julio 13, 2018

Una final de miedo

Este fin de semana se define quién será el nuevo campeón del mundo, Francia o Croacia. También se dirimirá quienes ocuparán el tercer y cuarto lugar entre Inglaterra y Bélgica. No manejo estadísticas, pero presumo que es primera vez que entre los cuatro primeros solo se incluyen dos países que han sido campeones una sola vez.

Ha sido un mundial lleno de sorpresas de todo orden. Sorprende que Croacia, esté en la final; sorprende que Alemania haya quedado tempranamente en el camino, al igual que Brasil, ambos países habitualmente protagonistas y serios postulantes a campeonar; sorprende la distancia entre el futbol que se practica en el viejo continente; y sorprende el impacto de la inmigración en el juego que se practica en los distintos países.

Durante el desarrollo del mundial de futbol pudimos distinguir al menos dos fases: la primera, los partidos correspondientes a los grupos donde, dos países de cuatro, pasaban a los octavos de final, y la segunda, la de los octavos hasta ahora. En la primera, salvo excepciones, los partidos se distinguieron por su naturaleza especulativa, conservadora, con mucho juego de medio campo, triangulaciones, esperando triunfar a partir de algún error del rival.

Esto cambió radicalmente en la segunda fase, dado que ahora se jugaba al todo o nada, donde la derrota significaba irse para la casa. Y los equipos empezaron a mostrar su real poderío. Los partidos empezaron a ser de meta y ponga, a toda velocidad. Cada país mostró su esencia y su verdad. Argentina, México, Brasil, Uruguay y Colombia sucumbieron ante el avance arrollador de equipos europeos enriquecidos por la inmigración tanto africana como sudamericana.

El campeonato nos ha permitido visualizar una creciente distancia entre el futbol nuestro y europeo. Quizá sea un poco prematuro especular respecto de sus causas, pero por el momento me atrevería a aventurar un par de motivos. Desgraciadamente nos llevan años luz en cuanto a profesionalismo, disciplina, trabajo físico. Si a ello le agregamos la técnica que han logrado incorporar gracias a los inmigrantes y jugadores venidos de estas latitudes, se podrá comprender la dinámica y vertiginosidad de los partidos, así como la resistencia física de jugadores capaces de resistir físicamente enteros partidos de más de 90 minutos.

A lo señalado podríamos agregar la corrupción que ha afectado a la confederación sudamericana de futbol, la CONMEBOL, y al futbol en general, así la temprana partida al futbol europeo de quienes son nuestros mejores jugadores, y la pobreza en que se debaten los principales actores.

Todo ello podría explicar por qué al lado de los partidos que hemos estado presenciando, los nuestros parecen pichangas de barrio.

Quién ganará la final? No lo sé, sólo sé que el mejor futbol de este minuto estará presente, y que quien gane será un digno campeón capaz de haber dejado en el camino a muchos equipos de fuste.

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