diciembre 27, 2018

Una remoción con decreto fundado por Rodolfo Schmal S.

Luego del rechazo del general director de Carabineros Hermes Soto a la petición de renuncia que le hiciera el presidente Piñera, removerlo tuvo que recurrir a la figura del “decreto fundado” en base a lo contemplado en la constitución gracias a una de las reformas establecidas durante el gobierno de Lagos.

La petición de remoción tiene su origen en la responsabilidad de mando que tiene el general Soto por la muerte del comunero mapuche Catrillanca quien fuera asesinado por carabineros pertenecientes a las fuerzas especiales policiales apostadas en la zona de la Araucanía. Esto fue confirmado luego de versiones iniciales que señalaban que los carabineros habían sido atacados, las que posteriormente se demostraron falsas ya que Catrillanca estaba desarmado.

Dado que el general Soto gozaba de inamovilidad en su cargo, el presidente tuvo que recurrir al artículo 104 de la Constitución Política para poder destituirlo. Dicho artículo establece que para ello debe emitirse un decreto fundado e informando previamente a la Cámara de Diputados y al Senado. El decreto se fundó en la necesidad de un nuevo liderazgo. Solo entonces pudo ser removido y nombrado un nuevo director general de Carabineros, siendo escogido el general Rozas. La remoción fue rechazada por la derecha encabezada por José Antonio Kast (JAK) y vista con malos ojos desde el grueso de la UDI y gran parte de RN, los mayores partidos de la coalición gobernante.

Es interesante consignar que la Constitución Política de 1980 no contemplaba posibilidad alguna de destitución de ninguno de los comandantes en jefe de las FFAA ni del director general de carabineros. Solo con las reformas del 2005, bajo el gobierno de Lagos logró incluirse el artículo al cual tuvo que recurrir ahora el presidente Piñera para destituir al general Soto. Artículo que fue resistido por la oposición derechista de entonces, la que no quería que la remoción quedara en manos del presidente. Finalmente, ante la insistencia del presidente Lagos, a regañadientes y no sin dificultades, la derecha accedió pero exigiendo un decreto fundado y informando al congreso nacional.

Hoy desde el seno de gran parte de la propia derecha que el propio JAK no trepida en calificar de “acomplejada”, se constata la necesidad de que el presidente de la república tenga la facultad de remover a los comandantes en jefe de las FFAA y de Orden, una vez que dejen de contar con su confianza. Sin embargo dentro la derecha recalcitrante se sigue viendo con malos ojos la posibilidad de que un presidente, elegido por mayorías políticas “circunstanciales”, tenga la facultad de remoción que pudiera afectar la “autonomía” de las FFAA.

En las democracias y repúblicas que se precian de tales se asume que el poder militar está supeditado al poder civil político, y que en tanto ello no sea así, lo que se vive no es más que una caricatura de democracia y de república. Una fantasía, como me dijo un amigo, donde los políticos hacen como que mandan y las fuerzas armadas y de orden como que obedecen.

Como escribiera en otra ocasión, no se le pueden pedir peras al olmo. La derecha está condenada a llegar atrasada a todas partes –tarde llegó a la ley de divorcio; tarde llegó a conceder el derecho a voto de los chilenos en el exterior; tarde llegó a la ley de igualdad de género-. La derecha intransigente, por el contrario, se resiste y le reprocha a esta derecha atrasada dejarse llevar por el viento antes que por convicciones.

Aprovecho de desearles a todos -derechistas y no derechistas, transigentes e intransigentes- un muy feliz año nuevo y que de una vez por todas vengan los tiempos mejores que se pregonan!

diciembre 25, 2018

El sueño de un pibe de 70 años (parte 2)

La semana pasada escribí en torno a una sorprendente propuesta destinada a conocer mi disponibilidad para una eventual oferta laboral. Sorprendente por dos motivos: uno, por tener ya siete décadas en el cuerpo en pleno estado de “júbilo”; y dos, porque nada tiene que ver con mi profesión de ingeniero civil industrial ni con mi trayectoria laboral como profesor universitario. La idea era ofrecerme un trabajo periodístico, destinado a difundir los temas tratados en un taller (workshop) donde invitados nacionales e internacionales expondrían sus trabajos y avances en torno a la regulación genética en el desarrollo de las plantas y la maduración de la fruta con miras a un mejoramiento en la productividad agrícola sustentable.

Mi aceptación a la propuesta fue instintiva e inmediata sin conocer siquiera las condiciones económicas. Me despedí agradecido de quien me hizo la propuesta y quedó en avisarme cuando tuviese alguna respuesta que darme. Quedé viendo estrellitas de felicidad, de pensar que se hubiesen acordado de mí, y de la oferta, que consistía en escribir en torno a los temas que se tratarían en el taller para el común de los mortales. Esto implica “bajar a tierra” los términos sofisticados o de alto nivel que se abordarían. El desafío no era menor porque se trata de una disciplina que nada tiene que ver con la que he tratado toda mi vida, la regulación genética en la agricultura, en la producción de fruta y maderas, donde mis conocimientos son nulos. Así y todo, que se confiara en mi capacidad inquisitiva e investigativa a esta altura del partido, me animó fuertemente.

Pasaron los días y no pasaba nada. Ya estaba convencido que todo había quedado en nada, que todo no había sido más que un sueño, el famoso sueño del pibe.

Mal que mal, en mi adolescencia, cuando me llegó la hora de ver qué estudiar en la universidad, mis opciones favoritas eran periodismo o arqueología. Sin embargo, en mi casa rechazaron mis opciones con el argumento de que “no querían muertos de hambre en la familia”. Eran otros tiempos. Resignado solo atiné a preguntar: entonces ¿qué estudio? La respuesta, luego de una brevísima cavilación fue: ingeniería. ¿Porqué? pregunté. “Porque le pegas a las matemáticas” se me respondió y yo agaché el moño. No veía por dónde rebelarme, el horno no estaba para bollos, de hecho ya me había rebelado en otra ocasión con un desastroso resultado. Ya escribiré sobre esta rebelión en tiempos de boyscouts de la iglesia de El Bosque en tiempos de Karadima! Así que arrugué sin complicarme mayormente, ni caer en depresiones ni sesiones psicológicas que por esos tiempos no existían.

Volviendo al tema que nos convoca, cuando ya estaba resignado a que no pasara nada, recibo un whatsapp de quien me había contactado para decirme que ya estaba todo listo, que se me iba a elaborar un contrato a honorarios por un valor total de $ 300,000 brutos (equivalentes a unos 400 euros o 450 dólares). El taller tendría una duración de un día completo y mi responsabilidad era difundir previamente la realización del evento, luego el evento propiamente tal, y posteriormente sus resultados, todo en un vocabulario accesible al ciudadano de a pie. El valor a pagar no era para volverse loco, pero a esta altura del partido, como jubilado, por hacer algo que me apasiona, servía para pasar un lindo año nuevo.

Firmo el contrato, el cual debe ir instancias superiores para su aprobación, lo que se asume como un mero trámite de toma de razón. Sin embargo, el contrato no es aprobado en razón a que el suscrito no es periodista, por lo que el contrato debe respaldarse con los fundamentos correspondientes en aras de la transparencia en tiempos de “transparencia”. Se insiste, ahora enviando el contrato con carta complementaria en que se incorporan los antecedentes que acreditan mi función periodística por casi 50 años en diversos medios de comunicación regional, nacional e internacional. Cuento corto, al final el contrato fue aprobado y por estos días debo estar recibiendo la millonaria.

Respecto de la experiencia vivida y el taller que ya tuvo lugar, me ha hecho reflexionar varias cosas, de las que daré cuenta una próxima columna. Continuará!

diciembre 20, 2018

La resurrección del innombrable

Una joven diputada de Renovación Nacional (RN) en el último Consejo general de su partido, sin vergüenza alguna, se declaró orgullosa de ser pinochetista, y al mismo tiempo, partidaria del orden, la libertad y la democracia. Por afirmarlo se declaró valiente y pidió la misma valentía a quienes asistían al Consejo, muchos de los cuales respaldaron y aplaudieron la alocución de la diputada.

No me calza ni lo uno ni lo otro. Uno, la asociación del pinochetismo con el orden, la libertad y la democracia; y dos, que por afirmarlo se considere valiente.

Personalmente soy partidario del orden, la libertad y la democracia, pero no soy pinochetista. Y no lo soy precisamente porque bajo su régimen no hubo ni orden, ni libertad, ni democracia, sino el poder del terror, la imposición del miedo, la restricción de las libertades y la ausencia de democracia. El orden, la libertad y la democracia no se imponen por decreto ni con el peso de las bayonetas. Por el contrario, para que sean reales, deben ser fruto del diálogo, de conversaciones cara a cara sin amenazas, de igual a igual, frente a frente, sin eufemismos y sin armas sobre ni debajo de la mesa. La conquista del orden, la libertad y la democracia es un proceso de mejoramiento continuo, permanente, que debe trabajarse día a día mediante una disposición, una actitud abierta, honesta, positiva en favor de los más débiles. El pinochetismo, a mi modesto entender, es la antítesis de lo expuesto.

Por otra parte, afirmar que “Yo soy pinochetista, y lo digo sin problemas. Soy una agradecida del gobierno militar" no veo qué tiene que ver con la valentía. La valentía es un concepto que va más allá de hacer o decir cualquier cosa. Como ha sostenido el filósofo español José Antonio Marina, la ausencia de miedo es temeridad, no valentía. Esta última está asociada a fijarse un objetivo y mantenerlo contra viento y marea, no obstante los riesgos, esfuerzos y/o dificultades que conlleven. Es una contradicción arrogarse la condición de valiente en las condiciones actuales, con viento a favor en medio de un resurgimiento de una ola populista que tiende a sacralizar el militarismo y el anticomunismo. No se es valiente por respaldar a quienes tienen el monopolio de las armas para que las usen a favor de unos y en contra de otros compatriotas.

