mayo 15, 2009

Aguas revueltas

Las próximas elecciones presidenciales se avecinan complejas y confusas. El sistema político nacional, creado bajo la dictadura militar, negociado a partir de la derrota que sufriera en el plebiscito del 88, y parchado con cuenta gotas durante estas décadas a voluntad de la derecha, muestra fuertes rasgos de agotamiento. La lógica de guerra de entonces debe abrir paso a una lógica distinta.

Se afirma que el esquema político heredado ha dado estabilidad y gobernabilidad al país: estabilidad para mantener incólume las ideas matrices concebidas en tiempos del gobierno militar; gobernabilidad en base a la postergación de los objetivos originarios de la Concertación porque la Constitución y las leyes no se cambian sin el visto bueno de la derecha. Así de simple. Para garantizar que nada cambie sin su consentimiento, la vigencia del sistema binominal ha sido crucial. Y hay que reconocer que la derecha ha sido exitosa en este plano.

Mientras tanto, la voluntad política de la Concertación por efectuar cambios sustanciales y profundos ha ido en descenso. Una causa es el cansancio, agotamiento de tantos intentos infructuosos por romper la infranqueable barrera del binominalismo que ha pervertido las relaciones entre los partidos de una misma coalición, y dentro de los propios partidos. También habría que agregar que no pocos dentro de la Concertación se han habituado a esta realidad, renunciando a insistir en los cambios en aras de un pragmatismo político. Las espúreas negociaciones que se llevan a cabo en los pasillos partidarios y los permanentes cálculos electorales que se realizan son la expresión del mayor triunfo del que se pueden vanagloriar quienes adhirieron al régimen militar.

La renuncia al idealismo en aras del realismo pareciera estar tras la política actual marcada por el escepticismo. Realidad expresada en el envejecimiento del padrón electoral, en la no inscripción de los jóvenes, en el incremento del voto nulo, en blanco y las abstenciones. Esta realidad nos retrata como un país sin sueños, sin quimeras, abandonado a su suerte económica.

No se trata de volver a los años 60 cuando la política era dominada por los ideales y las posturas irreconciliables entre unos y otros sin posibilidad alguna de comunicación entre los distintos sectores. ¿Acaso no es posible construir un país con sueños y que los distintos sectores puedan conversar entre sí y compartirlos?

En este contexto no podemos dejar de ver con cierta simpatía los remezones que se están produciendo en el ámbito político y que nos invitan a reflexionar y repensar el Chile que queremos y soñamos.

2 comentarios:

  1. Bien,Rodolfo!! En el abanico variopinto de las personalidades humanas,que van del idealista quimerico al realista obtuso,del conservador fosilizado al progresista suicida,-tu estas mas cercano al idealista y al progresista pero no al extremo.
    La politica electoral y con parlamentos tiende a ser pragmatica y empeora en tiempos de abundancia,solo las crisis meten mas idealismo al accionar politico,demanera que mientras mas suba la libra de cobre mas pragmatismo tendremos...la crisis del 1982 casi termina con pinocho derrocado y la bonanza de fines de esa decada permitio que se negociara su salida asegurandoles la torta a los que ya la tenian y dando derecho a los recien llegados al poder a agarrar algo del aumento de la torta producido por el progreso economico y eso se ha cumplido a plenitud.
    A veces pienso que actuamos en politica como en nuestra fisiologia animal...una persona que ha comido bien y que tiene linda esposa no tiene mayor motivacion para salir a trabajar o a luchar por conseguir alimentos o a buscar amistades femeninas y prefiere seguir como esta...
    Si estamos sentados a una mesa poco provista y vemos que otros comensales estan arrasando con los bocadillos,los entremeses,los petit bouches,las aceitunas,etc dejandonos sin nada,lo mas probable es que reclamemos y empujemos para agarrar algo,pero si la mesa es enorme y hay abundancia de todo no nos preocuparemos y,a lo mas,nos acercaremos a una zona que nos asegure un buen yantar..lo mismo pasa ahora..hay tanta plata fiscal que todos nuestros dirigentes tienen asegurado su sitio para agarrar algo,algunos legalmente,con pegas fiscales bien pagadas y otros con corruptelas variadas y nos despreocupamos de que la mayor parte delo que esta en la mesa sigue siendo devorado por una minoria,la misma de los tiempos de pinocho y que hay un amayoria no militante que mira el banquete de lejos,agarrando los sobrantes que tambien han aumentado,San Cobre tambien vela por los pobres!!!

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  2. Rodolfo:debo comentar, pero no quiero perder tu amistad por ello.
    Creo que si un país,bajo un gobierno va en una dirección, y en otro, en otra, al final no se llega a ningún lado.Nos pasó en el pasado, y sigue ocurriendo en muchos países, digamos no desarrollados.
    Prefiero que,si la dirección es más o menos aceptable,los cambios de gobierno signifiquen reordenar las prioridades y los énfasis, pero sin llegar a un "todo de nuevo".
    USA e Inglaterra son dos ejemplos.Y Chile ha sido otro desde la vuelta a la democracia.
    Todos binominales.No digo que sea el sistema perfecto, pero me parece el menos malo.
    Ha obligado a posiciones no 100% coincidentes, a ponerse de acuerdo.
    No comulgo con sistemas como el español, en que minorías terminan haciendo lo que se proponen:inclinan la balanza hacia su lado, pues dan las mayorías necesarias a los grupos mayoritarios.Y ponen sus condiciones.No por convencimiento filosófico, sino por conveniencia.
    Por otro lado,tiendo a compartir que estamos escasos de "sueños".Pero los "grandes sueños" normalmente se relacionan con visiones totalmente distintas,o sea, el mencionado "todo de nuevo".Pero si soñamos con un mundo,no necesariamente distinto, sino mejor,los sueños resultan menos impactantes.
    Saludos.

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