El
comportamiento ético en las empresas está dado por quienes trabajan en ellas,
pero sobre todo por quienes son sus dueños y máximos ejecutivos. Ellos marcan
la pauta. Los mercados para que funcionen bien, para que los precios reflejen
la escasez o abundancia de un bien o servicio en relación a su demanda, exigen comportamientos
empresariales éticos. En caso contrario los mercados se ven
distorsionados. En efecto, una colusión
de empresas que dominan el mercado, obtienen precios por sobre los que se
dispondrían si los mercados fuesen libres, y por ende, ganancias por encima de
las que se tendrían sin colusión. Da lo mismo que la colusión sea legal o
ilegal, da lo mismo que existan pruebas o no, lo concreto es que se trata de
una conducta no ética. Es el caso de los pollos o de las farmacias.
Es curioso que los comportamientos
no éticos se encuentren sobre todo entre los campeones, los amantes del libre mercado.
Lo que no quita que entre sus críticos también existan tales comportamientos.
De todo hay en la viña del Señor, aunque más en un lado que en el otro.
Las conductas no éticas conllevan
ganancias para unos en perjuicio de otros. Otro ejemplo. Una industria que genera
empleo y que al mismo tiempo evade impuestos. Es el caso de PENTA, donde uno de
sus controladores adujo que se trata de una máquina para generar empleo, como
para justificar su comportamiento no ético, al ser también una máquina para
defraudar al Estado.
Que una sobrina trabaje en un
municipio tase los terrenos de su tío y le pase el dato que los terrenos
pasarán a ser urbanos con el cambio del plan regulador, es un comportamiento no
ético. Da lo mismo que sea legal o no. Hay conflicto de intereses, hay acceso a
información privilegiada, se está en posición dominante, se sabe lo que el común
de los mortales no sabe. El libre mercado se distorsiona, deja de ser libre
para pasar a ser cautivo de quienes están dateados. Es el caso de CAVAL.
Que una empresa pague contra
boletas o facturas por informes, servicios o productos que no existen o que si
existen no se ocupan, boletas o facturas
que servirán para descontar impuestos, es un comportamiento no ético. También lo
es cuando las empresas financian a políticos o funcionarios del Estado, porque
los comprometen. Es el caso de SQM. Ahí pecan empresarios, políticos y funcionarios.
Que una alta autoridad de un banco
contrate a la nuerísima para apoyar la obtención de permisos para la
realización de dos grandes proyectos del banco, revela un comportamiento no
ético de lado y lado: tráfico de influencias. De parte del banquero porque está
comprando influencia, mal que mal no está contratando a la niña por sus cualidades
profesionales, sino por su condición de nuerísima y la influencia que puede
ejercer para la obtención de los permisos requeridos; y de la nuerísima por su
capacidad para inhibir comportamientos éticos por parte de quienes otorgan los
permisos. Es el caso del Banco de Chile.
Tanto se ha insistido en la
necesidad de aprovechar las oportunidades que nos provee el mercado, que hemos
olvidado la ética, esto es, que no puede ser a cualquier precio, a costa de
conductas no rectas. Con todo, más temprano que tarde, los comportamientos no
éticos también se pagan.
Hola Rodolfo. Veo que los dos le hemos dado duro y parejo al tema.
ResponderBorrarEs lo que corresponde.
Saludos.