Todo lo contrario. Valientes son quienes insisten incansablemente en la defensa de los DDHH y la búsqueda de una justicia que les ha sido esquiva. Valientes son quienes no pierden la fe en la posibilidad de vivir en un país donde coexistan pacíficamente el orden, la libertad y la democracia. Valientes son quienes luchan por estos ideales a pesar del riesgo de una resurrección del pinochetismo.

diciembre 18, 2018

El sueño de un pibe de 70 años (parte 1)

En las postrimerías de mi existencia, con 70 años y a menos de un año jubilado, recibí una oferta digna de un análisis psicopatológico, del mundo en que vivimos, de una suerte de mundo al revés.

A comienzos de semana, un amigo, a través de una de las redes sociales -whatsapp-, me envía un mensaje consultando si podía ir uno de estos días a la universidad en que trabaja, y donde trabajé por más de 20 años hasta el año pasado para tomarnos un café en su cafetería. Respondí que si quería podía ir al día siguiente a la hora que le viniera bien. Dicho y hecho, nos juntamos a las 11 de la mañana en la cafetería.

Al otro día, quienes fueron mis alumnos se sorprenden de verme en el campus universitario. Algunos se acercaron a saludarme o conversar, al igual que mis excolegas, quienes aprovechan de ponerme al día en sus peripecias académicas y preguntarme como va esa vida de jubilado.

Me encontré con quien me había llamado, nos fuimos al café y me cuenta que quería anordar dos temas: uno, de un taller que tendría lugar pronto, con invitados nacionales e internacionales en torno al mejoramiento de la productividad agrícola sustentable. Mi amigo (Raúl), junto con otros, está a cargo de su organización y lo que le interesa es que su contenido, resultados y conclusiones se den a conocer a nivel local, regional, nacional. Por ello, en una de las reuniones preparatorias del taller analizaron esto de la difusión y en primera instancia pensaron en algún periodista, pero no veían quien podía ser que se manejara con lo que llaman periodismo científico. En medio de las reflexiones Raúl se acuerda que yo escribo sobre lo divino y lo humano, poniendo mi nombre sobre la mesa. Pide autorización para conversar conmigo afirmando que Rodolfo pone en fácil lo que puede ser difícil, y que si bien no es periodista, escribe desde hace más de 40 años. Los demás aceptaron la propuesta y le autorizaron para auscultar un posible interés de mi parte e iniciar conversaciones conmigo.

El otro tema que quería conversar era del mismo orden, pero en torno a un programa de investigación agrícola que se quería postular a un concurso y que tendría 3 componentes: de formación, investigación y difusión. Esta última debería hacerse cargo de difundir los trabajos de investigación que incluye el programa, así como sus actividades de formación (cursos, talleres, etc.). Raúl quería saber si podía incluir mi nombre en la postulación. De aceptar, y si el programa es adjudicado, ahí tendría que estar trabajando también.

Por último, Raúl afirmó que en ambos temas hay presupuesto y que recibiría unos honorarios cuyo monto está en el aire porque primeramente querían saber si me interesaba participar.

Cuando me contó todo esto en torno a un café y un "muffin", una suerte de galletón, tanto el café como el muffin los encontré más sabrosos que nunca.

A Raúl le agradecí que se acordara de mí, que me dejaba el ego a la altura de las nubes, que nunca imaginé que me llegaría una oferta de este tenor a esta altura de mi vida, que encontraba fantástica la propuesta con independencia de las platas y que aceptaba encantado.

Cuando nos despedimos quedé alucinado como un niño, agarrándome la cabeza. Habiendo altos niveles de desempleo juvenil y que me llegue esto sin que lo busque ni lo necesite, me hizo pensar que estaba alucinando, soñando despierto.

Luego pasaron los días, las semanas, sin noticias de Raúl. No quise llamarlo para no importunarlo. En una de esas todo quedó en nada. No me hice mala sangre, total, aunque al final todo esto quedara en nada, lo soñado y lo bailado no me lo quitaba nadie. Fueron minutos, días de gloria. Vi todo como un meteorito, como el sueño de un pibe de 70 años.

Al cabo de unas semanas me llama Raúl. 

Continuará!

diciembre 13, 2018

Lo que esconde la no firma del pacto migratorio

El gobierno de Chile resolvió no sumarse a la firma del pacto migratorio de las Naciones Unidas sobre la base de que entra en contradicción con los objetivos que tiene el país dado que su obligación es proteger los intereses de los chilenos. Para confirmar lo señalado, sostuvo que “restringe nuestra soberanía y puede perjudicar a nuestros compatriotas”, agregando que “yo quiero discutir la política de migración en Chile con los chilenos y no con los funcionarios internacionales”. Luego remata afirmando que “Yo sé que para mucha gente estar en buena con los organismos internacionales es muy importante por razones obvias. A mí me interesa más estar en buena con el país, con los chilenos, y estamos haciendo lo que tenemos que hacer".

Como anillo al dedo le vino el respaldo del expresidente Frei Ruiz-Tagle, al afirmar éste que “no podemos aceptar que de afuera nos estén fijando las condiciones en que entra la gente”. Su padre, Frei Montalva, debe estar agarrándose la cabeza en su tumba ante tamaña expresión.

Quisiera dejar constancia de al menos cuatro hechos que me llaman la atención. Uno, que el pacto restringiría la soberanía y pueda perjudicar a los chilenos. Esta afirmación me recuerda los tiempos del innombrable, que no estaba disponible para firmar pacto alguno que restringiera su poder para hacer lo que se le antojara internamente, abusando del poder al amparo de la fuerza. Dos, no querer discutir políticas migratorias con funcionarios internacionales, sino que con los chilenos. Sin embargo, no duda en discutir políticas económicas y financieras con el Fondo Monetario Internacional o el Banco Mundial. Tres, quienes apoyan la decisión de no firmar el pacto son casi todos, si no todos, hijos de inmigrantes y tienen pendiente resolver el llamado problema mapuche, los únicos no migrantes de este país llamado Chile. Y cuatro, esta decisión coincide con un alza del populismo de derecha que en nuestro continente está siendo liderado por Brasil con Bolsonaro a la cabeza, otro hijo de inmigrantes italianos y que aspira reducir a los nativos a la mínima expresión.

Es importante consignar que el pacto, firmado por más de 150 países, procura abordar la problemática migratoria, que de por sí suele tener tras sí una tragedia –escapando de guerras, de crisis económicas, hambrunas, desastres naturales-. Si nos damos el trabajo de leer el contenido del pacto, y los ejes que contiene, observaremos que solo persigue una migración segura, ordenada y regular. En ningún caso apunta a facilitar la migración de delincuentes ni privilegiar a los inmigrantes por sobre los connacionales.

El tradicional eje político izquierda-derecha pareciera estar quedando atrás, para ser reemplazado por uno nuevo, que está por definirse, y donde está en juego si construimos una sociedad basada en lo peor o lo mejor de nosotros.

diciembre 06, 2018

Entre olas (parte 3 y última)

La actual ola de transición democrática que viven varios países de América Latina parece que tienen sus días cantados. En Europa, la ola comunitaria iniciada al término de la segunda guerra mundial y ampliada a los países que conformaban la Europa Oriental con la caída del muro de Berlín, también parece estar llegando a su fin.

En nuestro continente, la elección de Bolsonaro en Brasil parece dar cuenta de ello. Bolsonaro, al igual que tantos otros que están emergiendo desde las catacumbas, lo hacen con un discurso simple, sin rodeos, que no requiere mayor reflexión, apelando a la antipolítica. Son políticos que simulan no serlo con un discurso antipolítico, basados en la ley del talión, de la imposición del más fuerte, manipulando nuestras emociones e inseguridades y apuntando sus dardos hacia los grupos humanos más vulnerables y fáciles de identificar: los inmigrantes, los negros, los homosexuales, los mapuche.

No resulta difícil visualizar que vivimos tiempos de rechazo a la política y los políticos por gran parte de una población, la que se siente defraudada, con una gran rabia, la que vuelca esencialmente contra el centro y la izquierda, no a favor de la derecha, sino que de la ultraderecha. En consecuencia, todo indica que se está ente el inicio de una ola de repliegue, de retorno a un discurso nacionalista, antiglobalizador encabezado ahora por Trump. Un tiempo que se asemeja al vivido en Europa antes de la segunda guerra mundial.

En Chile, su más genuino representante es José Antonio Kast, quien clavó su primera estaca en las últimas elecciones, obteniendo un nada despreciable 8%. Desde la derecha jaquea a la derecha, así como en su tiempo, la izquierda era jaqueada por la izquierda. Para él, y no pocos como él, Piñera pareciera estar “más interesado en agradar a la izquierda que de defender las convicciones propias y cumplir el mandato de los chilenos”. Tanto JAK como otros están convencidos que la izquierda está dominando la agenda de gobierno. Igual que en tiempos de la Concertación y de la Nueva Mayoría, cuando desde la ultraizquierda estaban convencidos que la derecha estaba dominando la agenda de gobierno.

Dicen que el hombre es el único animal capaz de tropezarse dos veces o más con la misma piedra. Espero que no. La salida que salvará al ser humano y a la madre tierra es la ola humanista, la ola del equilibrio, la sensatez, la armonía, la paz interior, y la solidaridad entre nosotros. Entre la ola populista y la humanista, no hay por dónde perderse!

Entre olas (parte 2)

En América Latina, agotadas las dictaduras militares de la primera mitad del siglo XX, emergen débiles gobiernos democráticos con escasas bases electorales y precarias institucionalidades en la mayoría de los países como consecuencia de los altos niveles de analfabetismo existentes. La efervescencia política imperante es cortada de raíz en la segunda mitad del siglo pasado, en un contexto de guerra fría capitaneada por USA y URSS, mediante dictaduras militares instaladas con el beneplácito y financiamiento norteamericano para hacer frente a la influencia de la revolución cubana.

