Dentro de poco más de una semana
tendrá lugar la segunda vuelta presidencial chilena, una elección trascendente,
quizás más trascendente que nunca dadas las cartas que están sobre la mesa. Jeanette
Jara (JJ) y José Antonio Kast (JAK) están en las antípodas de posturas
políticas. Si no me equivoco, es primera vez que desde el inicio de la
transición se enfrentan dos candidatos con posturas tan opuestas.
Confieso que me preocupa un
escenario político actual en el que uno de los candidatos, JAK, representante
de la derecha dura, reivindica la dictadura del innombrable. Y si uno hace un
rastreo por los medios de comunicación convencionales, lo califican ya como
eventual ganador. Para estos efectos se apoyan en encuestas y en los resultados
de la primera vuelta logrados por los distintos candidatos. Ocupan un lenguaje en que se le da por ganador y se actúa
en consecuencia, especulando con posibles ministros, con primeras medidas a
adoptar.
Quienes me conocen, saben que nunca
he simpatizado con el marxismo ni con el fascismo, y que tanto la flecha roja
de la democracia cristiana, como sus principales líderes de antaño, Frei
Montalva y Radomiro Tomic, influyeron fuertemente en mi pensamiento político.
La flecha roja con las dos barras que atravesaba me representaba cabalmente,
interpretándola como la fuerza humanista-cristiana destinada a superar tanto al
fascismo como al comunismo.
Quienes me conocen también saben
que mis preferencias, en las primarias presidenciales, estaban con Carolina
Tohá. Ganó JJ en buena lid, y quienes estábamos con Carolina, no dudamos en respaldar
a JJ. Su militancia en el partido comunista (PC), es todo un tema que ha sido
puesto sobre la mesa en forma interesada. Para ello se ha aprovechado la fuerte
dosis de anticomunismo inoculado por décadas en el país por quienes no han
trepidado en defender los horrores en que incurrió la dictadura del
innombrable.
Es así como hoy tenemos la
paradoja de llegar a una elección en el que uno de los candidatos, JAK, representa
a las fuerzas políticas que adhirieron al gobierno del innombrable, a la
violación a los DDHH incurridos bajo el simulacro de que estábamos en guerra
contra un “enemigo interno”. Y al frente está JJ, cuyo partido, el PC chileno, cuando
ha sido parte del gobierno, nunca persiguió, torturó ni hizo desaparecer a
sus opositores, como sí lo hizo el gobierno que JAK apoyó y apoya hasta
nuestros días.
Este cuadro configura un
escenario muy raro por decir lo menos: un candidato, JAK, que se dice
demócrata, respaldó una dictadura, y una candidata, JJ, que repudia la
dictadura, pero que es atacada por pertenecer a un partido, el PC, que respalda dictaduras, pero que en Chile
no ha perseguido a nadie. Todo lo contrario, fue perseguido con saña, sin
compasión. Las mismas iglesias cristianas tuvieron que salir en defensa de los
comunistas que estaban siendo exterminados.
Tenemos un candidato, JAK, de
origen foráneo, proclamando chilenidad, pero adherente a la tesis de la
existencia de una guerra interna, enfrentando a una candidata, JJ, más chilena que
los porotos. Tenemos un candidato, JAK, que pretende encabezar un gobierno de emergencia, como si Chile estuviese en crisis, haciendo suya la tesis de que el país se estaría cayendo a pedazos cuando los datos duros dicen todo lo contrario. Toda una paradoja como para agarrarse la cabeza.
El solo hecho de que exista la
posibilidad de que gane JAK es lo que duele. Duele porque sería una suerte de
golpe blando. Duele que gane por la vía de bots, mentiras esparcidas al por
mayor. Duele que gane evadiendo debates, ocultando su agenda valórica.
Duele que un adherente de la dictadura gane por la vía del voto. Duele que se ignoren
los avances alcanzados en democracia. Duele que en democracia se vote por quien
no cree en ella. Siento que se está jugando sucio.
El solo hecho de que exista la
posibilidad de que gane JAK, me hace pensar, a mi modesto juicio, que estamos
ante una democracia degradada, distorsionada a punto tal que está dispuesta a
hacerse el harakiri.
Al frente está JJ, quien está
dando la cara por Chile. En contraposición de JAK, JJ es una mujer sencilla,
que viene de abajo, y que a lo largo de su vida ha dado muestra de resistencia,
trabajo, tolerancia y capacidad para conversar, alcanzar acuerdos.
Si bien estas líneas tienen un tinte
pesimista, no pierdo la esperanza. Los partidos hay que jugarlos hasta el
final. Estamos en los minutos finales y siempre es posible remontar, dar la sorpresa, que
las encuestas fallen o estén sesgadas, que la ciudadanía sea capaz de
sobreponerse a las presiones mediáticas, a los bots que inundan las redes
sociales.


