agosto 31, 2017

La caída de una mirada

El rechazo del proyecto minero Dominga por parte del Consejo de Ministros gatilló la renuncia de dos ministros, el de Economía y Hacienda, junto al secretario de esta última cartera. El impacto está dado esencialmente por la caída del ministro de Hacienda, Rodrigo Valdés, el verdadero poder factótum de todos los gobiernos de la transición de acuerdo a los cerrojos heredados de la dictadura. Como él mismo lo señala, habría perdido el gallito sostenido entre dos fuerzas, la de quienes privilegian el crecimiento a toda costa y la de quienes postulan un crecimiento sustentable.

Como era de suponer, el mundo empresarial, las élites, los expertos, los economistas ortodoxos, el “mercado”, lamentan la caída de Valdés, Céspedes y Micco. Lo ocurrido debe constituir un hito, un punto de inflexión respecto del modo de desarrollo que hemos tenido a la fecha. Por ello lo visualizo como una oportunidad para pasar, como país, de la adolescencia a la adultez. Una oportunidad para cambiar nuestra matriz productiva, para visualizar el desarrollo como un proceso que no se reduce al mero crecimiento, para abandonar un modelo extractivista, basado en exportaciones de recursos naturales sin mayor valor agregado.

A pesar de que después de medio siglo nuestra cobertura de educación superior se ha más que duplicado, nuestra canasta exportadora conserva una estructura que no ha variado mayormente. Casi medio siglo en que nuestras empresas han hecho lo que han querido con trabajadores sin capacidad de negociación, con la política subordinada a la economía. Resultado: seguimos comulgando con ruedas de carreta.

Por ello, estimo que Michelle, la presidenta, al respaldar lo obrado por el Comité de Ministros, ha dado un paso muy significativo difícil de aquilatar. Nos dice que llegó la hora de levantar la mirada pensando no solo en las actuales, sino que también en las futuras generaciones. Está invitándonos a respetar nuestro medio ambiente y a nuestros trabajadores con empleos que no los enfermen ni condenen a una vejez prematura.

El gran debate para las próximas elecciones tiene que ver justamente con esto: consolidar un modelo que no da para más, o pasar a otro modelo de desarrollo que nos respete a todos.

agosto 24, 2017

La política despolitizada

Uno de los candidatos presidenciales, José Antonio Kast, sostuvo que había que despolitizar la política, expresión que no dejó de llamar la atención respecto de su significado. Si nos atenemos a lo que ocurre no solo a nivel nacional, sino que internacional, en un escenario donde lo económico parece dominarlo todo, no cabe duda que en la actualidad a la política se le ha despojado de todo su significado. En este plano, ya no habría nada que despolitizar, dado que se encuentra completamente despolitizada.

Sumergidos en un individualismo extremo, donde cada uno debe arreglárselas con sus propias uñas, la política parece haber perdido todo su sentido, toda su razón de ser. Con organizaciones sociales empresariales empoderadas y organizaciones sociales laborales, léanse sindicatos, sin poder de negociación alguna, y actores políticos temerosos de generar reformas laborales, dan cuenta de una realidad donde el factor trabajo se encuentra subordinado al factor capital, desequilibrio que la política ha sido incapaz de corregir.

Esta incapacidad se explica porque el poder de la política se ha reducido la mínima expresión, subordinada al poder económico de los grandes intereses financieros que se reservan para sí las grandes decisiones que involucran los destinos de cada uno de nosotros. Es así como la política parece haber sido transformada en una suerte de instrumento para que juguemos a la democracia, con actores capturados por los grandes poderes económico-financieros. Instrumento orientado a hacernos creer el cuento de que en cada contienda electoral nos jugamos el destino de nuestro futuro.

De aquellos tiempos en los que creíamos que la política era la instancia para soñar en torno a un mundo mejor, pareciera que estamos pasando hacia tiempos en los que la política es la instancia para subir/bajar candidatos o cambiarlos de una región a otra sin escrúpulo alguno.

