Nadie imaginó que el conflicto estudiantil iba a ser de tan larga duración, cuyo fin ni siquiera se avizora, y menos, su resultado final. Los estudiantes inician una interesante fase de internacionalización que debiera ir acompañada de la reanudación de las actividades docentes como prueba de su fortaleza. Sin embargo, en muchas universidades parecen no entenderlo así, con grave perjuicio para los propios estudiantes.
Desde el gobierno, que por momentos parece más interesada en eternizar el conflicto, solo atinan conformar una comisión de supuestos expertos cuyo sesgo es manifiesto. Si esta comisión no pretende edulcorar sus conclusiones, estas se pueden prever: aprovechemos la ocasión para liquidar a la educación pública y fortalecer la educación privada, justamente el objetivo opuesto del perseguido por los estudiantes. Allí está el meollo del problema y la razón por la cual los estudiantes optaron por marginarse de una mesa de diálogo que pintaba de hipócrita porque lo que menos tenía era de diálogo.
En medio de este escenario, la agenda es copada por el inicio de la fase eliminatoria para clasificar al mundial de fútbol a realizarse en Brasil, y donde Chile participa con altas expectativas, las que son aminoradas con la derrota ante Argentina y reanimadas con el triunfo ante Perú. De la noche a la mañana, después de jugar ante Argentina nos sumimos en la depresión, y luego del partido con Perú recuperamos el optimismo. Al respecto quisiera puntualizar algunas ideas.
De partida, a pesar de que el plantel es similar al que tuvo el loco Bielsa, su juego no es el mismo, su regularidad no es la misma. Siento que volvimos al eterno clima de zozobra, de incertidumbre, donde todo puede ser, donde cualquier cosa puede pasar. Hemos perdido disciplina, rigor, consistencia, persistencia, ritmo. Lo prueba que ante Perú, luego del primer gol, fuimos avasallados, nos replegamos, nos refugiamos, como quien aguanta el chaparrón. Ya veíamos que el empate se nos venía encima. Nos salvó el foul al Mago y el consecuente penal convertido por Chupete.
Pero no perdamos los estribos. No somos ni los mejores ni los peores del mundo. Sí tenemos un plantel de excepción para nuestros cánones, una generación de buenos jugadores de lujo que va más allá de uno o dos como lo fue en el pasado. Lo prueba que muchos juegan en el exterior y en equipos de primera.
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