mayo 25, 2007

La tecnología: ¿genera, modifica y/o destruye empleo?

Desde el punto de vista de su capacidad de asimilación de nuevas tecnologías, se puede afirmar que en las últimas décadas Chile ha experimentado un importante proceso de modernización. En la vida diaria se puede ilustrar con los altos niveles de penetración de la telefonía móvil (celulares), tecnología que facilita la comunicación; la gran cantidad de transacciones electrónicas basadas en dinero plástico (tarjetas de crédito), tecnología que incrementa la demanda en base a endeudamiento o ingresos futuros; y la gran cantidad de cajas en locales comerciales habilitadas con lectores de barras. En los distintos sectores del ámbito productivo esta modernización se manifiesta en la automatización de procesos y nuevas maquinarias al interior de las empresas.

Lo anterior ha incidido en el empleo, tanto en términos de su creación, como de su destrucción. En el pasado el empleo se concentraba en la extracción de recursos naturales y la producción de bienes manufacturados. La introducción de nuevas tecnologías en estos ámbitos ha traído consigo la eliminación de puestos de trabajo, particularmente en aquellas empresas que han automatizado sus plantas (sectores automotriz, minero, textil, agrícola, etc.). En la actualidad se están generando empleos en áreas relacionadas con la producción de servicios (sectores financiero, de comunicaciones, informático, etc.).

El mayor o menor impacto, positivo o negativo, de la tecnología en el empleo, depende de cada país en particular, de su voluntad y capacidad de apropiación de las nuevas tecnologías, y de los precios relativos de cada uno de los factores de producción (capital y trabajo).

Junto con incidir en la magnitud del empleo, la tecnología también ha impactado la naturaleza del empleo, esto es, el trabajo que se lleva a cabo en cada puesto laboral. Mientras en el pasado el trabajo a realizar era eminentemente manual, repetitivo, rutinario que demandaba fuerza física, ahora este tipo de trabajo está siendo sustituido por nuevas tecnologías. La naturaleza de los trabajos actuales demanda un mayor esfuerzo intelectual que físico, mayor uso y articulación de conocimientos que de músculos.

Por tanto, quienes ocupaban puestos de trabajo que están tendiendo a desaparecer, deben necesariamente “reciclarse”, para estar en condiciones de asumir nuevas responsabilidades que muy probablemente exija competencias de las cuales carezca y que deba poseer. De las condiciones en que se encuentren los trabajadores para incorporar estas competencias, dependerán sus posibilidades futuras de inserción en un mundo laboral que nos está exigiendo mayor flexibilidad para desempeñarnos eficientemente en las más diversas funciones asociadas a distintos puestos de trabajo.

Además de lo expuesto en un mismo puesto de trabajo las capacidades requeridas pueden verse modificadas. Es el caso de las cajeras en los supermercados, quienes debían ingresar los códigos de los productos y las cantidades adquiridas, lo que implicaba que al menos debían saber leer; gracias a los códigos de barra las cajeras, tan solo necesitan pasar por el lector de barras cada uno de los productos que están siendo adquiridos y al finalizar apretar una tecla para generar la boleta correspondiente. Se logró aumentar el número de transacciones que una cajera es capaz de procesar por unidad de tiempo, y por tanto la productividad en cada caja. Por tanto, para atender una misma cantidad de clientes, ahora es posible disponer de un menor número de cajas, y por tanto, de cajeras. En este caso se “tontificó” el puesto de trabajo porque para la realización de las tareas asociadas se requieren menores capacidades por parte de las cajeras. Además, se disminuyó la cantidad de puestos de trabajo como consecuencia de la mayor productividad de cada uno de ellos.

Bajo una mirada más amplia, para este caso en particular debe observarse que la disminución de puestos de trabajo puede ser contrarrestada ya sea por un aumento en el volumen de compras de los clientes como de la cantidad de clientes que se atienden. También puede contrarrestarse por la creación de nuevos puestos de trabajo vinculados a la producción y mantenimiento de las nuevas tecnologías, en este caso, de los lectores de barras. Surgirán empresas que produzcan estos dispositivos de lectura de barras, así como otras que presten servicios de mantenimiento de ellos. Estos nuevos puestos demandan capacidades de más alto nivel que exigen más estudios, una mayor y mejor educación. Si no poseemos estas nuevas capacidades, significa que no estaremos en condiciones de crear ni mantener estas nuevas tecnologías, las que deberemos importar desde terceros países sin posibilidades de apropiarnos de ellas en el corto plazo.

Para evitar este destino, se hace indispensable disponer de una educación de calidad, tanto a nivel básico, medio como superior, que viabilice la creación de nuevos puestos de trabajo intensivos en conocimientos con algún grado de desarrollo autónomo con independencia tecnológica de terceros países. En caso contrario nos encontraremos inermes ante las nuevas tecnologías, sin capacidad para dominarlas, lo que supone resignación ante un destino inmodificable. Nuestra obligación se remitiría a navegar lo mejor posible en aguas que se encuentran en permanente agitación y fuera de nuestro control.

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