abril 26, 2024

Gaspar Rivas

En una de mis últimas columnas (Mirándose el ombligo), objeto las actuaciones de los politicos enfrascados en los dimes y diretes a propósito de la elección de la mesa de la Cámara de Diputados. En esta oportunidad  el escándalo fue porque quien postulaba a la presidencia era una militante del partido comunista, Carol Cariola.

Ya en años anteriores esta candidatura se había caído por no contar con los votos necesarios. Ser comunista es un problema, al menos en Chile porque el anticomunismo tiene un fuerte arraigo. Motivos no faltan para ello, aunque resulta dificil sostener que los problemas de Chile se deben a los comunistas. Lo concreto es que en esta ocasión, para que Cariola fuese elegida, tuvieron que buscar votos hasta debajo de las piedras, incluso dentro de la oposición. Y lo encontraron en el siempre imprevisible Gaspar Rivas, a quien más de una vez se le ha arrancado la moto. Para obtener su voto, cerrando los ojos, el oficialismo le ofreció la vicepresidencia, la que aceptó encantado.

Es así como me ha llegado la siguiente consulta ¿qué opinas del vicepresidente de la cámara Gaspar Rivas? Pregunta que complementa identificándolo como “el mejor y más puro representante de la actual política desvergonzada y sin ética.  A un personaje con demostrados problemas de desequilibrio mental, autodenominado sheriff del congreso y “el Bukele chileno””. No recuerdo que se me haya formulado idéntica pregunta en elecciones anteriores por la presidencia de la Cámara. Creo que la pregunta nace porque ahora votó por una comunista, porque fue un voto decisivo. Si otro(a) fuese elegida, no comunista, probablemente la pregunta no habría sido formulada. O porque su voto inclinó la balanza.

Quiero puntualizar que mi columna no trataba de Gaspar Rivas, sino del desvarío asociado a las reacciones de los distintos sectores en torno a un tema -la elección de la mesa- que no está dentro de las preocupaciones ciudadanas y en que todo el jaleo se armó en razón a que la elegida fuese comunista.

Después de la pregunta, mi interlocutor afirma que “el gobierno, a través de otro tránsfuga como Elizalde le ofrece la vicepresidencia a cambio de su voto para lograr posicionar al PC en la Presidencia (la Cariola)”. Por último, sostiene que “es patético todo, una vez más el PC hace carne su eterno lema: “el fin justifica los medios”.

Y remata ¿No vale bien todo esto para una de tus columnas?”. Por cierto, esta es la razón de esta columna. La anterior solo intentaba llamar la atención respecto de que veo un desencuentro, una brecha del porte de un buque, entre la clase política que tenemos y la sociedad entera,  y que veo a ambos, sí, a ambos, perdidos: tanto a la clase política como a la sociedad entera con la brújula perdida, sin saber qué hacer. Y la elección de la mesa de la cámara de diputados no es sino un reflejo de ello, de la preeminencia de la economía sobre la política, donde los políticos han pasado a ser los titiriteros de los empresarios. Esto ha sido siempre así en el mundo de las derecha, no así en el mundo de la izquierda. La novedad es que en este último mundo no pocos también estén pasando a serlo.

Mi interlocutor rasga vestiduras insistiendo que “ahora se pasó un límite de desvergüenza que no recuerdo haber visto antes. Gaspar Rivas, supera con creces a seres viles y torvos como Pamela Jiles y Gonzalo de la Carrera. Va más allá de derecha e izquierda, este ser no tiene dios ni patria, es un tipo desequilibrado y eso se aprecia al leer sus Tweets”. Son todos personajes elegidos por nosotros, al igual que Florcita Motuda, que quienes filtran contenidos de sesiones secretas, que quienes amasan fortunas en los municipios con horas extras fraudulentas o convenios truchos. También son personajes no elegidos, pero que se creen con derecho a todo, como todos los que han pasado por las comandancias en jefe del Ejército después del innombrable, y para qué hablar de carabineros y la PDI, y de empresarios.

No soy comunista, ni cercano siquiera a ellos. Si viviera en un país comunista, lo más probable es que sería anticomunista, si es que pudiera serlo. Así como valoro la justicia, también valoro la libertad. Pero en Chile, siento que los problemas que tenemos no son por los comunistas, no son generados por ellos, sino por otros que no son precisamente comunistas, sino todo lo contrario. Por eso mi foco no está puesto en los comunistas, sino en las élites que tienen el poder para trapear con nosotros y hacer lo que quieren en desmedro de quienes tienen que andar por la vida pateando piedras.  

En este contexto, lo de Gaspar Rivas es un pelo de la cola.