La política no requiere ser despolitizada porque ya lo está; lo que se requiere ahora es todo lo contrario, politizarla, dotarla de significado, recuperar su esencia, su razón de ser, para que nos devuelva la capacidad para soñar y concretar un mundo mejor mediante el sutil arte de negociar, de conversar, de ponernos de acuerdo sin tener que poner sobre la mesa pistolas, ni metralletas, ni billetes. Esto es, sin la imposición de poder militar o económico alguno.

En un contexto donde cada uno está preocupado de su metro cuadrado, se ve como una tarea difícil, aunque no imposible si levantamos la mirada más allá de dicho metro cuadrado.

agosto 17, 2017

Atentado en Barcelona

Una vez más el terrorismo, sin compasión alguna, deja su huella, esta vez en Barcelona, en pleno período estival. Lo que identifica al terrorismo es amedrentar y sembrar el miedo poniendo el foco en seres indefensos y víctimas inocentes. Nadie está libre de ser víctima, porque no discrimina. Su objetivo es doblegar psicológicamente.

La condena debe ser sin dobleces, sin atenuantes, creíble, sin cálculo de por medio. Afortunadamente, la condena y la solidaridad se han dado a todo nivel.

En este contexto Trump invita a los españoles ser duros y fuertes, y expresando sus condolencias por las pérdidas de vidas y heridos, resulta chocante. Esta invitación ha sido complementada por su Secretario de Estado, Tillerson, al afirmar su disponibilidad a ayudar en la aplicación de la ley y la seguridad nacional en España.

Las declaraciones de Trump resultan particularmente chocantes porque recientemente, no reaccionó de similar manera cuando en Chalottesville, Virginia (USA), un automóvil arremetió contra un grupo de manifestantes que se oponían a grupos racistas que proclaman la supremacía racial blanca, resucitando los tiempos del Ku Klux Kan que sembraban el terror entre los negros. En efecto, sostuvo que ambos grupos eran responsables de la violencia. Con esta lógica “equipara” ambos grupos, los hace empatar, y a ser todos responsables de la violencia, finalmente nadie lo es. En su momento Trump afirmó que la violencia provenía de “muchos lados” sin condenar a la extrema derecha responsable de la tragedia.

Con este raciocinio, el atropello en Barcelona sería no solo responsabilidad del grupo terrorista islámico que se lo adjudicó, sino que también de “muchos lados”. Entre esos muchos lados podríamos señalar aquel en el que está Trump.

Frente a coyunturas de esta naturaleza la condena debe ser explícita, tajante, sin miramientos, sin atenuantes, sin excusas. Todo atentado contra un ser humano, o grupos humanos, cualquiera sea su condición, pensamiento, su raza, su religión, su color, es un atentado contra la humanidad entera. Cuando estos atentados son cometidos por personas o grupos, hablamos de terrorismo; cuando estos atentados son cometidos al amparo del aparato del Estado, hablamos de terrorismo de Estado, lo que vivió Chile en tiempos del innombrable.

En esto, como en tantas otras cosas, para ser creíbles, no podemos tener doble estándar, a uno u otro lado. Todo terrorismo debe ser condenado, venga de donde venga. Justificarlo es una forma de validarlo.

agosto 11, 2017

Eduardo Frei Montalva: la verdad tiene su hora

Luego de 15 años de investigación, se ha dictado el procesamiento de tres personas acusadas del asesinato del expresidente Eduardo Frei Montalva en el año 1982, otra persona en calidad de cómplice, y de otros dos como encubridores. Para estos efectos no se contó con colaboración alguna, por el contrario, se debieron superar obstáculos interpuestos por quienes se han esmerado en ocultar los antecedentes que han llevado a este procesamiento.

Los antecedentes recopilados señalan que fue asesinado mediante dosis de talio y gas mostaza, sustancias tóxicas conducentes a envenenar a un expresidente de la República. No cabe duda que los ejecutores de la macabra acción lo hicieron a instancias del Estado, por órdenes superiores, lo que no les exime de responsabilidad, pero revela un delito de marca mayor por partes de agentes de Estado, los mismos que se supone están para protegernos, no para matarnos. En tiempos donde no se movía una hoja sin que se enterara el dictador Pinochet. Todo un signo de descomposición moral.

