febrero 25, 2016

El descrédito de la política

El humor en el Festival de Viña trapeó con los políticos. Luego de los años que hemos tenido, los humoristas y comediantes no podían dejar pasar la oportunidad. No hay que ponerse graves; hay que tomarlo con humor. Quizá haga falta el regreso de una revista de sátira política como Topaze que tuvo su época de oro a mediados del siglo pasado.

Desde que tengo uso de razón los políticos no han sido muy queridos, excepto en períodos muy puntuales, particularmente cuando hacer política pasa a constituirse en un acto cercano a lo épico, cuando está impregnada de una ética, cuando quienes la ejercen, los políticos, están dispuestos a poner el pecho ante las balas, a jugárselas en las circunstancias más difíciles. Es el caso cuando encaran dictaduras, cuando se despliegan bajo condiciones adversas, sin recursos, perseguidos, exiliados, torturados, desaparecidos. Tiempos de coraje, sin medios de comunicación, desde la clandestinidad.

Esos son los políticos que la ciudadanía valora, no quienes se arriman y sirven a los poderosos; quienes dicen lo que uno quiere escuchar, no lo que piensan. Los políticos se han desacreditado, esencialmente, no solo por los múltiples casos de corrupción que hemos venido conociendo en los últimos años, sino por sus consecuencias. Su incapacidad para poner en marcha lo que se propusieron en su momento; por el contrario, terminan haciendo lo que les dictan quienes han estado financiando regular o irregularmente, con o sin boleta, sobre o bajo la mesa.

Puede que los medios de comunicación estén avivando la cueca, pero eso no basta para hacer realidades. Tienen que haber políticos que den maní, así como personas que se compren falsedades.

Lo descrito no es monopolio de Chile. La política y los políticos a nivel mundial están en jaque. No son pocos los países que viven un ambiente como el nuestro. Ahí están Brasil, Uruguay, Argentina por mencionar países cercanos. Para qué hablar de España, donde los partidos que han concentrado más del 80% de las preferencias ciudadanas en las últimas décadas han visto desdibujar el bipartidismo, dificultando la conformación de una coalición con suficiente mayoría para dar gobernabilidad con estabilidad. Hoy son 4 las fuerzas políticas las que concentran más del 80% del voto ciudadano.

En Estados Unidos el descrédito político se expresa en el debilitamiento del establishment al interior de los partidos tradicionales, el demócrata y republicano. Debilitamiento que se explica esencialmente porque se tiene la sensación que la política y los políticos han sido capturados por la economía, por las grandes empresas. Por la sensación de que al final da lo mismo por quien uno vote.

En todos estos casos, el populismo y los candidatos populistas están al acecho. Para superarlos es imprescindible resituar la política en su lugar, por la vía de un empoderamiento ciudadano, lo que pasa por una mayor capacidad reflexiva y dejar de tomar palco, de modo que no nos metan goles una y otra vez.

Ah, se me olvidaba, y no perder el sentido del humor.

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