro Rojas quien asume con un nuevo equipo directivo. Entre los cambios, está el del director del Centro de Tecnología de Información, Ingeniero Civil Informático Sabino Rivero, quien es destinado a la Escuela de IIE en mayo del 2010.

A esto se agrega que, a fines del mismo año, el director de la carrera, Andrés Ruiz-Tagle, nos informa que renuncia para emprender nuevos desafíos. Reunidos los académicos de la escuela, se nos invita a proponer nombres a la rectoría para sucederlo. Nadie quería serlo por ser la dirección de escuela un cargo eminentemente administrativo, no académico, inhibiendo la capacidad de investigar, publicar, desarrollar proyectos académicos. En un momento dado, uno de los académicos de la escuela, Víctor Nocetti, pide la palabra y propone el nombre de Sabino Rivero, integrado recientemente. No dejó de sorprenderme su propuesta, no porque considerara que Sabino no tuviera las capacidades, sino porque había sido derivado a la escuela por no contar con la confianza del rector para continuar como director del CTI. Y para ser director de la escuela debía contar con el agreement del rector. Miramos a Sabino, quien dijo que, si contaba con el apoyo de todos nosotros, no le haría el quite al desafío. Fue así como con el acuerdo unánime de los académicos de entonces, Andrés llevó el nombre de Sabino al rector para su consideración. Para mi sorpresa, el rector aceptó la propuesta.

Es así como el 2011 la escuela inicia el nuevo año con un nuevo director, Sabino Rivero, quien desde el primer minuto tomó, con mucho entusiasmo, las riendas de la carrera. Del 2004 al 2010, el período de Andrés como director, lo denomino como el período de creación, de instalación de la carrera. En la próxima columna daré a conocer el resultado de este proceso que en el año 2012 arrojó una acreditación por 5 años por parte de la agencia acreditadora del Colegio de Ingenieros, algo inédito en una carrera nueva. En la próxima columna daré a conocer las fortalezas y debilidades identificadas a esa altura del partido.

Desde San Vicente de la Barquera, gran abrazo a la
familia IIE.

 

agosto 24, 2025

Puro veneno

A raíz de los incidentes ocurridos en el estadio de Avellaneda, en el marco del partido entre Independiente y la Universidad de Chile, el diario El Mercurio, en su editorial del domingo 24 de agosto del 2025 (hoy) titulado Grave Incidente en Argentina, afirma que “la justificada indignación de nuestras autoridades no excusa su propio fracaso frente a la violencia de las barras bravas”.

Confieso que esta frase me descolocó. Me pregunto ¿cuándo empezaron las barras bravas? ¿cuándo empezó la violencia en que incurren? Estamos ante algo que es pan de cada día, no solo de hoy, sino desde hace tiempo. ¿Desde cuándo? ¿desde que asumió Boric? ¿desde que el futbol es futbol? ¿desde que el futbol se convirtió en negocio puro y duro?

En mis tiempos mozos no se hablaba de barras bravas, sino que de hinchadas. Iba al estadio e hinchaba por Peñarol poco menos que desde que nací; a poco de llegar a Chile me hice hincha del chuncho, de la Universidad de Chile. mal que mal, estudié en Beaucheff, donde la sufrí para recibirme. Soy de los tiempos del glorioso Peñarol, del de Alberto Spencer, alias “cabeza mágica”, del “negro el once”, Juan Joya, de Néstor “Tito” Gonzalvez, capitán de capitanes, que ganaba la copa Libertadores de América, del que salió campeón del mundo venciendo al Real Madrid; soy de los tiempos del ballet azul de la Chile, de Leonel Sánchez, del tanque Campos, del siete pulmones Ruben Marcos, del puntero Pedrito Araya, del zaguero Luis Eyzaguirre, quien fue de los primeros que no solo defendía, sino que también se iba al ataque. Pero no nos vayamos por las ramas. En esos tiempos también habían triculcas, en la cancha y en las graderías, pero de un tiempo a esta parte, es otra cosa. 

Lo que se ve no son hinchas, sino que barras, bandas bravas sin control. Bandas bien equipadas, bien aceitadas, bien financiadas y bien respaldadas por dirigencias que se lavan las manos como diciendo “yo no fui”. ¿Desde cuándo? ¿Desde que asumió Boric?