Fue con saña, para debilitarlo, bajando sus defensas, con el fin de neutralizar cualquier posibilidad de recuperación frente a cualquier operación a la que se le sometiera o infección que lo afectara.

La derecha, impertérrita, la misma que ocultó por décadas su complicidad, como siempre, llega tarde y ahora critica la resolución de un juez debido a la cercanía de las elecciones. Es la misma derecha que permanentemente boicoteó todo avance en la materia, interponiendo obstáculos. Se trata de un crimen de Estado que debió haberse dilucidado hace mucho tiempo atrás: estamos hablando de un asesinato de hace ya 35 años, de un asesinato cuyo móvil fue político, para sacar del camino a una personalidad de fuste que se estaba erigiendo en el líder de la oposición. Del mismo que Eduardo Frei Montalva a quien invocaban para justificar el golpe de Estado del 73 blandiendo su famosa carta a Mariano Rumor, escrita cuando nunca se imaginaba que la dictadura podía llegar a los extremos que llegó.

Que recién ahora se esclarezca, se haga luz allí donde la derecha quiso imponer la oscuridad, no es responsabilidad del juez ni nuestra, sino que de quienes detentaron el poder en aquellos años y que durante todo este tiempo han estado haciendo lo imposible para dejarnos en penumbras.
Pero como dijera el propio Eduardo Frei Montalva, la verdad tiene su hora.

agosto 10, 2017

Liderazgos presidenciales

Estando próxima la contienda presidencial que tendrá lugar en noviembre he querido indagar en torno a las características esperadas en un presidente, en alguien que tiene la responsabilidad de conducir los destinos de la nación. ¿Cuáles serían estas características? En general, más allá de su ideología, de un presidente, así como de toda autoridad o dirigente que debe conducir una organización o un proyecto, se esperan capacidades organizativas, políticas y comunicacionales.

Las capacidades organizativas le permitirán seleccionar apropiadamente a sus colaboradores inmediatos, trabajar con ellos y dirigirlos, conducirlos. Las capacidades organizativas se expresan al “interior” del gobierno, con quienes lo conforman, esto es, ministros, subsecretarios, jefes de servicio y otros.

Las capacidades políticas son las que le conferirán un conocimiento del terreno que pisa, del ámbito en que se moviliza, de tomar decisiones, particularmente en situaciones críticas que inevitablemente deberá sortear, así como para relacionarse con los distintos actores políticos, que la función presidencial conlleva. Esta capacidad es la que pondrá a prueba su autoridad y el poder que ostenta, y se expresa al “exterior” del gobierno, en la forma de sortear eventuales conflictos con la oposición, o con su propia coalición política, con el parlamento, con los otros poderes del Estado.

Las capacidades comunicacionales son las destinadas a da a conocer las decisiones adoptadas, las acciones emprendidas y obtener el respaldo de la ciudadanía. Estas capacidades se expresan en la empatía que logra establecer con la comunidad y los medios de comunicación. Estos últimos son especialmente importantes por su capacidad para poner sobre la mesa temas de interés para opinión pública.

Estas capacidades se ven potenciadas si están acompañadas de una visión, de una mirada de largo aliento, de un sueño a alcanzar.
Por otro lado, importa consignar que cada una estas capacidades las podemos ejercer de distintas maneras, en forma democrática o consultiva (blanda), o bien, en forma autoritaria o impositiva (dura).

Desde que tengo uso de razón, esto es, desde los tiempos de Jorge Alessandri, hemos podido observar distintos tipos de presidentes, o liderazgos presidenciales, para todos los gustos. Sería interesante hacer el ejercicio de identificar lo que creemos son las capacidades dominantes, junto con la manera con que han sido puestas en juego, en cada uno de los presidentes que hemos tenido (tabla 1), así como de los candidatos presidenciales que están en carrera (tabla 2).

Tabla 1: Capacidades de los presidentes en los últimos 60 años

Para ello invito a completar las tablas asumiendo la escala de Lickert: 1(baja); 2(media baja); 3(media); 4(alta); 5 (muy alta) en una de las dos columnas abiertas para cada capacidad. Para la última columna debe sumarse el puntaje de cada fila, en tanto que para la última columna debe sumarse el puntaje de cada columna.