Esta ola militarista coincide en el tiempo con una revolución científico-tecnológica sin precedentes y que abre espacio a una globalización que derriba fronteras geográficas para el flujo financiero, comercial y humano en la que estamos inmersos hasta la actualidad. Algunos de los más significativos representantes de esta ola son Pinochet en Chile, Videla y otros en Argentina, Castelo Branco y otros en Brasil, Álvarez en Uruguay, Banzer en Bolivia. Los une su visceral anticomunismo, su dependencia y obsecuencia ante el poder norteamericano, y un brutal atropello a los más básicos derechos humanos expresado en exilios, torturas, desapariciones, asesinatos por agentes del Estado. A ello se agrega una gobernanza en que se privilegian consideraciones económicas y tecnocráticas por sobre los aspectos políticos, los que son denostados persistentemente.

Como consecuencia del desprestigio en que fueron cayendo las dictaduras militares, esta ola es seguida por una de transiciones democráticas, complejas y frágiles, esencialmente por dos factores. Uno, porque si bien las FFAA no están en la primera línea de fuego, conservan un poder político que es difícilmente compatible con una democracia a secas, con todas sus letras. Y dos, porque la política ha visto cercenadas sus atribuciones en favor del poder financiero dada una realidad económica, marcada por el neoliberalismo, caracterizada por un tóxico cocktail de creciente inseguridad laboral, corrupción e injusticia en todos los planos que el mundo político no ha sido capaz de resolver.

Entre olas (parte 1)

Estamos siendo testigos de una resurrección del populismo de derecha, que generalmente se asocia a la ultraderecha o al fascismo. El último botón de muestra es el resultado de las recientes elecciones en Andalucía, España. De la nada misma, VOX, la ultraderecha española, sin mayor trascendencia hasta la fecha en toda España, se catapultó con una votación por sobre el 10%. Porcentaje alcanzado en una región con tradición de izquierda y que en las más de tres últimas décadas ha sido gobernada por el partido socialista obrero español (PSOE). Los otros dos partidos de derecha, Ciudadanos y Partido Popular (PP) se apresuraron en mostrarse disponibles para formar gobierno con VOX aprovechando que juntos conforman una mayoría.

No resulta fácil encontrar las razones que explican esta debacle para todos los partidos, muy especialmente a la izquierda (PSOE y Podemos de Iglesias), aunque también a la derecha tradicional (PP) y la nueva derecha (Ciudadanos). Ahora parece que estamos regresando a una vieja nueva ola.

Es preciso destacar que en el tiempo, y en diferentes partes del mundo, hemos estado inmersos en distintos tipos de olas políticas. Europa en la primera mitad del siglo pasado fue remecida por la ola fascista o nacionalsocialista que desembocó en la segunda guerra mundial. Tiempos en los que en América Latina muchos países vivieron dictaduras o gobiernos encabezados por militares: Somoza en Nicaragua, Trujillo en república Dominicana, Pérez Jimenez en Venezuela, Rojas Pinilla en Colombia, Batista en Cuba, Perón en Argentina.

Luego de haber sido escenario de una cruenta guerra que trascendió sus fronteras, en la segunda mitad del siglo XX caracterizada por la guerra fría, los países occidentales europeos se reconstruyen democráticamente y comienzan a forjar la Unión Europea para dejar atrás los tiempos de nacionalismos. Mientras tanto, Europa oriental cae dentro de la órbita soviética-comunista al amparo del Pacto de Varsovia.

La ola populista

Estamos siendo testigos de una resurrección del populismo de derecha, que generalmente se asocia a la ultraderecha o al fascismo. El último botón de muestra es el resultado de las recientes elecciones en Andalucía, España. De la nada misma, VOX, la ultraderecha española, sin mayor trascendencia hasta la fecha en toda España, se catapultó con una votación por sobre el 10%. Porcentaje alcanzado en una región con tradición de izquierda y que en las más de tres últimas décadas ha sido gobernada por el partido socialista obrero español (PSOE). Los otros dos partidos de derecha, Ciudadanos y Partido Popular (PP) se apresuraron en mostrarse disponibles para formar gobierno con VOX aprovechando que juntos conforman una mayoría.

No resulta fácil encontrar las razones que explican esta debacle para todos los partidos, muy especialmente a la izquierda (PSOE y Podemos de Iglesias), aunque también a la derecha tradicional (PP) y la nueva derecha (Ciudadanos). Ahora parece que estamos regresando a una vieja nueva ola.

Es preciso destacar que en el tiempo, y en diferentes partes del mundo, hemos estado inmersos en distintos tipos de olas políticas. Europa en la primera mitad del siglo pasado fue remecida por la ola fascista o nacionalsocialista que desembocó en la segunda guerra mundial. Tiempos en los que en América Latina muchos países vivieron dictaduras o gobiernos encabezados por militares: Somoza en Nicaragua, Trujillo en república Dominicana, Pérez Jimenez en Venezuela, Rojas Pinilla en Colombia, Batista en Cuba, Perón en Argentina.

Luego de haber sido escenario de una cruenta guerra que trascendió sus fronteras, en la segunda mitad del siglo XX caracterizada por la guerra fría, los países occidentales europeos se reconstruyen democráticamente y comienzan a forjar la Unión Europea para dejar atrás los tiempos de nacionalismos. Mientras tanto, Europa oriental cae dentro de la órbita soviética-comunista al amparo del Pacto de Varsovia.

En América Latina, agotadas las dictaduras militares de la primera mitad del siglo, emergen gobiernos débiles democráticos con escasas bases electorales y precarias institucionalidades en la mayoría de los países como consecuencia de los altos niveles de analfabetismo existentes. La efervescencia política imperante es cortada de raíz en la segunda mitad del siglo pasado, en un contexto de guerra fría capitaneada por USA y URSS, mediante dictaduras militares instaladas con el beneplácito y financiamiento norteamericano para hacer frente a la influencia de la revolución cubana.

Esta ola militarista coincide en el tiempo con una revolución científico-tecnológica sin precedentes y que abre espacio a una globalización que derriba fronteras geográficas para el flujo financiero, comercial y humano en la que estamos inmersos hasta la actualidad. Algunos de los más significativos representantes de esta ola son Pinochet en Chile, Videla y otros en Argentina, Castelo Branco y otros en Brasil, Álvarez en Uruguay, Banzer en Bolivia. Los une su visceral anticomunismo, su dependencia y obsecuencia ante el poder norteamericano, y un brutal atropello a los más básicos derechos humanos expresado en exilios, torturas, desapariciones, asesinatos por agentes del Estado. A ello se agrega una gobernanza en que se privilegian consideraciones económicas y tecnocráticas por sobre los aspectos políticos, los que son denostados persistentemente.

Como consecuencia del desprestigio en que fueron cayendo las dictaduras militares, esta ola es seguida por una de transiciones democráticas, complejas y frágiles, esencialmente por dos factores. Uno, porque si bien las FFAA no están en la primera línea de fuego, conservan un poder político que es difícilmente compatible con una democracia a secas, con todas sus letras. Y dos, porque la política ha visto cercenadas sus atribuciones en favor del poder financiero dada una realidad económica, marcada por el neoliberalismo, caracterizada por un tóxico cocktail de creciente inseguridad laboral, corrupción e injusticia en todos los planos que el mundo político no ha sido capaz de resolver.

Esta ola de transición democrática en América Latina pareciera tener sus días contados. En Europa, la ola comunitaria iniciada al término de la segunda guerra mundial y ampliada a los países que conformaban la Europa Oriental con la caída del muro de Berlín, también parece estar llegando a su fin.

En nuestro continente, la elección de Bolsonaro en Brasil parece dar cuenta de ello. Bolsonaro, al igual que tantos otros que están emergiendo desde las catacumbas, lo hacen con un discurso simple, sin rodeos, que no requiere mayor reflexión, apelando a la antipolítica. Son políticos que simulan no serlo con un discurso antipolítico, basados en la ley del talión, de la imposición del más fuerte, manipulando nuestras emociones e inseguridades y apuntando sus dardos hacia los grupos humanos más vulnerables y fáciles de identificar: los inmigrantes, los negros, los homosexuales, los mapuche.

No resulta difícil visualizar que vivimos tiempos de rechazo a la política y los políticos por gran parte de una población, la que se siente defraudada, con una gran rabia, la que vuelca en contra del centro y de la izquierda, a favor de la ultraderecha. En consecuencia, todo indica que se está ente el inicio de una ola de repliegue, de retorno a un discurso nacionalista, antiglobalizador cuyo máximo representante pareciera ser Trump. Un tiempo que se asemeja al vivido en Europa antes de la segunda guerra mundial.

En Chile, su más genuino representante es José Antonio Kast, quien clavó su primera estaca en las últimas elecciones, obteniendo un nada despreciable 8%. Desde la derecha jaquea a la derecha, así como en su tiempo, la izquierda era jaqueada por la izquierda. Para él, y no pocos como él, Piñera pareciera estar “más interesado en agradar a la izquierda que de defender las convicciones propias y cumplir el mandato de los chilenos”. Tanto JAK como otros están convencidos que la izquierda está dominando la agenda de gobierno. Igual como en tiempos de la Concertación y de la Nueva Mayoría, desde la ultraizquierda estaban convencidos que la derecha estaba dominando la agenda de gobierno.

Dicen que el hombre es el único animal capaz de tropezarse dos veces o más con la misma piedra. Espero que no. La salida que salvará al ser humano y a la madre tierra es la ola humanista, la ola del equilibrio, la sensatez, la armonía, la paz interior, y la solidaridad.

noviembre 28, 2018

Las economías de los invisibles


Recientemente tuvo lugar en Talca la presentación de un libro, de reciente edición, que lleva por título el que encabeza esta columna. Desde Limache, donde vive, vino uno de sus coautores, y la presentación la hizo un destacado doctor en filosofía y profesor universitario residente en Talca.

