octubre 28, 2010

Desde Valdivia

A orillas del río Calle Calle, donde se baña la luna desnuda, bajo un cielo gris y una persistente lluvia, se está desarrollando el vigésimo cuarto congreso chileno de educación en ingeniería, evento que se realiza todos los años como espacio de encuentro entre quienes tienen la responsabilidad de formar ingenieros.

Las temáticas abordadas se relacionan con las principales preocupaciones que convocan a los educadores en el campo de la ingeniería, y que en los últimos años están centradas en las altas tasas de deserción, en la escasa innovación habida en los procesos docentes de formación que se llevan a cabo en el aula, y en la necesidad de especificar más claramente los perfiles de egreso.

Las ponencias presentadas giran en torno a los más diversos tópicos, pero en general tienden a concentrarse en metodologías destinadas a elevar los niveles de aprendizaje, a identificar los perfiles de entrada esperados en quienes ingresan a las carreras de ingeniería, a identificar los perfiles de los egresados que la sociedad está reclamando, y a incorporar a las empresas en el proceso formativo docente a fin de facilitar y acelerar la inserción laboral de los egresados.

Estas preocupaciones surgen cuando existe la convicción de que para alcanzar el desarrollo como país, necesariamente debemos contar con más y mejores ingenieros y científicos. Si bien, existe interés de parte de los jóvenes por proseguir estudios en ingeniería, muchos de ellos quedan en el camino, como la ilustran las altas tasas de deserción que caracterizan a esta carrera. Si bien no se trata de un fenómeno nuevo, es una preocupación creciente por el alto costo que esta deserción representa tanto para la familia implicada como para la sociedad en general, y porque es un signo de ineficiencia que se necesario subsanar.

Importa destacar que este no es un fenómeno que se circunscriba a nuestro país, puesto que se trata de un fenómeno generalizado a nivel mundial. En Estados Unidos esta preocupación se ha estado expresando en el surgimiento de programas doctorales de Educación en Ingeniería y en la aparición de revistas científicas que buscan recoger los resultados de las investigaciones que se desarrollan en este campo.

En los tiempos actuales, al ingeniero no se le piden solo conocimientos, los que son crecientemente pasajeros, sino la capacidad para estar en disposición de aprender permanentemente. Ya no es el profesional solitario capaz de resolver por sí mismo un problema, sino que debe ser un profesional capaz de trabajar en equipos multidisciplinarios.

Apasionantes son los desafíos a los cuales están llamados a atender quienes tienen la tarea de formar a los ingenieros del mañana.

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