Tabla 2: Capacidades de los candidatos a presidente en 2017

A partir de los resultados obtenidos saquemos nuestras propias conclusiones.

Para saber más: La democracia semisoberana. Chile después de Pinochet de Carlos Huneeus, Editorial Taurus. 2014

agosto 07, 2017

Lagos en su salsa

Lagos afirmó que la tarea n° 1 es crecer, lo demás es música. Lo dijo en un encuentro con los empresarios. Parece que es el espacio en el que se encuentra más cómodo. Lo aplaudieron a rabiar. Estaba en su salsa. Hizo recordar los tiempos en el presidente de la agrupación de empresarios del país, Hernán Sommerville, en un arrebato de locura juvenil, sostuvo que los empresarios lo amaban.

Con su afirmación, Lagos no hace sino subirse al discurso de la derecha. Lo que dijo Lagos podía haber sido dicho sin asco por Piñera. Creo que omite lo que nos diferencia, el porqué estamos a la izquierda de la derecha. A la derecha lo que le importa es el aumento del producto interno bruto (PIB). Subiendo el PIB canta victoria. Asume que creciendo, nos desarrollamos, confunde crecimiento con desarrollo, enfatiza y totaliza lo económico. Nos dice, con plata se compran huevos, lo demás sería música.

A nosotros nos importa el desarrollo que tiene que ver con mucho más que crecimiento económico. A lo largo de estas décadas hemos crecido como nunca y sin embargo no estamos satisfechos. Ha sido un crecimiento que no se ha traducido en desarrollo. Seguimos exportando recursos naturales en bruto, sin mayor valor agregado, nuestra canasta exportadora sigue siendo la misma de siempre con cambios marginales. Si bien ya no tenemos los niveles de desnutrición del pasado, ahora tenemos problemas de salud pública relacionados con un crecimiento sin desarrollo: ahí está la obesidad, especialmente la infantil; ahí están los niveles de depresión que nos aquejan y que se expresan en licencias médicas producto de extensas e improductivas jornadas laborales; ahí están los basurales; ahí están las organizaciones de trabajadores debilitadas, sin poder de negociación. Tener más plata sin cultura, nos hace consumir comida e información chatarra, ser abusados una y otra vez, asume que debemos arreglarnos por nuestra propia cuenta, renunciando a nuestro ser social, más allá de nosotros mismos.

Por eso creo que la tarea n° 1 es desarrollarnos, lo demás sí es música. Y desarrollarnos es mucho más que crecer.

¿Nos va bien o mal? ¿de qué depende? ¿del modelo o del gobierno?

Para unos, cuando las cosas se dan bien, es gracias al modelo, al sistema; para otros es gracias al gobierno. Cuando las cosas no se dan bien, los primeros, los que respaldan el modelo, se defienden afirmando que la responsabilidad es del gobierno; los segundos se parapetan en las deficiencias del modelo.

Todo gobierno tiene objetivos que aspira satisfacer a partir de lo que hay, de los recursos que están a su disposición, institucionales, culturales, sociales, políticos, económicos. Conduce administrando lo que se tiene, un modelo, un sistema configurado a partir del conjunto de recursos que se dispone. Configuración que está dada por la lógica o el racional dominante, esto es, un marco cultural determinado. El que se tiene en Chile es la lógica neoliberal, de libremercado, competitiva, que se impuso en dictadura y que mantiene su impronta luego de más de 25 años de transición democrática.

Desde los 90 los gobiernos han estado administrando este modelo neoliberal, buscando introducir regulaciones orientadas a limar sus aristas más duras. Un modelo que se mantiene incólume, ya sea por la capacidad de veto que ha ejercido la oposición de derecha, como porque desde los propios gobiernos ha habido cierta renuncia a insistir en sustituirlo. Renuncia que se explica por el peso de la dictadura en los primeros años, por un contexto de caída de los socialismos reales y falta de claridad respecto del modelo de reemplazo, como por los amarres con que fue instalado y que la derecha ha defendido con uñas y dientes; y también, porque parte importante del país, con el paso del tiempo, se subió al carro del individualismo, de arreglárselas cada uno por su cuenta.

