El próximo mes el país se enfrascará en la Copa América, con lo que todo lo demás pasará a segundo plano, lo que posibilita que la política se dé un respiro luego de un cambio de gabinete que no solo concitó la atención nacional, sino que también la internacional. Cambio que quedó marcado no tanto por su extensión, sino que por su profundidad dado que se cambió el equipo político y el económico, representados por el reemplazo de Peñailillo por Burgos en el Ministerio del Interior, y el de Arenas en Hacienda, por Valdés. La idea que pareciera inspirar estos cambios es avanzar en las reformas pendientes a través de un clima de menor crispación política, de mayor diálogo, tanto en el ámbito político como económico. La reacción de “los mercados” no se hizo esperar, y en una primera reacción ven con buenos ojos esta nueva fase.
El mercado político, esto es, la oposición de derechas, ha visto signos de moderación, de freno al ímpetu con que se estaban llevando las riendas del poder político. Para deducir esto, los medios de comunicación que los representan destacaron una frase para el bronce del nuevo Ministro del Interior: “No me gustan las retroexcavadoras porque van para atrás, y yo quiero ir para adelante”. Esta frase da para otra columna.
El mercado económico también reaccionó favorablemente, en la esperanza de que los cambios que se avecinen logren amortiguarse dada la confianza que les inspira el nuevo Ministro de Hacienda, confianza que no logró tener el ministro saliente.
Todo esto ha dejado en segundo plano la desvergonzada relación financiera entre parte del mundo político y empresarial, que hacen dudar que nuestros representantes en el parlamento y en los municipios efectivamente representen a quienes les votamos y no a quienes les financian sus campañas.
Mientras tanto, el país se sumergirá en el éxtasis futbolero que se avecina. Si bien se aseguraba que Chile era un firme candidato al título; hoy, se duda de ello, tanto por el alza de algunos de los equipos rivales gracias al buen momento de sus figuras estelares, como por el mal momento de algunas de nuestras piezas esenciales, de los principales equipos del campeonato local –Universidad de Chile, Colo Colo y Universidad Católica- y la ausencia de una renovación, de una generación de relevo de similar peso a la actual. No se ven los herederos del rey Arturo ni del niño maravilla, Alexis. La defensa hace agua y los artilleros andan con la pólvora mojada. Las lesiones hacen el resto para mirar con aprensión las posibilidades de aprovechar la condición de local por parte de Chile.
Con todo, no hay que perder la esperanza. Los partidos hay que jugarlos hasta el último minuto. Ninguno se debe dar por perdido, ni por ganado. Al igual que la vida. Hay que jugársela hasta el final, hasta que las velas no ardan. Con la bandera al tope. Esto vale en futbol y en todo lo demás.
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