Escrito por cinco destacados investigadores universitarios, el libro da cuenta en cinco capítulos de diversas formas de organización para subsistir, salir adelante, por parte de los invisibles, aquellos que no están en las páginas sociales, los marginados, los precarizados, los que se las tienen que arreglar como sea, en la realidad que viven, la real, no la ficticia. Trata de las economías de estos mundos, la de los invisibles, la de los millones de personas que no cuentan porque no tienen nada, no tienen poder de compra ni de endeudamiento, aunque seas persona. No hay que olvidar que bajo el paradigma de la economía neoliberal para que cuentes, debes tener capacidad de compra y de endeudamiento. De lo contrario, no existes.

Se nos ofrece una mirada optimista bosquejando pistas para la construcción de un futuro más promisorio a partir de distintas experiencias vividas y compartidas por los autores. Experiencias basadas en una mirada de la economía distinta a la convencional dominante que se presenta a sí misma como si fuese la única posible y que desprecia formas de organización económica alternativas. Así como se habla de sistemas políticos totalitarios, también podríamos afirmar que el actual sistema económico que nos rige tiene un fuerte tinte totalitario. Lo peor de todo es que esta mirada tiende a extenderse y reproducirse en círculos académicos sin mayor reflexión.

Este libro nos hace ver que sí existen otros sistemas económicos distintos al actual, y lo hace dando a conocer de distintas experiencias, tanto en México, Sudáfrica y Chile. En México, mediante la creación de una moneda de trueque comunitaria y complementaria que ha logrado extenderse a 16 de los 32 estados que componen el país. En Chile, a través del resurgimiento de cooperativas enraizadas en territorios locales, destacándose las experiencias de la Federación Trisol, la Red de Semillas Libres, Juntos Compremos, de un Preuniversitario Popular y de una Farmacia Popular. En Sudáfrica se ha estado implementando un innovador programa de empleo público que cataliza el desarrollo comunitario, programa que nació como consecuencia de la frustración producida por políticas convencionales de combate a la pobreza.

Todas estas experiencias están basadas en una concepción de la economía muy distinta a la que estamos acostumbrados, una economía solidaria de respeto, en armonía con nosotros mismos y con los demás, así como con la naturaleza, basada en lo mejor de cada uno de nosotros, no en lo peor.

De ahí la relevancia de este libro escrito a cinco voces.

noviembre 27, 2018

La competencia para emprender

Photo by Austin Distel on Unsplash
Desde que tengo uso de razón, si es que tengo alguna, de tanto conjugar los verbos crear, innovar y emprender, hace rato que debiésemos haber salido del subdesarrollo. Desafortunadamente, aparte de cursos, seminarios, coaching, talleres y exposiciones, en la práctica, bien poco se ha creado, innovado y emprendido en nuestro país. No quiero ni pensar en todo lo que se ha invertido para promover la creatividad, la innovación y el emprendimiento.

No se trata de afirmar que no se ha creado, ni innovado ni emprendido nada, pero desafortunadamente lo que se ha hecho ha sido marginal, no ha tenido mayor impacto, no nos ha permitido saltar hacia el desarrollo. Nuestra canasta exportadora sigue estando dominada por la extracción de nuestros recursos naturales sin mayor valor agregado.

De la teoría a la praxis, todo indica que hay mucho trecho. En este país pareciera que renta más comprar lo que ya existe, administrar lo que se hereda, antes que crear, innovar y/o emprender. Basta ver qué ha hecho la mayoría de los superricos, ese 0,1% de la población activa. A este segmento poblacional le sobran espaldas financieras, las mismas que les faltan a los demás.

No es broma crear, innovar o emprender. Se requiere fuerza interior, espíritu de lucha, autoestima, ganas, propensión al riesgo, convicción, responsabilidad, perseverancia, mente abierta –open mind-, buscar soluciones a los problemas y las necesidades de las personas, antes que crear nuevas necesidades. Y una ética intachable capaz de resistir los atajos que ofrece la corrupción que inhibe cualquier emprendimiento.

La competencia para emprender suele tener una connotación más económica vinculada a la generación del autoempleo, al inicio de una nueva actividad conducente a crear valor, y que por tanto mira al mercado, al igual que innovar. Sin embargo, de lo dicho más arriba, no necesariamente es así. Se puede emprender sin que ello esté asociado a un nuevo proyecto o una nueva empresa. La competencia para emprender no se agota en ello, sino que va más allá, incluye una disposición para crear, innovar, confianza en sí mismo. Una disposición a fracasar una y otra vez sin amilanarse, sabiendo que el camino al éxito está empedrado de fracasos. En consecuencia, lo peor que podemos hacer es castigar el fracaso, puesto que al hacerlo estamos inhibiendo todo propósito de emprendimiento. El éxito sin esfuerzo, no es tal, es simple volador de luces.

Todas estas son cualidades que debemos tener todos, empleadores y empleados, por lo que emprendedores debiésemos ser todos. Pero claro, otra cosa es con guitarra.

noviembre 22, 2018

Un asesinato puro y duro

Digámoslo sin ambages, sin pelos en la lengua: la muerte de Camilo Catrillanca fue un asesinato puro y duro, cometido por fuerzas especiales del Estado, financiado con recursos de todos los chilenos. Un asesinato por la espalda sin que haya mediado delito, provocación ni fuga alguna.

Hasta ahora no he encontrado razones que lo expliquen ni justifiquen. Las versiones iniciales lo vinculaban a un robo de vehículos, avalado por el intendente de la región, la máxima autoridad política. Incluso llegó a afirmar que tenía antecedentes penales. Todo falso de falsedad absoluta.

Un medio de comunicación verspertino, La Segunda, en su portada afirmó que Carabineros tenía videos que confirmarían lo señalado. Afirmación acompañada de fotos con las fuerzas especiales uniformadas cuyos cascos portaban cámaras filmadoras de los acontecimientos. Al otro día, en el diario matutino La Tercera, la portada dice lo contrario: no hay video alguno!

¿Qué pasó en el interín? Las tarjetas de memoria fueron destruidas, “cortadas” con tijera! Se borró todo testimonio de los hechos. ¿Qué interesaba borrar? Los comportamientos, los hechos, delitos cometidos, no por los mapuches, sino por los uniformados, por agentes del Estado, por quienes tienen la obligación de proveernos seguridad, de protegernos de quienes delinquen.

Con la destrucción de las tarjetas de memoria, y las declaraciones del menor que acompañaba a Camilo, se derrumbó el castillo de mentiras que se estaba construyendo. Cuando el gobierno se percató que todo se le escapaba de las manos, que se vería arrastrado al abismo ante hechos que a estas alturas eran indesmentibles, no pudo más que aceptar, reconocer el derrumbe, la sarta de cuentos en los que se había visto envuelto. Y el costo político lo pagó el intendente con su renuncia por comprarse a ciegas las mentiras provenientes desde las fuerzas de carabineros. Su alto mando aún no paga las consecuencias de sus subordinados. Como siempre, el hilo se está cortando por lo más delgado.

En concreto, el asesinato se produjo en la región de la Araucanía donde existe la mayor proporción de mapuche; la región donde la derecha obtuvo la mayor proporción de votos en las últimas elecciones presidencial y parlamentaria; la región más militarizada del país. Una vez más, la víctima, un mapuche. Parece masoquismo. Votan por quienes más los reprimen. Como las víctimas que enamoran de su victimario, de quien lo tortura. Como para agarrarse la cabeza.

¿Hasta cuándo? ¿Cuándo nos sentaremos a conversar frente a frente, de verdad, con todas las cartas sobre la mesa en vez de armas? Solo entonces, mirándonos a los ojos, sin prejuicios, podremos aspirar a una paz duradera, verdadera. La violencia solo es portadora de más violencia, muertes, y vivir con las manos manchadas de sangre. Más vale vivir con las manos limpias.

noviembre 15, 2018

Fake news

Últimamente han aparecido expresiones anglosajonas de difícil traducción, siendo una de ellas las fake news: hacen referencia a noticias falsas que se hacen pasar como ciertas con el propósito de desinformar y/o engañar deliberadamente y que se difunden a través de los más diversos medios de comunicación. Si bien las fake news han existido desde siempre, su “popularidad” actual se explica esencialmente gracias a su altísima velocidad de propagación a través de las redes sociales –twitter, Facebook, whatsapp- y a su influencia en los resultados de elecciones políticas de muchos países, menoscabando, depreciando el valor de la democracia.

En el ámbito político, su intención es inducir a error en la decisión de voto mintiendo descaradamente a favor de unos y en detrimento de otros. Si bien esto no es nuevo, su fuerza en los tiempos que vivimos reside en que hoy se dispone de una red de comunicación social que no existía en el pasado: las famosas redes sociales que permiten esparcir noticias falsas como reguero de pólvora.

A ello debemos agregar: a) la portentosa la capacidad actual de almacenamiento de datos, que ha dado origen a los “big data” para registrar nuestros datos personales; b) la posibilidad de rastrear nuestras actividades en las redes sociales; y c) el desarrollo de algoritmos capaces de extraer una tipología de perfiles de comportamientos.

Todo ello está permitiendo que se difundan, a velocidad de crucero, las mentiras –las fake news- más apropiadas de acuerdo al perfil que se haya confeccionado para cada uno de nosotros. Lo prueba la última elección presidencial brasileña, donde el ganador, Bolsonaro hizo uso y abuso de ellas, sembrando de dudas la legitimidad de su elección.

Para que todo ocurra, los responsables de generar fake news deben ser personas sin sentido ético-moral alguno, y al otro lado, quienes reciben las fake news, deben ser personas sin capacidad para filtrar información, discernir, reflexionar, poner en duda la credibilidad de lo que se está leyendo. De allí que en los tiempos que vivimos la buena educación esté basada en valores y un profundo sentido ético-moral, y que nos provea de la capacidad para ver bajo el agua, pensar, reflexionar, discernir, separar la paja del polvo, esto es, la mentira de la verdad.

Así de simple, así de complejo.

noviembre 08, 2018

La pirámide de Maslow

Hace un par de días tuve una interesante conversación en torno a los últimos resultados electorales que se están registrando en el mundo, con una tendencia al autoritarismo en lo político y el neoliberalismo en lo económico. Mi interlocutor, un destacado profesor que periódicamente nos entrega anécdotas históricas a través de las redes sociales, me sorprendió al fundamentar lo que estaba ocurriendo con la pirámide de Maslow, la que desconocía por completo, por lo que me puse a indagar.