Es así como hoy tenemos un país de al menos dos velocidades: aquel en el que están quienes repletan los restaurantes y las carreteras los fines de semana, quienes viajan más que nunca y tienen los aeropuertos y terminales de buses colapsados, que aprovecha las oportunidades, que atrae a inmigrantes en búsqueda de un mejor destino. Desgraciadamente también está este otro país que sigue pateando piedras, aquel constituido por quienes están al margen de la modernidad, o quienes se suben a duras penas, que sobreviven con horarios de trabajo extenuantes, en condiciones laborales precarias, sin contrato, los marginados, los endeudados de por vida, los vendedores ambulantes, los cuidadores de automóviles. Este otro país es el de los condenados, el de los perdedores; el otro es el de los ganadores.

Estos dos países, son consecuencia ¿del modelito o de los gobiernos que tenemos? ¿o de ambos? ¿o depende más de lo que pasa afuera? Estas son las preguntas del millón. Personalmente quiero vivir en un país, no en dos o más países que no se miran ni se tocan. Quiero vivir en un país donde podamos mirarnos de frente, sin exclusiones, sin abusos, sin privilegios, donde la meritocracia no sea una mentira, donde el pillo no sea el ganador, donde todos tengamos una pensión respetable, no dos o más pensiones, donde el fraude no sea la tónica, donde la política tenga sentido, donde el comportamiento ético no valga callampa. ¿Es mucho pedir?

agosto 03, 2017

Contra viento y marea

Finalmente, parece que Carolina Goic estará en la papeleta presidencial de la primera vuelta en representación de la Democracia Cristiana (DC). Luego de una Junta Nacional para el olvido, Carolina se vio forzada a reflexionar en torno a la continuidad de su candidatura. No era para menos, dado que ella había planteado con mucha claridad el sello que caracterizaría a su candidatura respecto de otras, y que distinguiría a un eventual gobierno futuro encabezado por ella. Un sello centrado en elevar los estándares éticos políticos en todos los planos.

Lo resuelto por la Junta Nacional, en orden a aprobar en bloque las candidaturas parlamentarias presentadas, era incompatible con las banderas levantadas por Carolina. De allí una crisis porque se venía abajo todo un castillo construido a partir de lo decidido en su momento por la DC: desechar las primarias y llevar a Carolina a primera vuelta. Una decisión compleja, pero que refleja el ánimo imperante en sus filas y las crecientes dificultades en las relaciones con quienes han sido sus aliados durante ya más de un cuarto de siglo.

Por ello el gran impacto, mucho más allá de la DC, que se generó al abrirse la posibilidad de una eventual bajada de Carolina. La DC quedaba en la estocada, a mal traer, sin candidatura propia, o levantando una a última hora.
La decisión de Carolina habla bien de ella. Las encuestas no la han favorecido hasta la fecha, y por lo mismo, lo más fácil era largar la esponja, decir "esto no va más". Era la oportunidad para zafarse. Motivos tenía de sobra. Pero no, resolvió seguir en la pelea contra viento y marea. Como bien dijera la candidata del Frente Amplio (FA), Beatriz Sanchez, Carolina fue valiente al resolver continuar con su candidatura.

Es una decisión que le hace bien al país, a la Nueva Mayoría, a la DC. Representa una voz que no se observa en las otras candidaturas presidenciales. Desde que se dio a conocer como abanderada de la DC han llamado la atención su capacidad reflexiva, sus ideas dotadas de profundo significado las que dan cuenta de una mujer con convicciones sólidas.

Su moderación en un contexto que tiende a la polarización puede hacer la diferencia. La moderación no es sinónimo de "ni chicha ni limonada", ni ausencia de ideas respecto de lo que se quiere, como no pocos postulan. La moderación está asociada a la capacidad de escuchar al otro, de buscar entenderlo, y al mismo tiempo tener claridad de que hay tiempos para escuchar y tiempos para decidir y actuar en base a las mayorías y con pleno respeto a las minorías.

Lo ocurrido en la semana, con una candidatura presidencial a punto de naufragar, puede constituirse en un punto de inflexión que termine por catapultarla.