Saludos!

abril 21, 2024

Ceguera política

Foto de Raghuvansh Luthra en Unsplash

Los casos de cegueras políticas son innumerables, no solo en Chile, sino que en todo el mundo. En general, lo más fácil es esconder los problemas bajo la alfombra. Desgraciadamente en el ámbito político están primando las visiones cortoplacistas. Pan para hoy, hambre para mañana. Cuesta levantar la mirada y nos enredamos en el área chica.

En Chile hubo una explosión social en el 2019 que se sorteó por la vía de un acuerdo para una nueva constitución. Después de 4 años seguimos parados donde mismo luego de dos intentos fallidos de tener una nueva constitución. Ya no hay ánimo para otro intento. ¿qué motivó la explosión social? ¿la existencia de un conjunto de pájaros locos que arrastró a toda la población a mirar impávidos como estos pájaros incendiaban el país? o ¿la expresión de un malestar social por estar insertos en una sociedad donde la justicia brilla por su ausencia? Mientras unos ponen el acento en la necesidad de mayor represión para que estos pájaros locos no crean que las tienen todas consigo, otros ponen el acento en la necesidad de repensar la sociedad en que estamos viviendo para tener más educación, más salud, mejores pensiones, etc.

Al final creímos que la solución era cambiar la constitución. Pero a la hora de los quiu, cada uno quiso llevarse la constitución para su casa, y acá estamos, con la misma constitución de siempre y los mismos problemas de siempre.

Todo apuntaría entonces a que nuestros problemas no tienen su origen en la constitución, a que no hemos ido a la raíz de los acuciantes problemas que nos aquejan. Perdonen toda esta perorata, pero es lo que se me ha venido a la mente cuando veo cómo en el parlamento se enfrascan en discusiones bizantinas en torno a la conformación de las mesas de la cámara de diputados y del senado. Las fuerzas en pugna pareciera que vivieran en el limbo, en un país del nunca jamás donde los acuerdos se pisotean sin asco a vista y paciencia de todo el mundo. En el senado la oposición le dobló la mano al oficialismo, y en la cámara ocurrió lo contrario.

En este último caso todo el drama fue porque postulaba una diputada comunista. Ya se había frustrado su arribo en años anteriores. Ahora no alcanzó a frustrarse, pero la llegada fue al costo de meter en la mesa a un diputado, Gaspar Rivas, el sheriff, que nadie sabe para quien trabaja. Como fue quien posibilitó la configuración de la actual mesa, ahora los dardos se dirigen a él. No es para menos, puesto que la oposición quedó con los crespos hechos. Y como si los diputados no tuvieran que hacer, no encuentran nada mejor que censurar la nueva mesa recién constituida.

Todo no es mas que resultado del mundo en que estamos viviendo, la de la política de pasando y pasando, regla de oro de un neoliberalismo que tiene tanto a la derecha, como a la izquierda, bailando a su ritmo. Un neoliberalismo, cuyo dios es el dinero, que tiene a los políticos enceguecidos y a la democracia viviendo sus peores horas.

abril 17, 2024

Mirándose el ombligo

A comienzos de esta semana se renovó la presidencia de la cámara de diputadas y diputados, que finalmente recayó en una representante del partido comunista (PC), Carol Cariola.

Su elección tiene como origen un acuerdo entre las fuerzas oficialistas donde la renovación se produciría cada cierto período de tiempo. Este acuerdo se produjo al tomar posesión el nuevo parlamento hace ya poco más de dos años, cuando la mayoría de diputadas y diputados tendían a ser afines al oficialismo.

Cuando al PC le correspondía encabezar la cámara, el acuerdo fue tirado por la borda porque la mayoría de entonces dejó de serlo en virtud de un drenaje desde el partido demócrata cristiano (DC) hacia dos nuevos partidos, Amarillos y Demócratas. Partidos surgidos al calor de la última elección presidencial y que fueron protagonistas del debate generado por los fallidos procesos constitucionales en que estuvimos embarcados, particularmente en el primer proceso.

Tal como las fuerzas de gobierno tuvieron que lamer sus heridas por haber perdido recientemente la presidencia del Senado, ahora es la oposición la que tendrá que lamer las suyas al ver escapar de entre los dedos una presidencia de la Cámara que daba por sentada por tener la mayoría.

De hecho, la oposición levantó como candidata a Joanna Pérez, exDC, para tentar al centro político y así frustrar el arribo a la testera de la Cámara a una diputada comunista. Que la oposición alcanzara la presidencia del Senado hizo pensar que similar éxito tendría en esta ocasión. Estuvo a punto de lograrlo. El veto anticomunista que en su momento se impuso a Carol Cariola, supuso el incumplimiento de un acuerdo que ahora se restableció a punta de negociaciones de último minuto.