Esta pirámide tiene el nombre de su creador, Abraham Maslow, uno de los fundadores de la psicología humanista, donde establece una jerarquía de necesidades del ser humano que han de satisfacerse en la búsqueda de su más plena autorrealización. Bajo esta teoría se asume que nuestras acciones están guiadas por el objetivo de satisfacer un conjunto de necesidades que se encuentran en distintos niveles. Según el nivel en que nos encontremos de satisfacción, serían nuestros comportamientos y decisiones que adoptemos.

Según Maslow, son seis los niveles con que plantea su teoría. El primero, que está en la base de la pirámide la jerarquía, incluye las necesidades más básicas que tienen que ver con la supervivencia física, las que incluyen comer, respirar, dormir. Satisfechas estas necesidades, se pasa a un segundo nivel, asociado al miedo, esto es, a la necesidad de contar con seguridad física, de protección, de mantener lo que se tiene, de poder mantener satisfechas las necesidades básicas. Luego viene el nivel de asociación vinculado a la satisfacción de necesidades sociales, de relacionarse afectivamente con la familia y las amistades para sentir amor y sentido de pertenencia. Más arriba se encuentra el nivel correspondiente a la necesidad de ser reconocidos, respetados, valorados y que tienen que ver con la confianza y la autoestima, esto es, de sentirse bien con uno mismo. Por último, está el nivel más alto de desarrollo personal, que apunta a la necesidad de autorrealización, de desarrollo personal, espiritual, de darle un sentido a nuestra existencia mediante el desarrollo de todo nuestro potencial para una vida más plena.

Conocidos estos niveles cabe preguntarse en qué nivel se encuentra cada uno de nosotros. El ideal es estar en el nivel superior, el que supone el pleno desarrollo personal. Desgraciadamente la mayoría no lo está.

Aplicada esta pirámide a nivel de los países también podríamos preguntarnos lo mismo. ¿Dónde estamos? Los resultados de las elecciones y las posturas de los distintos partidos políticos parecen estar dándonos algunas pistas para responder la pregunta. En efecto, cuando las necesidades más básicas o biológicas se dan casi por satisfechas –comer, dormir, respirar, etc.-, especialmente para quienes han logrado salir de la extrema pobreza material, el miedo y las necesidades de seguridad y protección pasan a tener una mayor relevancia. Esto se da particularmente entre quienes se han sumergido en una suerte de consumo insaciable.

Allí donde la derecha y la ultraderecha están ganando elecciones parece ser que es porque escuchan y/o recogen esta búsqueda de protección y de seguridad de la población, de mejor manera que sus oponentes políticos.

Le haría bien al centro y a la izquierda reflexionar en profundidad sobre el tema, y la sociedad en que se inserta, para proponer políticas de seguridad que la población perciba como más confiables, humanas y eficientes que las que nos proponen quienes se están imponiendo mediante un discurso que menoscaba la democracia ensalzando el militarismo, el autoritarismo y el neoliberalismo.

Fuente de la imagen:
http://www.laboratorioti.com/2018/02/12/la-famosa-piramide-maslow-tienes-saber-motivar-gente/

noviembre 01, 2018

Bolsonaro: la democracia jaqueada

En las recientes elecciones en Brasil, tal como se esperaba -o temía-, Bolsonaro, un excapitán de la reserva del ejército brasileño, emergió como el presidente electo. Una ventaja de 10 puntos da cuenta de su triunfo indiscutible, y de una derrota sin atenuantes para su adversario, Haddad, abanderado del Partido de los Trabajadores (PT).

Cuesta asimilar el viraje que representa este resultado, así como sus fundamentos y vaticinar lo que viene. Respecto de los motivos, los partidarios de Bolsonaro ponen el acento en la inseguridad reinante con motivo de los elevados niveles de corrupción y violencia; sus rivales apuntan a la persecución sufrida por el PT, alentada desde las redes sociales mediante la proliferación de noticias falsas (fake news).

También están quienes afirman que lo que se está dando es la ley del péndulo, esto es, un movimiento de la izquierda hacia la derecha y que no sería exclusivo de Brasil. De ser cierta esta apreciación se podría pensar en un giro desde una izquierda moderada hacia una derecha moderada. Pero si nos atenemos al contenido de la campaña, a las características de Bolsonaro, así como a sus pensamientos, expresiones y conductas, representa a una ultraderecha nacionalista, militarista. Por lo tanto, el péndulo se habría movido no de un extremo a otro, sino que de una versión moderada a una extremista, porque en ningún caso se podría sostener que tanto Lula como Dilma hayan representado y aplicado políticas de extrema izquierda. Más bien al contrario, procuraron avanzar en sus políticas a punta de acuerdos y negociaciones dentro de un sistema político marcado por el caudillismo y el personalismo. Visto así, el resultado simboliza un fracaso de la política con mayúscula, esto es, entendida como el arte de la negociación para la resolución pacífica, civilizada de los conflictos entre los distintos grupos de interés que conforman una sociedad. Y por lo mismo, un triunfo de las soluciones militares, no negociadas.

De allí que resulta un tanto doloroso, y en cierto modo un contrasentido, que por la vía democrática haya triunfado un candidato cuyo pensamiento se aleja mucho de lo que entendemos por democracia.

Lo expuesto invita a la reflexión por parte de quienes creemos firmemente en la democracia sin apellidos, y muy especialmente a la izquierda. Si nos remitimos a la búsqueda de seguridad ante la violencia y la corrupción imperantes como causales del triunfo de Bolsonaro, entonces significa que la izquierda no sintonizó con esta demanda regalándole estas banderas.

Para la izquierda moderada lo ocurrido también invita a repensar las modalidades bajo las cuales negocia con quienes tiene al frente para no caer en riesgo de ser cooptada, desnaturalizada o corrompida. De lo contrario, la ciudadanía castiga mucho más a la izquierda que a la derecha, y pierde su principal atributo diferenciador: el ético-moral.

Sin perjuicio de lo señalado, el nombramiento de Sergio Moro como Ministro de Justicia, habiendo sido el responsable de la operación Lava Jato destinada a combatir la corrupción y el lavado de dinero, que condujo al enjuiciamiento a Lula, a su inhabilitación como candidato, y a su condena y encarcelamiento, invita a sospechar, por decir lo menos, en un juego sucio.

Se puede pensar que Moro que fue premiado por encabezar el combate a la corrupción para que continúe su tarea ahora al frente de un ministerio. Sí, pero también es lícito pensar que fue galardonado por ser el responsable de haber dejado fuera de carrera a quien era el candidato que punteaba en las encuestas y que posibilitó el triunfo de Bolsonaro.

Por último no puedo dejar de mencionar el tema del impacto de los fake news que se esparcen como reguero de pólvora vía redes sociales sobre las nuevas tecnologías de información. Los medios de comunicación tradicionales, así como los partidos políticos parecen estar sobrepasados, perdiendo influencia a favor de cerebros grises en las sombras capaces de multiplicar al por mayor noticias falsas.

Habrá que ver qué es lo que viene porque en estos tiempos postmodernos todo parece darse vuelta.

octubre 25, 2018

Brasil en su hora

En la semana tuve el privilegio de ser invitado a participar en un conversatorio organizado por académicos de la Facultad de Educación de la UCM para abordar lo que se avecina tras la segunda vuelta en las elecciones presidenciales de Brasil. Conversatorio que contó con la participación de investigadores visitantes brasileños. Siendo el país más grande de nuestro continente sus resultados tendrán una influencia más allá de sus fronteras.

Hoy quizá se sigue lo que allí ocurre, quizá más que otras veces, porque las mayores posibilidades de triunfo las tiene un candidato, Bolsonaro, que rompe los esquemas a los que estamos habituados, porque su modelo político es el autoritarismo, el militarismo; y en lo económico, su modelo ideal, si es que tiene alguno, a la luz de los tecnócratas que están tras él, el neoliberalismo.

Su triunfo sería equivalente a que en Chile hubiese una elección donde participara y ganara el innombrable. Es una elección donde un candidato no ve con malos ojos las dictaduras, así como quienes lo respaldan. En columnas anteriores ya hemos abordado lo que podrían ser las causas que han llevado a Brasil a la polarización actual. Ahora intentaré llamar la atención en torno a la paradoja que encierra el escenario político-económico en el que se encuentra Brasil.

El neoliberalismo que se ha ido imponiendo en los más diversos países de Latinoamérica, en paralelo al repliegue de los socialismos y sus variantes, por las características que le son propias, no ha hecho sino agudizar las desigualdades, la incertidumbre, la inseguridad, la violencia, la pérdida de derechos, con excepción del derecho a la propiedad. Para enfrentar estas realidades, en vez de encarar y responsabilizar al neoliberalismo de esta realidad, los más recientes resultados electorales parecen decirnos que se está optando por más autoritarismo, más represión, para poder aplicar más neoliberalismo, para ir a un neoliberalismo a fondo, sin vaselina. Lo que en Chile se impuso dictatorialmente, a sangre y fuego, Brasil está en alto riesgo de imponerlo democráticamente, por la vía electoral. En mi impresión sería análogo a pretender apagar un incendio con bencina.

Aun cuando no se descarte un vuelco de última hora en las preferencias electorales, hay que prepararse para un eventual triunfo de Bolsonaro como una oportunidad para reinicializarnos, resetearnos, reconstruirnos, e iniciar la travesía por el desierto para recobrar fuerzas, para insuflarnos de nuevas ideas y entusiasmarnos. Mal que mal, las derrotas enseñan más que los triunfos. Por lo demás, no hay mal que por bien no venga. Al mal tiempo, buena cara. Nunca está de más volver a empezar, volver a nacer.

octubre 23, 2018

Ad portas de la segunda vuelta en las elecciones presidenciales de Brasil



Conversaciones sobre las pensiones en Chile (parte 2)

Desde la derecha se empecinan en llenar de alabanzas al sistema de pensiones chileno sosteniendo que estaríamos a la vanguardia a nivel mundial y que no pocos países quisieran tener un sistema como el nuestro.