El editorial en comento se da el lujo de afirmar, en respaldo a su tesis, que “este problema ha sido exitosamente abordado en otras latitudes”. Y luego afirma que para mí este éxito se requiere contar con la voluntad política de las autoridades, y como guinda de la torta, como una suerte de agregado, tangencialmente, “también con la de los dirigentes de los clubes”. Sin querer queriendo, da vuelta la tortilla. Después se engolosina con cuestiones tecnológicas, marcadores biométricos de los “sujetos indeseables”, incorporados a bases de datos, cámaras de vigilancia, torniquetes de acceso, etc. Miran al techo respecto de quiénes son los que financian a estos “sujetos indeseables”, tal igual que a quienes están detrás del tráfico de drogas.

En resumen, lo que quiero decir son esencialmente dos cosas: una, que la violencia en los estadios que estamos observando no es exclusivo de este gobierno, que viene de tiempo atrás; y dos, que tampoco es exclusivo de Chile, es un fenómeno mundial, y allí donde se afirma que ha sido enfrentado “exitosamente”, este peculiar “éxito” ha sido pasajero, y seguirá siendo pasajero en tanto exista marginalidad y grupos mafiosos que la exploten, en tanto no vayamos al fondo, a las causas de la violencia, no solo en el futbol, sino en la sociedad.

Si Marx resucitara, en vez de afirmar que la religión es el opio de los pueblos, muy probablemente sostenga que el futbol ha venido a acompañarla.

El de “El Mercurio” es todo un lenguaje, un estilo sibilino, insidioso, que ya asimilo como sinónimo de mercurial por su desparpajo y que destila veneno al por mayor. Un estilo que recorre todas sus páginas y que sus lectores y suscriptores consumen diariamente para convertirse, transformarse en zombis mercuriales convencidos que el país se está cayendo a  pedazos.

agosto 21, 2025

Disparándose a los pies

                                   

Partió la bolita para las elecciones presidenciales y parlamentarias que tendrán lugar a fines de este año. Las cartas están echadas. Ya se sabe quienes son los candidatos presidenciales, así como los candidatos al parlamento, tanto a la cámara alta como baja.

En la derecha fueron incapaces de dirimir la candidatura presidencial vía primarias, en tanto que en la izquierda sí hubo primarias, inevitablemente ásperas, pero que les permite llegar con una única candidatura. Al margen de las candidaturas que se ven como mayoritarias, entran en carrera los mismos de siempre -MEO, Parisi y Artes-, más Mayne-Nichols, quienes alcanzaron a reunir, cada uno, las firmas necesarias para estar en la papeleta presidencial. Las postulaciones de MEO, Parisi y Artes, ya adquieren caracteres patológicos dado que retratar el desconcierto y el desprestigio que ha adquirido el devenir político. La candidatura de Mayne-Nichols parece un intento por reverdecer un centro político que encarne la moderación en un contexto de creciente polarización.

No estamos ante un fenómeno exclusivamente nacional, sino mundial, en el que lo político se confunde con la politiquería. Desgraciadamente, no solo retrata a los políticos propiamente tales y a los partidos que se atreven a presentar en sus listas a personajes del mundo de la farándula o de dudosa catadura, sino que, a nosotros mismos, a los ciudadanos de a pie, a quienes votamos por ellos. Todo un símbolo de los tiempos que vivimos.

Así como hace poco más de medio siglo, entre los jóvenes y pobres dominaba la izquierda y la centroizquierda, hoy lo hace la ultraderecha junto con la derecha. Una derecha que la ultraderecha se da el lujo de llamar “la derechita cobarde”, tal como en sus viejos tiempos, la ultraizquierda denostaba a la izquierda por adherir a la denostada democracia burguesa. Tiempos en los que no se avizoraban dictaduras capaces de desbordarla a punta de golpes sin asco alguno. En Chile, en la quebrada del ají y más allá.

Dictaduras surgidas al alero de fusiles que no trepidaron en implantar el terrorismo estatal-militar. Hoy ya no parece necesario, basta imponer dictaduras a punta de votos de quienes defraudados de la politiquería y la democracia, no encuentran nada mejor que votar por quienes, más temprano o más tarde, serán sus verdugos: los Milei, los Bolsonaro, los Trump, los Bukeles, los Maduro, los Putin.

La pregunta que debiéramos respondernos es ¿Qué hemos hecho mal para llegar a esto? En el caso chileno, la mejor prueba de que la izquierda se ha está disparando a los pies, ha sido su incapacidad para acordar una única lista parlamentaria a sabiendas de que la derecha iba dividida. Más encima, una de las listas, la del Frente Regionalista Verde Social (FRVS) y Acción Humanista (AH) se ha convertido en el receptáculo de quienes quedaron a la vera del camino, no solo del mundo oficialista (Sharp, Naranjo, Correa y Navarro entre otros), sino que del mundo opositor (Calisto y otros) y de quienes cuesta adivinar dónde están (Alinco y otros).

