diciembre 28, 2017

Por un mundo mejor

Estando ad portas de un nuevo año es momento propicio para reflexionar en torno a nuestras vidas, al mundo que nos rodea. En esta ocasión lo haré en torno a la paz y la no violencia activa, tanto a nivel personal, nacional e internacional. Reflexiones que nacen como consecuencia de una realidad que nos lacera y escandaliza. Teniéndolo todo para estar y vivir en paz, no obstante los esfuerzos de muchos, persiste una suerte de estado de guerra permanente, de baja o alta intensidad, en distintos confines del mundo.

El nivel de gasto militar en vez de decrecer, aumenta. Los más poderosos gobiernos no trepidan en imponer sus condiciones. En el año que se va hemos visto escaramuzas, amenazas de un lado y otro, entre USA y Corea del Norte, ambos comandados por líderes de conductas impredecibles, cuyas decisiones pueden afectar las vidas de toda la humanidad. Los tiempos de guerra fría parecen querer volver, ya no en un contexto bipolar –USA y Unión Soviética-, sino que multipolar. Las guerras civiles, declaradas o larvadas, se multiplican.

Cabe preguntarse, todo esto ¿para qué? ¿para asegurar el dominio de unos sobre otros? Cuesta entender tal grado de conflictividad cuando lo tenemos todo para vivir en paz en un mundo con capacidad para satisfacer las necesidades de todos. Una capacidad dada por un desarrollo científico-tecnológico sin precedentes que podría asegurarnos una vida buena y digna no solo para algunos, sino que para toda la humanidad.

De nosotros, de cada uno de nosotros, de nuestros comportamientos, depende el futuro de quienes nos rodean, de nuestro país, de toda la humanidad. Los esfuerzos que hagamos en favor de la paz, de la no violencia activa, de la no discriminación no pueden ser en vano, sino que por el contrario, más temprano que tarde, deben dar frutos. Quienes tenemos el privilegio de escribir no podemos dejarnos abatir por la imposición de la violencia. Debemos desterrar la lógica de que el hombre sea el lobo del hombre. Nuestras actuaciones deben basarse en la política de ponerse en los zapatos del otro

Por ello mi particular saludo de ánimo a quienes pregonan y practican la paz, la solidaridad entre todos los hombres y mujeres de buena voluntad. Que en el año que viene, sean más y más.

diciembre 19, 2017

Razones de una derrota

Los resultados de la segunda vuelta electoral presidencial chilena sorprendieron a moros y cristianos. La sorpresa corrió por el lado de que nadie se esperaba una diferencia del orden de los 10 puntos entre ambos contendores. Se afirmaba que el ganador lo sería por poco y que dependería de la convocatoria, que mientras más gente concurriera a votar, más probable era el triunfo del candidato de la Nueva Mayoría (NM); por el contrario mientras menos gente votara, las posibilidades de triunfo opositor se incrementaban. Nada de eso ocurrió. Votó más gente que en la primera vuelta y Piñera, el candidato de la oposición derechista, ganó por paliza. Mucho más rotundo que cuando el mismo candidato en el año 2009 ganó la contienda presidencial de ese entonces.

Por estos días unos y otros se cabecean en torno a las causas de la aplastante derrota experimentada por las fuerzas gubernamentales. No resulta fácil aventurar respecto de las razones. Unos ponen el énfasis en los déficits del gobierno, por más que en el último tramo pareciera haberse puesto las pilas; otros ponen el acento en la incapacidad de la coalición gubernamental, la NM, para dirimir su candidato en primarias, concurriendo a la primera vuelta con dos candidatos; otros aducen como motivo la implementación de reformas estructurales, ya sea por su contenido o su desprolijidad; así como otros critican no abordar a fondo estas mismas reformas.

También están quienes imputan la derrota a la aparición del Frente Amplio (FA), a los temores que despierta el partido comunista (PC), cuya incorporación, quiérase a no, siempre ha generado resistencias entre las fuerzas políticas de centro, particularmente la democracia cristiana (DC). Por último, están quienes también reprochan la derrota a un candidato “ciudadano” aupado por los partidos políticos, pero como el mismo Guillier afirmó, no parece haber estado a la altura de lo que se esperaba de él.

