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Escribo esta columna en
medio de una inédita pandemia que no nos había tocado vivir y que nos ha
pillado de sorpresa. En un mundo globalizado en que estamos, es difícil
encontrar a alguien que no esté afectado. Con los amigos y familiares distribuidos a lo largo del mundo, estamos
todos implicados. Unos en Barcelona, otros en Sao Paulo, otros en la quebrada
del ají, y nosotros en Chile, donde se cuecen las habas, y donde el corona
virus está en sus inicios, en plena fase de despegue.
No faltan quienes afirman
que todo esto es parte de una conspiración china o que se trata de una
magnificación de algo sin mayor relevancia para distraer a incautos, así como
quienes desparraman a diestra y siniestra responsabilidades y culpabilidades,
las que se ven reforzadas vía redes sociales, procurando multiplicar exponencialmente
su impacto.
A lo señalado habría
que agregar la existencia en el aire de un alto nivel de chimuchina. A modo de
ejemplo, el arriendo de un local en una de las comunas más ricas de Santiago de
Chile por más de 30 mil dólares al mes, para habilitarlo como centro
hospitalario. Mientras tanto, en Nueva York, para los mismos efectos, se está habilitando el Central Park, en pleno corazón
de La Manzana, a precio cero por tratarse de un espacio público. Frente a las
críticas, unos objetan el pago del arriendo con dineros públicos a familias
de lustrosos apellidos; del otro lado contraatacan que a dichas familias
pertenece un conspicuo comunista; y el presidente de la república desciende al
barro para afirmar que el valor del arriendo es menor que el de un parlamentario.
Sin descartar nada, me
resisto a concentrar mis energías y capacidades en desentrañar tales
elucubraciones que no hacen sino perder el horizonte. Lo primero, salvar nuestra salud física, mental, financiera, familiar y social. Por ello prefiero concentrarme en el necesario cuidado que debemos adoptar, y centrarme en la
falsa disyuntiva que se está dando en relación con el cuidado de la vida y de
la economía, así como asomarme a los escenarios que se abren pospandemia. Las distintas reacciones de los distintos
países dan cuenta de que nadie tiene la última palabra ni piuede cantar victoria.
Reacciones que más que depender de colores políticos, parecieran responder a
visiones más o menos precavidas, de visiones más o menos
cortoplacistas. En México y Brasil, cuyos gobernantes están en posiciones
políticas antípodas, inicialmente
adoptaron similares posiciones, asumiendo con mucha liviandad la pandemia. Para
qué hablar de Estados Unidos, donde Trump ha tenido que tragarse sus propias
palabras. Otros países, en cambio, desde el minuto uno, han adoptado las
máximas precauciones, así como otros han optado por reaccionar sobre la marcha,
gradualmente. Cuál es la más correcta? Difícil saberlo por tratarse de una
instancia inédita y que muy probablemente solo se sabrá cuando todo haya pasado
y se tenga tiempo para analizar quienes actuaron mejor que otros dentro de los
contextos en que se situaban.
En este análisis a
posteriori se deberán considerar aspectos históricos, educacionales,
culturales que explican las disímiles reacciones de las personas en los distintos
países, así como en los diversos sectores sociales. Hay países donde desde el
inicio los ciudadanos soslayaron lo que se venía encima, y siguieron mirándolo en menos aun cuando las autoridades advertían la necesidad de tomar todas las
precauciones. Otros, en que los ciudadanos acataron desde el primer minuto las
instrucciones o sugerencias emanadas desde las autoridades correspondientes.
Para sortear el
temporal pandémico en que estamos inmersos es vital no desesperar, confiar en
nuestras capacidades, en nuestras fortalezas, en que saldremos adelante. Hay
una frase dentro del himno de Uruguay que simboliza lo expuesto: sabremos
cumplir! De eso se trata, de saber cumplir, de hacer lo que debemos. En tiempos
pesimistas, por mas que nos cueste, ser optimistas.
Ya habrá tiempo para la invitación que la madre
naturaleza nos está formulando, particularmente con miras a vivir de otra
manera, sin entrar en colisión con ella.
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