Suelen partir con frases de buena crianza, tales como “recibir una pensión digna es una necesidad de vital importancia”, pero a poco andar efectúan afirmaciones que procuran desmentir lo que se sabe. Por ejemplo, afirman que “cualquier sistema obligatorio es un sistema público” y que en el caso del sistema chileno se le denomina equivocadamente como privado.

No nos emborrachemos: no por ser obligatorio el sistema de pensiones chileno es público. Es privado por donde se le mire. La recaudación, la gestión, la inversión de las cotizaciones, y su distribución, es privada en un cien por ciento, y la efectúan las Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP) que son cien por ciento privadas. Que las cotizaciones sean obligatorias y las reglas bajo las cuales operan sean fijadas por leyes y regulaciones no convierte en modo alguno al sistema de pensiones en un sistema público.

Importa recordar que las AFP fueron creadas en tiempos del innombrable en 1980, siendo el padre de esta criatura José Piñera, hermano del actual presidente, entonces ministro del trabajo. Si bien en estos casi 40 años de andadura ha sufrido modificaciones, su impronta original, sigue vigente contra viento y marea, a pesar de los esfuerzos de no pocos por cambiar sustantivamente su filosofía central: que cada uno se rasgue con sus propias uñas, esto es, la capitalización individual.

Los defensores del sistema no pueden evitar reconocer que se trata de un tema de interés público, donde por lo mismo, la política importa e influye, tanto por la cantidad de dinero involucrada y como por el alto número de personas afectadas, por lo general electores. Lo que no veo que reconozca la derecha es el desmedido apetito, la codicia que despiertan en las AFP, en sus dueños, las utilidades que les reportan las comisiones que cobran por la administración de las cotizaciones de los trabajadores, las que no se condicen con las rentabilidades de los fondos. Por lo demás, no es posible desconocer los intereses cruzados que existen entre personeros de derecha, los directores, ejecutivos y dueños de las AFP, los que se extienden a las empresas en las que se invierten los fondos, que no son sino los recursos de los trabajadores. No será difícil adivinar que en una sociedad tan desigual como la chilena, donde los superricos se cuentan con los dedos de la mano, que al final del día los apellidos tienden a repetirse. Para darle un toque ocasionalmente escogen a uno que otro despistado del otro lado, que no era de la derecha, pero que termina comprándose el cuento completo.

La derecha procura llevar agua a su molino afirmando que las bajas pensiones se explican fundamentalmente por la inestabilidad e informalidad de más del 20% de los trabajadores, lo que genera que existan muchos meses en que no se cotiza. A ello habría que agregar, que las remuneraciones son bajas y que las expectativas de vida han aumentado. Por tanto, podemos concordar en que mientras todo esto ocurra, inevitablemente las pensiones seguirán siendo bajas. En consecuencia, bajo el paradigma actual, con cualquier sistema, público, privado o semipúblico, de capitalización individual o de reparto, el monto de las pensiones que se reciba al término de una vida de trabajo, no variará sustantivamente.

La derecha, el centro y la izquierda, deben y pueden concordar en la necesidad de innovar por la vía de romper la actual relación entre las remuneraciones recibidas a lo largo de la vida laboral con la pensión a recibir. El monto de las pensiones deberá independizarse de los ingresos recibidos durante los años de trabajo y ser el mismo para quienes jubilen a una misma edad. El origen de este monto deberá ser estatal y puede ser por la vía de un mismo aporte estatal al momento de nacer o por un monto mensual desde el nacimiento. Al cumplirse la edad de pensionarse, todos recibirían un mismo monto, el cual cada uno puede complementar con los ahorros o cotizaciones voluntarias que pueda haber hecho. Si alguien puede y desea seguir trabajando, podría hacerlo posponiendo su jubilación para recibir un monto mayor.

El financiamiento de este esquema lo más razonable debiera ser en base a un impuesto a las empresas más automatizadas, robotizadas, tecnologizadas, que son las que han estado reduciendo la demanda de trabajo, precarizando e informalizando el mercado laboral sin pagar costo alguno. Si no fuese posible implementar un impuesto de esta naturaleza, tendría que pensarse en un porcentaje sobre las transacciones efectuadas con tarjetas de crédito o débito bancarias.

No me fío del sistema de reparto convencional, que a veces parece extrañar a no pocos. Mis aprensiones van por el lado de “las diabluras” que históricamente se han dado, como fueron lo fueron los arreglines que se hacían en los últimos años con las rentas porque se jubilaba con el promedio de las últimas rentas, así como con las entonces famosas “perseguidoras”.

Se me queda en el tintero el tema de la administración de los fondos de origen estatal. El que dejaré para más adelante.

octubre 18, 2018

Conversaciones sobre las pensiones en Chile (parte 1)

Hace tiempo que tengo pendiente escribir sobre este tema, y si no lo he hecho no es por falta de interés, sino porque tengo una mirada muy particular que no calza con lo que se escribe al respecto. Lo más probable es que esta columna deba ser complementada por otras porque resulta imposible condensar en estas líneas todo lo que deseo expresar.

En esta ocasión me limitaré a hacer una suerte de titulares respecto de mis pensamientos sobre la materia. Para empezar, creo que nos estafaron cuando en 1981 se creó el nuevo sistema previsional basado en las cuentas individuales gestionadas por las AFP y que una vez que el sistema funcionara “en régimen”, al momento de jubilar, se recibiría alrededor del 70% de los últimos ingresos. Se presumía la inexistencia de lagunas previsionales, esto es, períodos de desempleo, y que la cotización sería sobre el total de los ingresos.

Tanto lo uno como lo otro resultó ser falso, y se sabía que iba a ser falso. En efecto, la existencia de una continuidad laboral es una excepción, porque lo más común es que existan numerosos períodos en que se está desempleado, particularmente en los sectores de más bajos ingresos. Y respecto de quienes han tenido altos ingresos, por sobre el tope previsional, el monto que se cotiza obligatoriamente no se condice con los ingresos que poseen.

A ello se agrega que en el pasado, antes de 1981, el descuento previsional estaba por encima del 20%, en tanto que bajo el sistema de las AFP la cotización bajó al 10%. Esta diferencia posibilitó que quienes se cambiaran del sistema de reparto existente al nuevo sistema previsional privado vieran aumentados sus ingresos. Este aumento de ingresos fue el cebo, el anzuelo para estimular el traspaso, sin que la gente percibiera los perjuicios futuros que estos cambios le ocasionarían tanto en términos de los ingresos que recibirían al momento de jubilar, como de la extensión de la vida laboral hasta los 65 años a lo menos. Recuérdese que antes de 1981 por lo general se jubilaba al cumplirse una determinada cantidad de años de trabajo.

La estafa se ve corroborada al constatar que las FFAA y carabineros fueron exceptuados de adscribirse al nuevo sistema, lo que solo se explica por los perjuicios que su eventual traspaso ocasionaría a su personal. Es lícito plantearse por qué no se consideraron los daños previsionales que generaría a los civiles.

En síntesis, el sistema previsional actual fue instalado a punta de bayonetas, populismos y engaños que a la fecha no se han podido levantar, que por el contrario, se ha ido consolidando en base a influencias indebidas e intereses creados.

Más allá de lo señalado, estimo que no es sostenible continuar bajo el paradigma actual caracterizado por montos de pensiones basados en los ingresos percibidos a lo largo de una vida laboral. Ya estamos sumergidos en un mundo donde el trabajo se está precarizando y/o informalizando, por lo que las lagunas previsionales han llegado para quedarse. Lo prueba la creciente debilidad del factor trabajo y el mayor peso del capital en el funcionamiento de las organizaciones. La robotización y la automatización han llegado para quedarse.

Lo descrito, así como muchos otros puntos, invitan a pensar en una suerte de reingeniería en materia previsional, no solo en términos de los porcentajes a cotizar, sino respecto del origen de los fondos previsionales, su administración –pública y/o privada-, y su distribución –reparto y/o individual-.

octubre 13, 2018

Brasil: todo se ha puesto cuesta arriba

Los resultados de las recientes elecciones en Brasil, tanto presidenciales como parlamentarias, dan cuenta de un giro político mayúsculo que se inscribe en una tendencia mundial que no deja de ser preocupante. Se sabía que Bolsonaro estaba punteando, pero pocos imaginaron que tendría la votación que alcanzó, y de ellos algunos señalaban que podría ganar en la primera vuelta.

Si bien habrá segunda vuelta, lo concreto es que Bolsonaro en esta pasada ganó por paliza, poniendo cuesta arriba las posibilidades de su contendor, Haddad. Es como si en un partido de futbol uno de los rivales se fuera a los vestuarios con una victoria parcial de tres o cuatro a cero. Darlo vuelta no es imposible, pero tendrían que concurrir hechos que no se vislumbran. No se ve qué pueda cambiar para remontar el resultado de la primera vuelta.

De partida, el contendor no se puede cambiar, a lo más podrá cambiar su estrategia, pero difícilmente pueda modificarla radicalmente en estas semanas. Y un cambio de estrategia que sea efectivo necesariamente pasa por un análisis crítico profundo. Un mea culpa auténtico. También es difícil que Bolsonaro cometa errores de bulto en este tramo. Con la victoria en el bolsillo rehuirá los debates y seguramente se limitará a expresiones que no pongan en riesgo su triunfo. Al menos sus asesores harán todo lo que esté en sus manos para reducir las frases para el bronce que lo identifican.