En esto no hay nada nuevo bajo el sol, donde lo que buscan de lado y lado es capturar el centro político, esto es, a quienes no se identifican ni con la izquierda ni la derecha.  La tónica ha sido, desde que tengo uso de razón, al menos en Chile, que quien conquista el centro, gana las elecciones. El centro político es la vedette a quien cortejar, querer, mimar. Y no pocas veces es el caballo de Troya de quienes se cobijan tras él.

Esto parece un juego de máscaras porque se trata de una disputa política, de un protagonismo político que está muy lejos de las preocupaciones ciudadanas. Una disputa ilustrativa de una política narcisista, que se mira el ombligo, y que por lo mismo está con su prestigio por los suelos. Mientras tanto, la ciudadanía sufre los avatares del devenir diario, y la corrupción que empapa a las élites empresariales, profesionales, militares, mientras los ciudadanos de a pie observan impávidos desfiles de dineros mal habidos.

En este contexto, los políticos nacionales en vez de abordar y resolver los acuciantes problemas que nos aquejan parecen enfrascarse diariamente en discusiones estériles que degradan la democracia, poniéndola en entredicho. Pocos escapan a este sino, tanto en medios opositores, como de gobierno. Los partidos políticos que deben ser modelos de comportamiento y propuestas, por el contrario, dejan mucho que desear.

Desgraciadamente este escenario va más allá de los partidos, trasciende a la política, empapando a las más diversas instituciones de todo orden -militares, religiosas, financieras, empresariales, profesionales, educacionales-. Todo un símbolo de los tiempos que vivimos, tiempos en los que todo se vuelve líquido, pasajero, precario, incierto, acá y en la quebrada del ají. Solo nos queda el consuelo que en otras partes se está peor, que estamos lejos de las guerras que tienen al mundo en ascuas.

abril 02, 2024

Recordando lo escrito la noche del día del último plebiscito

Foto de Jon Tyson en Unsplash

Hoy fue el plebiscito. Ganó la opción En Contra con un 55%, esto es, se rechazó la propuesta constitucional y seguimos entonces con la constitución de los 4 generales más las modificaciones de Lagos. Con este resultado se evitó una constitución que profundizaba el modelo de sociedad en que estamos sumidos.

Han pasado 4 años y estamos parados donde mismo luego de dos vueltas de carnero. Primero se rechazó una propuesta dominada por la ultraizquierda que dominó la escena vía una lista del pueblo conformada por movimientos sociales dirigidos por pájaros locos, y ahora se rechazó una propuesta marcada por la ultraderecha que dominó la escena con apoyo de la derecha.

Quienes hoy votamos por la opción En Contra no podemos decir que ganamos, porque seguimos donde mismo, pero sí podemos decir que evitamos algo peor. Todo se inició para terminar con una constitución, la de los 4 generales, y al final seguimos con la misma.

Los resultados me confirman el drama que nos aqueja, no solo a los chilenos, sino que se extiende a muchos otros países: la división entre quienes aspiran a modelos de sociedad contrapuestos y las dificultades para alcanzar acuerdos. La votación de la derecha (A Favor) perdió con holgura en todo el país, excepto en las comunas de Vitacura, Las Condes y Lo Barrenechea, donde la derecha ganó con votaciones que sobrepasan el 80%. Estamos frente a verdaderos ghettos.

Esto es cualquier cosa menos un país, es la expresión de la grieta, de la desigualdad imperante, que se expresa de múltiples formas, en el plano cultural, educacional, sanitario, etc. ahora todos dicen que hay que dar vuelta la página, que se cierra el proceso constituyente, para concentrarnos en los problemas que aquejan a la gente, resolver los problemas de las bajas pensiones, del acceso a la salud, a una educación de calidad, de la seguridad, del narcotráfico, de la corrupción, etc.

Mis temores de que ganara la opción A Favor no se confirmaron. Temores basados en una campaña publicitaria llena de falsedades y la intención de convertir el plebiscito en una evaluación del gobierno de Boric antes que en una evaluación de la propuesta constituyente. Entre los spots publicitarios destacaba uno que se expandió como reguero de pólvora aprovechando la baja popularidad de Boric: “Boric vota en contra, Chile vota a favor”. A esto habría que agregar que los medios de comunicación, con The Mercury Times y La Tercera a la cabeza, le daban como bombo a la corrupción de fundaciones dirigidas por personeros militantes de partidos de gobierno y a la detención de un indultado por Boric por el delito de secuestro.

Quienes votaron A Favor perdieron estrepitosamente en su afán de profundizar la constitución que tenemos; y quienes votamos En Contra no hemos ganado nada, excepto evitar una constitución peor de la que tenemos. Rescato de positivo que ahora toda la clase política parece concordar en que deben concentrarse en resolver los problemas que más afectan a la gente si no quiere que en las próximas contiendas electorales la ciudadanía le dé la espalda.