El desafío de la Concertación
Si hiciéramos un recorrido por los titulares de la prensa de los últimos años, la Concertación debió haber perdido por paliza en las últimas elecciones municipales. Si el país real es el que muestran todos los medios de comunicación, acá estaríamos en tierra de nadie, copado por los narcotraficantes, la corrupción, los crímenes, la inflación desbocada, el caos.
En este cuadro la oposición debió haber ganado con holgura, ya sea la que está a la derecha como a la izquierda de la Concertación. Con los pies en la tierra los resultados señalan un descontento, aunque no de la magnitud de muchos agoreros, y por tanto remontable.
Este descontento se resiste a volcarse hacia la derecha, lo que se explicaría porque el modelo económico-social que pregona no haría sino exacerbar la desigualdad imperante jugando todas sus cartas al crecimiento y ninguna hacia la redistribución, salvo la asistencialista vía focalización de subsidios, y poniendo todo el acento en el chorreo. Pero en Chile ya estamos vacunados bajo esta filosofía porque está comprobado que el chorreo no opera naturalmente.
También se resiste a marcar preferencia hacia la izquierda dura. Los resultados confirman que la lista de Juntos Podemos mantiene vigencia, pero no logra perforar la barrera del 10%. Si bien están pagando cara su exclusión como consecuencia del sistema binominal imperante, las elecciones municipales permiten revelar que su peso electoral tiene un techo aún bajo esquemas no binominales.
Si bien la prensa tiende a poner de relieve un cierto ascenso del partido comunista (PC), al igual que el del partido humanista (PH), la verdad es que su avance para los años de circo que llevan, es minúsculo. Sobretodo al lado del partido regionalista independiente (PRI) que de la noche a la mañana irrumpe con cierto peso electoral, aunque no se puede obviar que en su seno conviven Adolfo (Zaldívar), Fernando (Flores) y los Carlos (Cantero y Bianchi) quienes poco tienen en común, por no decir nada. Solo falta que para las próximas elecciones se les sume Alejandro (Navarro) para que tengamos una verdadera bolsa de gatos.
Por otra parte, los niveles de no inscripción electoral, de abstención, y de votos nulos y blancos aumentan de elección en elección. El padrón electoral envejece y pocos son los jóvenes que se inscriben. Esto no hace sino deslegitimar los procesos electorales cuyos resultados cada vez nos representan menos. Por tanto, el desafío de la Concertación y de todo el espectro político nacional no es otro que detener y revertir esta tendencia. Para ello es indispensable una reflexión profunda pospuesta una y otra vez, para que de ella emerja un nuevo proyecto, un nuevo sueño, un nuevo relato, que nos interprete, que nos interpele de modo que permita volver a creer, volver a soñar.
Si hiciéramos un recorrido por los titulares de la prensa de los últimos años, la Concertación debió haber perdido por paliza en las últimas elecciones municipales. Si el país real es el que muestran todos los medios de comunicación, acá estaríamos en tierra de nadie, copado por los narcotraficantes, la corrupción, los crímenes, la inflación desbocada, el caos.
En este cuadro la oposición debió haber ganado con holgura, ya sea la que está a la derecha como a la izquierda de la Concertación. Con los pies en la tierra los resultados señalan un descontento, aunque no de la magnitud de muchos agoreros, y por tanto remontable.
Este descontento se resiste a volcarse hacia la derecha, lo que se explicaría porque el modelo económico-social que pregona no haría sino exacerbar la desigualdad imperante jugando todas sus cartas al crecimiento y ninguna hacia la redistribución, salvo la asistencialista vía focalización de subsidios, y poniendo todo el acento en el chorreo. Pero en Chile ya estamos vacunados bajo esta filosofía porque está comprobado que el chorreo no opera naturalmente.
También se resiste a marcar preferencia hacia la izquierda dura. Los resultados confirman que la lista de Juntos Podemos mantiene vigencia, pero no logra perforar la barrera del 10%. Si bien están pagando cara su exclusión como consecuencia del sistema binominal imperante, las elecciones municipales permiten revelar que su peso electoral tiene un techo aún bajo esquemas no binominales.
Si bien la prensa tiende a poner de relieve un cierto ascenso del partido comunista (PC), al igual que el del partido humanista (PH), la verdad es que su avance para los años de circo que llevan, es minúsculo. Sobretodo al lado del partido regionalista independiente (PRI) que de la noche a la mañana irrumpe con cierto peso electoral, aunque no se puede obviar que en su seno conviven Adolfo (Zaldívar), Fernando (Flores) y los Carlos (Cantero y Bianchi) quienes poco tienen en común, por no decir nada. Solo falta que para las próximas elecciones se les sume Alejandro (Navarro) para que tengamos una verdadera bolsa de gatos.
Por otra parte, los niveles de no inscripción electoral, de abstención, y de votos nulos y blancos aumentan de elección en elección. El padrón electoral envejece y pocos son los jóvenes que se inscriben. Esto no hace sino deslegitimar los procesos electorales cuyos resultados cada vez nos representan menos. Por tanto, el desafío de la Concertación y de todo el espectro político nacional no es otro que detener y revertir esta tendencia. Para ello es indispensable una reflexión profunda pospuesta una y otra vez, para que de ella emerja un nuevo proyecto, un nuevo sueño, un nuevo relato, que nos interprete, que nos interpele de modo que permita volver a creer, volver a soñar.
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