A lo señalado se agrega una oposición que sorteó dificultades y que se manejó con eficacia, con banderas que calaron hondo, así como por una no comprensión de las fuerzas gubernamentales de una nueva realidad. Esta última parece estar determinada por una sociedad integrada por quienes parecen ser cada vez menos ciudadanos y más consumidores, más preocupados de sus propios metros cuadrados antes que del bienestar colectivo. El pensamiento mayoritario parece centrarse en una filosofía donde “lo que es bueno para mí, es bueno para el país”, y que lo demás fuera música. Son quienes sostienen que la derecha ganó la batalla cultural, que luego de décadas de un modelo político, económico y social que no ha sufrido modificaciones sustanciales, el país se habría derechizado.

Pero también hay, particularmente los neoliberales a ultranza, quienes sostienen lo contrario, que el cerco se ha ido corriendo hacia la izquierda, y que se reflejaría en que para ganar, el candidato de la derecha tuviera que asumir banderas propias de la izquierda, como es el caso de la gratuidad en el ámbito educacional.

En fin, las eventuales razones de la derrota de la NM no se agotan en las enumeradas. Estoy cierto que hay muchas más. La última palabra no está escrita puesto que la vida tiene sus vaivenes. Hoy la derecha vive días de gloria y la izquierda días tristes. Las derrotas son oportunidades de aprendizaje; Los triunfos son oportunidades para asumir responsabilidades. Honor y gloria para unos y otros.

diciembre 16, 2017

La responsabilidad de votar

Adportas de una segunda vuelta electoral, donde ambos candidatos, uno más que otro, han caído en una suerte de disputa de ofertones para conquistar la voluntad popular, estamos convocados a votar, ejercicio democrático que nos hemos ganado no sin dificultades.

Con todas sus limitaciones, votar es un acto inherente a la democracia. En el pasado, votar era una obligación limitada a quienes se encontraban inscritos en los registros electorales. Hoy, automáticamente estamos inscritos desde que cumplimos nuestra mayoría de edad, y votar se ha convertido en una acción voluntaria.

Algunos responsabilizan los altos niveles de abstención que se han registrado en las últimas elecciones a la voluntariedad del voto, postulando que debe ser obligatorio en razón de nuestra condición de ciudadanos, y que como tales es nuestro derecho y nuestro deber votar. Tengo mis dudas porque no le encuentro mayor sentido forzarnos a votar. Más sentido encuentro que el sistema político sea capaz de bajar los niveles de abstención por su capacidad para atraer a los votantes con propuestas creíbles y responsables.

Por parte nuestra, no es admisible no votar por flojera, indiferencia o porque “da lo mismo”, o porque “todos son iguales”, o porque “mi vida no va a cambiar”, mal que mal deberemos seguir trabajando. La validez de estos argumentos es relativa. No da lo mismo el curso de acción que tome el país. Las políticas que se apliquen benefician más a uno que a otros, y por tanto no nos puede ser indiferente. Una sociedad que se guía por una competencia extrema, en contextos oligopólicos, no es la misma que aquella en el que las actividades se desenvuelven en mercados con muchos productores de bienes y servicios sin capacidad para impedir el ingreso de otros.

No todos son iguales. Debemos ser capaces de distinguir a unos de otros. No podemos meter a todos en el mismo saco. Esto vale no solo para los políticos, sino que también para los empresarios, los trabajadores, o los miembros de las FFAA y carabineros.

No podemos pretender que nuestro voto apunte tan solo a nuestro propio beneficio. Sí debemos pretender a que con nuestro voto y el de todos nuestros conciudadanos contribuyamos a elegir a quienes conducen nuestro país para hacer de él un mejor espacio para una sana convivencia donde nuestra calidad de vida nos haga sentirnos bien. De eso se trata. Donde podamos mirarnos a los ojos de igual a igual, conversar y discutir civilizadamente., confiarnos mutuamente.