Y lo más probable es que todo esto tampoco sea suficiente puesto que la victoria de Bolsonaro tiene raíces profundas que emanan de errores imposibles de soslayar. No es razonable ni sostenible creer que la gente es irracional, estúpida y/o ignorante cuando vota por Bolsonaro, y que no lo sea cuando vota por Haddad. Tampoco es razonable ni sostenible creer que el partido de los trabajadores, el PT y Lula, sean corruptos, y que no lo sean Bolsonaro y quienes lo respaldan, ni que Bolsonaro y sus boys vayan a terminar con la corrupción y la violencia urbana. Estamos ante un candidato, Bolsonaro, que encontró un blanco al cual apuntar sus dardos: los seguidores de Lula, los petistas, captando y canalizando la rabia y la ira en su contra, tal como en su momento lo hizo Hitler contra los judíos y los comunistas.

La corrupción reinante no nació con Lula, ni mucho menos, aunque así lo quieran presentar los medios de comunicación, ni se limita al PT, sino que atraviesa a todo el arco político, incluyendo a quienes atacan al PT y quienes juzgaron y condenaron a Lula. Por el contrario, la corrupción, así como la violencia urbana están instaladas desde hace mucho tiempo, reforzadas por el modelo económico imperante, y si a la fecha no ha podido ser erradicada, menos lo será por un personaje como Bolsonaro cuya receta es la clásica de la ultraderecha: más militarización, más represión, más neoliberalismo.

Que el pueblo vuelque sus preferencias hacia una opción de este tenor, da para reflexionar en torno a una dura interrogante: ¿qué ha llevado a que Brasil llegue a esta situación? ¿qué hacer para que no lleguemos a una coyuntura como la brasileña?

Días difíciles, muy difíciles, esperan a Brasil, así como a muchos otros países.

octubre 03, 2018

Bolsonaro en punta

Este domingo son las elecciones presidenciales en Brasil, la mayor potencia latinoamericana. Uno de sus candidatos, Bolsonaro, lleva todas las de ganar en la primera vuelta.

Las razones que explican la actual realidad política brasileña se centran en la corrupción que aqueja a toda su clase política, originada por una dirigencia empresarial que ha sido capaz de prostituir a gran parte del mundo de la política, y que se ha expandido a las más diversas esferas.

Por decir lo menos, resulta curioso que el candidato que encabezaba las encuestas, Lula, haya quedado fuera de carrera por decisión del poder judicial. El Partido de los Trabajadores que condujo al país sacando de la pobreza a millones de brasileños está siendo destruido tanto por la encarnizada oposición de la derecha como por la corrupción que estaría afectando al partido. Y digo “estaría” porque a esta altura del partido ya no sé dónde está la verdad, ni quienes la tienen. En efecto, me es imposible no ver al ladrón detrás del juez. Quienes juzgaron y destituyeron a Dilma Rousseff no parecen ser blancas palomas libres de polvo y paja. Tampoco lo son quienes decidieron que Lula no podía postular ni quien ejerce hoy la presidencia, Temer, ni quienes conforman el Congreso ni los tribunales de justicia.

En este marco, entre muchas otras candidaturas, emerge la de Bolsonaro, un clásico candidato que en circunstancias normales no pasaría de la marginalidad, de ser un outsider. Sin embargo, bajo las circunstancias actuales de Brasil, de crisis política que se prolonga por al menos un par de años, irrumpe fuertemente con un discurso populista, racista, machista, homófobo, militarista, de la clásica ultraderecha admiradora de las dictaduras militaristas. Su modelo es la dictadura de Pinochet.

Una artera puñalada en medio de un acto de campaña logra el efecto de catapultarlo, acercándose ya al 30% de las preferencias. Al paso que va, apelándose al voto "útil", no pocos especulan que podría ganar en primera vuelta. 

Este tipo de candidatos siempre han existido y seguirán existiendo, pero en términos electorales suelen tener menos de un 10%, y en tiempos de crisis moderadas, a lo más alcanzan el 20%. Su pleno desarrollo lo alcanzan cuando se está frente a crisis mayores, cuando la polarización se extrema y consigue la adhesión de la derecha y de los sectores más pobres hastiados que caen bajo el embrujo de cantos de sirena.

Se trata de un candidato que no se ha cansado de decir barbaridades. En el año 1999 afirmó que “la dictadura 2003 debería haber matado a 30,000 personas más, comenzando por el Congreso y el presidente Henrique Cardoso”. En el año 2001 sostuvo que “sería incapaz de amar a un hijo homosexual, prefiero que muera en un accidente de coche”. Dos años después, en la televisión le dijo a una diputada que “yo a usted no la violaría porque no se lo merece”. Y el último broche de oro que se le conoce, lo dio a conocer el año pasado cuando declaró que “un policía que no mata no es policía”.

Uno de sus contendientes lo retrata de cuerpo entero al sostener que “representa la negación de la política y de la democracia, el deseo de prender fuego para ver si vuelve a nacer algo”.

Toda su vida abrazó la fe católica, pero hoy es evangélico, consiguiendo la adhesión de ellos no obstante que su ideario se contrapone abiertamente a la ética cristiana.

Con todo no pierdo la confianza de que el pueblo brasileño sea capaz de discernir, en el silencio de la urna, e impedir su ascenso a la presidencia.

septiembre 27, 2018

Las paradojas de la política

En Chile se está viviendo un período político especial donde un gobierno de derecha debe abordar una agenda que no le acomoda. Desde sus propias huestes no pocos afirman que están aplicando políticas más propias de la actual oposición. Similar crítica se dio cuando bajo el primer gobierno de Piñera (2010-14) el entonces senador Longueira antes de ser nominado ministro, le acusó de ser una suerte de quinta Concertación.

Un botón de muestra es el proyecto de ley que reconoce y da protección a la identidad de género, impulsado por el gobierno de Piñera, fue aprobado en el Senado gracias al respaldo de la oposición y con el rechazo de la mayoría de los senadores de la propia coalición gobernante, particularmente de RN y de la UDI. Lo señalado da cuenta de un proyecto impulsado por la izquierda, que en el pasado no pudo aprobarse, gracias a un mayoritario rechazo al interior de la derecha, y que ahora fue aprobado. El mundo al revés como dirían algunos. Por ello José Antonio Kast, excandidato presidencial, exdirigente de la UDI, y actual impulsor de un movimiento de ultraderecha, acusa al gobierno de gobernar bajo una agenda de la izquierda. La oposición en un sector de la derecha es tal que intentarán ir al Tribunal Constitucional, a dónde recurren cuando las cosas no se dan a su pinta.

El otro caso está referido a la problemática que afecta a la Araucanía, donde la derecha siempre criticaba a los gobiernos por su incapacidad para detener la violencia, y muy especialmente por sus políticas conciliatorias y la ausencia de medidas represivas frente a hechos de violencia. Gran parte de su discurso, tanto a nivel nacional, como en la zona de la Araucanía, apelaba a la necesidad de incrementar los niveles de seguridad por la vía de aumentar la presencia y acción policial, alentando la necesidad de enviar fuerzas militares a la región. Hoy en cambio, a seis meses de asumida la conducción del gobierno, busca asumir un rol pacificador, de búsqueda de acuerdos entre los distintos sectores en lo que denomina Plan Impulso Araucanía. Este plan, al menos en el papel, más parece una continuidad de las acciones adoptadas por los gobiernos anteriores que buscaban estimular el desarrollo y establecer la paz en la región por la vía de una fuerte inyección monetaria bajo la lógica de que con plata se puede comprar la paz.

La otra novedad en este tema es el anuncio de algo que la izquierda siempre procuró impulsar sin mayor éxito por la persistente oposición de la derecha: el reconocimiento constitucional de los pueblos indígenas. Si bien falta aterrizar este y tantos otros anuncios, así como “la letra chica” con que estén acompañados, lo concreto es que este tema nunca estuvo en la agenda de la derecha. Y ahora lo está y tendrá que proponer un cambio en la constitución. No pocos congresales derechistas arrugarán la nariz.

En ambos casos los proyectos de ley implicados serán aprobados con el apoyo de la izquierda y la renuencia de no pocos en la derecha. Así y todo, insisten en que la actual oposición le está negando la sal y el agua al gobierno. Con razón dicen que la historia se escribe con renglones torcidos.

septiembre 20, 2018

Populismo al acecho

El populismo está al alza de la mano de la polarización política, económica y social. El populismo es el arte del engaño, de la explotación de las desgracias, de las desigualdades, de la mala educación. Por lo mismo suele ir de la mano del nacionalismo.

El populismo surge en tiempos de turbulencias de todo orden, político, económico, social, científico-tecnológica y existencial. Es alentado desde las sombras por siniestros personajes al amparo de discursos grandilocuentes, de frases para el bronce, pero muy especialmente de la incapacidad de gran parte de la población para discernir, reflexionar, analizar críticamente lo que ocurre. Personajes que actúan como pastores que conducen a sus rebaños al matadero sin que estos lo perciban. Ejemplos tenemos por doquier en el pasado y también actualmente, aquí en Latinoamérica, y donde quiera que vayamos.

Latinoamérica desde sus tiempos de independencia, ha experimentado oleadas de populismo. Los hay de derechas y de izquierdas, su común denominador es lo mencionado más arriba: la explotación de una crisis mediante el sacrificio de una o más generaciones por la vía de una oferta quimérica, que no especifica metas ni plazos.

En Europa, la construcción de la comunidad europea, fue a partir de las cenizas dejadas por la segunda guerra mundial a la que fue conducida por el nazismo y el fascismo a nombre de la superioridad racial. Hoy, esta Unión Europea se encuentra en jaque como consecuencia de los populismos y nacionalismos que están resucitando en los distintos países bajo el pretexto de los flujos migratorios, del desempleo y las dificultades de los gobiernos y los partidos políticos tradicionales para abordarlos.

En USA, Trump es la mejor expresión de un fenómeno que se apoya en lo peor del ser humano: el odio, la expulsión, el exterminio de quien es distinto, de quien no piensa como uno. Un inmigrante que toma la bandera del levantamiento de muros físicos, legales y arancelarios para frenar la inmigración.

