febrero 19, 2020

El proceso constituyente (parte 5)

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 Entre las críticas que se formulan al proceso constituyente en el que está inmerso el país es el de la famosa hoja en blanco, esto es, que el diseño y la construcción de la nueva constitución parte de cero, con una hoja en blanco. La crítica se sustenta en ¿por qué partir de cero y no partir de lo que tenemos efectuando las reformas que se acuerden? ¿Por qué no continuar con la estrategia de mejoramiento continuo de la actual constitución en que hemos estado empeñados desde el triunfo del No en el plebiscito del 88?

  Estamos ante el clásico dilema en que se encuentran muchas organizaciones: mejoramiento continuo versus reingeniería. Por lo general se opta por lo primero, una estrategia de gradualidad, destinada esencialmente a la necesidad de adaptación a un contexto cambiante para mantener vigencia, para satisfacer las necesidades del mercado y/o abrir nuevos mercados y/o enfrentar nuevos desafíos. La reingeniería es una alternativa válida en contextos críticos, que fuerzan a las organizaciones a repensarse completamente, invitándolas a abrirse, a explorar nuevas opciones, a “salir de la caja”, a replanteárselo todo, a innovar radicalmente.

Desde esta perspectiva, lo que habría que plantearse es si el país vive o no un momento crítico en su devenir político, si transcurridos 40 años desde que entró en vigencia la actual constitución, y sin perjuicio de las múltiples reformas de las que ha sido objeto en todo este período, amerita seguir siendo reformada por la vía seguida hasta este minuto, o ha llegado la hora de una reingeniería que nos invite a repensar el país que queremos. Esto es lo que parece estar en juego en el plebiscito de abril.

Rara vez una organización resuelve implementar una reingeniería en tiempos de “normalidad”. Por el contrario, como ya se afirmó más arriba, en momentos de crisis. Por tanto, lo que habría que preguntarse es ¿cómo estamos como país? ¿Estamos satisfechos con nuestra situación y la de quienes nos rodean? ¿Nuestros problemas son los clásicos, tienen solución dentro de los cánones en que nos movemos? ¿O requieren de un fuerte cambio de timón? ¿Tenemos opciones de mejoras significativas?

Quienes adhieren a la constitución actual no deben olvidar que ella fue concebida en dictadura, entre cuatro paredes, sin participación alguna, salvo de sus adherentes. Y cuando la construyeron lo hicieron sobre una hoja en blanco, haciendo tabla rasa con la constitución del 25. Sin recato alguno, y sin arrugarse siquiera, aplicaron la famosa metáfora de la retroexcavadora.

La opción apruebo lo que aspira es que tengamos una constitución construida entre todos, incluso por quienes respaldan la constitución que tenemos a través de los representantes que escojan para la convención que se convoque con ese propósito. Esto significa que la hoja no será tan en blanco, porque podrán incluir todo lo bueno que estimen tiene la actual constitución si así lo determinan dos tercios o más de los convencionales.

Esto explica que dentro del gobierno y de las mentes más lúcidas de la derecha, no pocos se han abierto a la opción de aprobar la gestación de una nueva constitución.

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