Votando, el día después volveremos a trabajar como siempre, pero con la cabeza en alto, confiando en que el destino del país en que vivimos sea un mejor país.

diciembre 14, 2017

Pidiéndole peras al olmo

Estas líneas salen cuando estamos adportas de una segunda vuelta electoral, donde ambos candidatos, uno más que otro, han caído en una suerte de disputa de ofertones para conquistar la voluntad popular. No nos engañemos. No son los gobiernos los que nos darán de comer, ni los que nos darán trabajo, ni trabajarán por nosotros, ni nos darán salud. Lo que los candidatos pueden ofrecernos son cursos de acción, modelos de sociedad, de ver el mundo para que los acompañemos a concretarlos. En eso se deben diferenciar y nosotros votar por quien creemos que mejor encarna nuestras ideas en dicho plano. Pero el esfuerzo que debemos desplegar por nosotros mismos, es indelegable.

Lo que se logra sin esfuerzo, por lo general no tiene valor; por el contrario, lo que se logra con esfuerzo, sí lo tiene. No pocos aspiran a logros sin mayor esfuerzo, por la vía del atajo, sin pensar en sus consecuencias. Esto vale en el mundo de la educación, de la salud, de las pensiones, del trabajo. Quien cree que hay atajos, se equivoca.

Quienes creen que en educación podemos aspirar a tener las capacidades y competencias que la realidad laboral y la sociedad demandan, sin mayor esfuerzo, sin estudio, sin desvelarnos, se equivocan. No pocos, a estas alturas del año, se vienen a percatar que su rendimiento deja mucho que desear, y “calientan” materia intentando recuperar el tiempo perdido. Se tuvo todo un año para estudiar, y a fin de año se dan cuenta que están en la quemada, que están por perder el año o la carrera. Sabían que tenían que ponerse las pilas desde comienzos de año, pero no, se las ponen a fin de año, a destiempo. En este minuto, apremiados, pensamos en cómo salir del paso, como llegar a casa con la noticia de la pérdida del año o de la carrera.

En salud lo mismo. No pocas veces llegamos a la consulta médica, a la posta o al hospital, por conductas, comportamientos o hábitos alimenticios que no ayudan para nada a tener una buena salud. Mientras nos distingamos por no realizar actividad física regular y nuestro plato nacional sea un completo que chorree mayonesa por los cuatro costados, estamos fritos. Sin querer queriendo, muchas de las enfermedades de la vida moderna son consecuencias de ello. No podemos pedirles milagros a nuestros médicos. Imposible pedirle peras al olmo.

Lo mismo vale en el campo laboral. Pretender ganarse la vida con malas artes, robando o traficando droga y que ello no tenga consecuencias, es una quimera. Si resulta a la primera, imposible resistir la tentación de cebarse y ganarse la plata fácil. Más temprano que tarde nos pillarán, y en ese minuto nos agarraremos la cabeza.

Tener una buena formación no depende tan solo de los profesores, sino de nuestro esfuerzo como alumnos; tener buena salud no depende tan solo de los médicos y nutricionistas, sino de lo que hagamos y comamos.

En la vida no hay atajos. El esfuerzo, la laboriosidad, la responsabilidad, el trabajo bien hecho, la puntualidad, más tarde o más temprano, se recompensan de alguna manera. Ya sea por la vía de la satisfacción personal o interna, como porque la sociedad sabe distinguirlos, diferenciarlos. De lo contrario, nada ni nadie nos liberarán de las consecuencias, las que podremos posponer, evadir temporalmente, pero más temprano que tarde aparecerán.

diciembre 08, 2017

Entrampados

Con la segunda vuelta ad portas, a diferencia de la primera vuelta, cuando se pensaba que era carrera corrida, ahora se prevé un resultado incierto. Quien tenía la condición de favorito, ya no lo es.

Haciendo un símil futbolístico, estaríamos en pleno alargue con escaramuzas en ambos lados, jugadores agotados, donde cualquier gol será más consecuencia de un error que de una genialidad. Uno de los candidatos llega con más figuras en la cancha, pero sin chispa, con el ánimo a la baja por el simple hecho de no haber sido capaz de ganar en los 90 minutos de juego; su contendor, en cambio, llega con ánimo en alza por haber podido forzar el alargue. A lo largo de los primeros 90 minutos las jugadas se dieron esencialmente en el medio campo, sin llegar mayormente a los arcos y ambos sin mayor capacidad para definir. Sus propuestas eran ambiguas, el juego fue eminentemente defensivo.