Populismos y nacionalismos que se alimentan de las lacerantes, persistentes y crecientes desigualdades que las dirigencias empresariales, sindicales, políticas y profesionales han sido incapaces de reducir, junto con la apatía de muchos que se resisten a participar ante la ausencia de liderazgos creíbles y confiables entre ellas.

Tras los populismos que están entrando en escena hay fanatismos, fundamentalismos y dogmatismos que creíamos haber superado. Sin embargo, por lo que observamos a escala mundial, parecen retornar en todo su esplendor. Así parecen señalarlo los resultados de las últimas elecciones que se han estado registrando en los más diversos países. De fuerzas marginales se están convirtiendo en actores relevantes capaces de inclinar la balanza a uno u otro lado.

No obstante lo expuesto, confío en que más temprano que tarde este proceso se revierta de la mano de lo mejor de cada uno de nosotros. Próximamente, en Latinoamérica, tendremos una prueba de fuego en las elecciones presidenciales que tendrán lugar en Brasil.

septiembre 14, 2018

¿Cuál democracia está más enferma? ¿la del 73 o la de ahora?

Con motivo del último 11 de septiembre, al cumplirse los 45 años del golpe, el presidente Piñera alude a la crisis política, económica y social que vivía el país, al afirmar que la democracia se encontraba gravemente enferma.

A diferencia de 5 años atrás, cuando por estas mismas fechas hizo alusión a los cómplices pasivos, ahora intenta ubicarse por sobre el bien y el mal, buscando balancearse como un equilibrista. Aquí todos seríamos responsables de lo ocurrido, lo que es lo mismo que decir que nadie lo es, y que sería la hora de dar vuelta la página, no quedarnos atrapados en el pasado, levantar la mirada hacia el futuro. En tan solo 5 años, ha pasado de la teoría de los cómplices pasivos a la teoría del empate de los errores con los horrores; en tan solo 5 años retornó al eufemismo de antaño, cuando no se podían decir las cosas por su nombre. Ya no habla de dictadura, sino de régimen o gobierno militar. Esto habla de un cambio, de un movimiento hacia la derecha.

Afirmar que Chile vivía una democracia gravemente enferma merece una mínima reflexión. Eran tiempos de convulsión, de rebelión, de altos niveles de conflictividad, de compromisos y donde los matices tendían a desaparecer. Por lo mismo se podría afirmar que la democracia estaba más viva que nunca, en pleno desarrollo con una elevada participación política, las mujeres tenían derecho a voto, las instituciones políticas funcionaban a tope, el ejercicio de la libertad de expresión en los medios de comunicación era total.

El 11 de septiembre del 73 clausuró todo esto. Si la democracia estaba gravemente enferma, con el “pronunciamiento” le dieron el golpe de gracia. La remataron bajo el anzuelo de convertir al país en “una gran nación”. Con mala cara en 1988 hicieron un plebiscito para perpetuarse con el mismísimo que la remató. El país, con lápiz en mano, sin bayonetas, decidió rechazar a quienes fueron los cómplices pasivos de entonces para entregar su confianza a los mismos políticos que habrían conducido al país a una “democracia gravemente enferma”.

La pregunta que debiéramos hacernos es si la democracia actual es sana. Como siempre, dependerá del cristal con que se mire, pero es como para pensarlo. Si algo no es del gusto de la derecha, ponen el grito en el cielo y recurren a la tercera cámara, el tribunal constitucional hecho a la pinta de ellos.

La pregunta de fondo es ¿quién diagnostica si una democracia está sana o no? ¿cuáles son los elementos determinantes del diagnóstico? ¿lo que digan los de arriba?

A veces pienso que es hoy cuando la democracia estaría gravemente enferma y que en el 73 estaba más viva que nunca. Mal que mal hoy la participación electoral está en descenso, al igual que la tasa de sindicalización, los grados de participación y actividades en juntas vecinales y centros de madres, la política cooptada por los negocios empresariales, la perpetuación de los mismos de siempre en los distintos cargos. Mientras tanto, las personas cada vez menos ciudadanas, subsumidas en su metro cuadrado, en su supervivencia, sin tiempo para involucrarse más allá de uno mismo.

Y cuando el individualismo gana la carrera, la democracia muere.

septiembre 06, 2018

Hay vida después del trabajo


Uno de los hitos de nuestras vidas está constituido por el paso de un estado de trabajador al de jubilado, expresión que se asume viene de “júbilo”. Se trata de un cambio de estado no menor, de cierta complejidad, razón por la cual se le suele temer, y por lo mismo, esquivar, posponer. Mal que mal somos hijos de rutinas, de disciplinas, y el trabajo nos provee de ellas.

Mi paso al estado de “júbilo” ha sido paulatino, de aterrizaje suave, pasando primero desde un trabajo a jornada completa a uno de tres cuartos jornada por 3 años, y luego a un cuarto de jornada durante un año. Finalmente, no sin cierto temor, colgué los guantes hace ya poco menos de un año.

Discrepo de quienes sostienen que se trata de un cambio de un estado activo a uno pasivo. Prefiero llamarlo de “júbilo” si se cumplen lo que identifico como cuatro condiciones.

Una, llegar en buenas condiciones de salud física, lo que si bien depende de factores genéticos y/o inesperados, uno también ayuda si ha llevado una vida sana, sin reventarse ni abusar de sus propias posibilidades, ya sea alimentándose sanamente, como realizando algún deporte.

Dos, llegar en buenas condiciones de salud mental, lo que si bien parece que ir más allá de nuestra voluntad, quizá podamos ayudar por la vía de llevar una vida intelectual intensa, con un pensamiento crítico y reflexivo que remueva nuestras neuronas para mantenerlas vivas.

Tres, tener una salud financiera básica que no la da la pensión básica ni mucho menos, y en este plano los países tienen una gran deuda con sus viejos. Los grandes avances científicos y tecnológicos de las últimas décadas, si bien han logrado elevar la esperanza de vida en términos de años, tienen pendiente mejorar la calidad de vida de muchos de ellos. A la salud financiera también la ayuda no dejarse llevar por los cantos de sirena del neoliberalismo y su presión para que consumamos más y más a costa de endeudamientos.

Cuatro, una salud familiar razonablemente sana, sin mayores problemas familiares, ya sea con hijos, nietos, maridos, esposas, parejas. Esto es, que no nos hagan sufrir, o les hagamos sufrir, sino que por el contrario, sean fuente de felicidad, de buenas vibras, de buena onda.

Si llegamos al ocaso de nuestra existencia con estas cuatro variables bajo control, me atrevo a asegurar que no hay razón alguna para pasarla mal. Por el contrario, es la etapa para hacer un alto en el camino con el fin de disfrutar y sentir la distensión, la paz, la tranquilidad que quizá haya sido tan esquiva en muchos parajes de nuestro devenir por esta tierra.

Es la oportunidad para levantar la frente, mirarse a sí mismo y el horizonte, para seguir luchando por aquello en lo que creemos, por fortalecer las amistades, por entregar lo mejor de nosotros mismos, por hacer aquello que siempre hemos querido, pero que una y otra vez hemos pospuesto por falta de tiempo.

Si, hay vida después del trabajo!

agosto 29, 2018

Un nuevo conflicto medioambiental

En Chile, una vez más se desata una crisis ambiental en la bahía de Quintero, Puchuncaví y Ventanas, localizadas en la zona costera norte de la región de Valparaíso. Es la que llaman zona de sacrificio, que se expresa en periódicas intoxicaciones masivas, enfermedades y una tasa de muertes por cáncer por sobre la media nacional, mala calidad de vida, como consecuencia de la contaminación generada por las empresas que allí operan. Esta realidad se ha ido repitiendo periódicamente no solo en esa zona, sin visos de erradicarse y con altos costos en la salud y desarrollo de sus habitantes.

Al igual que frente a otros hechos de similar tenor, como si de un temporal se tratara, las autoridades reaccionan sobre la marcha haciéndose eco de la indignación de los vecinos, anunciando medidas y responsabilidades, sin asumir sus respectivas responsabilidades. Anuncios que desafortunadamente, al menos hasta ahora, no son más que palabras que se lleva el viento. Pasada la emergencia todo vuelve a fojas cero, hasta un próximo episodio crítico.

En la zona afectada la contaminación a la que se hace referencia tiene relación con la emanación de gases tóxicos generados por empresas que allí operan. En otras oportunidades, la contaminación ha sido consecuencia de la evacuación de residuos líquidos al mar o derrames de petróleo, así como por la contaminación de los suelos por parte de una o más empresas públicas y privadas que operan en el sector.

En todos estos casos el gobierno, asociado al neoliberalismo, no ha desperdiciado la ocasión para inculpar, vía la Ministra del Medio Ambiente, desde el primer minuto a la Empresa Nacional de Petróleo (ENAP), empresa autónoma estatal. Desde la oposición, esta temprana acusación ha llamado poderosamente la atención, por cuanto la mayoría de las empresas que se encuentran en la zona son privadas, y donde no pocos de sus dueños están fuertemente vinculados con el pinochetismo y el piñerismo.

Si queremos que de verdad estos fenómenos no se repitan, que suelen afectar a los más pobres, es imposible sustraerse a las siguientes razones que explican estos desastres con consecuencias tan nocivas.

1. Una legislación ambiental laxa con bajos estándares de exigencias medioambientales en beneficio del crecimiento económico y las fuentes laborales; 2. Las presiones de empresarios y políticos, orientadas a obtener altas rentabilidades por la vía de traspasar costos medioambientales a la población en que operan; y 3. Un modelo de sociedad –el neoliberal- que invita a la población a mirar los problemas individualmente, y no colectivamente, como si ellos fuesen de los responsables de las situaciones en que se encuentran.

Solo abordando estas razones de frente, sin escabullir el bulto, y teniendo en mente los derechos que nos asisten a vivir en un medio ambiente libre de contaminación, podremos superar esta crisis socioambiental. Para ello, es indispensable una ciudadanía empoderada, organizada, que tome el toro por las astas y plenamente consciente de los derechos que le asisten, capaces de hacer enfrentarse a empresarios y políticos cooptados por ellos.