De esta forma, yendo a las parlamentarias en dos listas, la izquierda se la está dando en bandeja a una derecha que debe estar sobándose las manos de este regalo caído del cielo. El día después llorará, por más que se diga que la política es sin llorar.

agosto 14, 2025

IIE la rompe …. (parte 5)

Desde que se creó la carrera se vio el proceso de acreditación como una guía para su desarrollo. De allí que una vez que la carrera tuvo sus primeros egresados, decidió someterse a su primero proceso de acreditación bajo la conducción de su primer director, Andrés Ruiz-Tagle, en la confianza, seguridad y convicción de que estábamos por el buen camino, de que la estábamos rompiendo. No estábamos exentos de dificultades. No estábamos satisfechos con los laboratorios que teníamos, se posponían decisiones de inversión, no se encontraba el espacio para localizar las salas de clases ni los laboratorios, y encontrábamos insuficientes las respuestas y soluciones que nos daban las autoridades.

Contra viento y marea, con todas las limitaciones, decidimos impulsar una carrera en la que creíamos firmemente. Nada nos arredraba, la voluntad de salir adelante era muy superior a la de bajar los brazos, tanto por parte del cuerpo de profesores, como de los propios estudiantes organizados en el centro de alumnos. Mancomunados se enfrentó el proceso de acreditación con el apoyo irrestricto de la oficina de acreditación, entonces comandada por Patricia González, quien se percató del espíritu y la fuerza del que estábamos imbuidos, animándonos a superar los escollos que enfrentábamos. Innumerables reuniones de trabajo tuvimos con ella y su colaboradora, Fabiola del Pino.

Para la elaboración del informe final, que debía incorporar los resultados de encuestas aplicadas a estudiantes, profesores y empresas, con Andrés decidimos refugiarnos muchas tardes en mi casa, revisando una y otra vez la redacción, el contenido, la ortografía, intentando volcar todo el espíritu que inspiró la creación de la carrera y la voluntad de hacerla realidad. Una carrera creada con el pensamiento puesto en satisfacer las ideas matrices exigidas por la acreditación por parte de las agencias acreditadoras, el modelo educativo orientado al desarrollo de competencias, y la necesidad de abrirnos al mundo vía internacionalización.

En febrero del 2010 sobreviene el terremoto del 27F que afectó fuertemente a la universidad, motivándola a crear una vicerrectoría de reconstrucción para enfrentar el reto impuesto por la naturaleza. Hubo que enfrentar restricciones presupuestarias no programadas. Todo esto en medio del inicio de una nueva rectoría de Álvaro Rojas quien asume con un nuevo equipo directivo. Entre los cambios, está el del director del Centro de Tecnología de Información, Ingeniero Civil Informático Sabino Rivero, quien es destinado a la Escuela de IIE en mayo del 2010.

A esto se agrega que, a fines del mismo año, el director de la carrera, Andrés Ruiz-Tagle, nos informa que renuncia para emprender nuevos desafíos. Reunidos los académicos de la escuela, se nos invita a proponer nombres a la rectoría para sucederlo. Nadie quería serlo puesto que la dirección de escuela es un cargo eminentemente administrativo, no académico, inhibiendo la capacidad de investigar, publicar, desarrollar proyectos académicos. En un momento dado, uno de los académicos de la escuela, Víctor Nocetti, pide la palabra y propone el nombre de Sabino Rivero, integrado recientemente. No dejó de sorprenderme su propuesta, no porque considerara que Sabino no tuviera las capacidades, sino porque había sido derivado a la escuela por no contar con la confianza del rector para continuar como director del CTI. Y para ser director de la escuela debía contar con el agreement del rector. Miramos a Sabino, quien dijo que, si contaba con el apoyo de todos nosotros, no le haría el quite al desafío. Fue así como con el acuerdo unánime de los académicos de entonces, Andrés llevó el nombre de Sabino al rector para su consideración. Para mi sorpresa, el rector aceptó la propuesta.

Es así como el 2011 la escuela inicia el nuevo año con un nuevo director, Sabino Rivero. Del 2004 al 2010, el período de Andrés como director, lo denomino como el período de creación, de instalación de la carrera, y con Sabino se inicia un período que he dado en llamar período de consolidación, del cual espero escribir en próximas columnas. Gran abrazo a todos(as) desde San Vicente de la Barquera.