En el alargue se están viendo forzados a mostrar, a arriesgar más, puesto que de lo contrario se definiría a penales, o sea, revisando las actas electorales, peleando los votos objetados. Pocos quieren llegar a eso, la mayoría prefiere que uno de los dos gane contundentemente. Sin embargo, por lo mostrado en la cancha hasta este minuto, para no pisar callos, persisten en no arriesgar. Más bien parecen esperar el error del contrincante para contraatacar con fuerza por el lado más débil del adversario. Ninguno quiere dar puntada sin hilo.

El público que llegó al estadio completó tan solo menos de la mitad de su capacidad total no obstante que el partido se había promocionado como una gran final. Para el alargue aún se desconoce si habrán más o menos espectadores.

En términos boxeriles, se han ido de finta en finta, sin golpes capaces de resolver el combate por knock out. Uno de los gladiadores, de brazos más cortos busca el cuerpo a cuerpo para poder golpear con fuerza, en tanto que el otro busca mantener la distancia y definir en base a la persistencia de golpes que llegan con facilidad al cuerpo del rival pero sin mellarlo seriamente. Todo indica que el combate se definirá por puntos y que ambos llegarán exhaustos, sin que se visualice un ganador nato.

En concreto, los próximos 4 años de reinado, no serán fáciles, gane quien gane. Con uno se procurará consolidar un modelo político, económico y social que según sus adherentes es el que posibilita que Chile alcance a ser próximamente un país desarrollado, pero que concita un profundo rechazo en no pocos. El otro candidato, por el contrario, aspira modificar sustantivamente dicho modelo. Quien gane, aunque sea por poco, estimará que cuenta con el aval para llevar a cabo su propuesta.

Lo que hace difícil los próximos años es justamente que ninguno de los dos ganará por paliza, y por tanto no se le estará dando el respaldo que se requiere para cumplir sus propósitos. Esta suerte de empate es lo que nos tiene entrampados, de alargue en alargue, avanzando y retrocediendo.

diciembre 01, 2017

El desafío de no perder la brújula

Desde que se conocieron los resultados de la elección presidencial, de cara a la segunda vuelta, dado que ningún candidato obtuvo mayoría absoluta, se han desencadenado una serie de movimientos, declaraciones y hechos que dejan mucho que desear y que ilustran el nivel de nerviosismo e incertidumbre existente.

Los resultados de la primera vuelta ayudan a explicarlo. Piñera obtuvo una votación muy por debajo de lo vaticinado por todas las encuestas y lo esperado por sus propios adherentes; Kast, por el contrario, se proyectó más allá de lo esperado. Goic, por el contrario, tuvo una votación que no se condice con la obtenida por su propio partido, la DC, tanto en la elección de diputados como la de senadores, ilustrando con ello la crisis que vive. Guillier, estuvo dentro de lo esperable, alcanzando a duras penas a aventajar a Sanchez, la candidata del Frente Amplio (FA) que casi lo desbanca. Sanchez, con su 20% le pisó los talones y pocas dudas caben que su coalición tiene la llave para definir la segunda vuelta.

Esta realidad es la que explica el nerviosismo y la incertidumbre imperante. Grosso modo, Piñera tiene un piso del 44% dado por su 36% mas el 8% de Kast. Guillier, parte de un piso mucho más bajo, su 22%, al que podrían agregarse casi íntegramente los porcentajes obtenidos por Meo, Goic y Navarro, con lo que alcanzaría a asegurarse tan solo un 33% del total de votos.

En este contexto, lo que decidan el FA y sus adherentes es crucial pues inclinan la balanza a un lado u otro. Considerando que en la base del cuerpo de ideas que sustenta el FA está su posición frontal al modelo neoliberal es razonable presumir que no votarán por Piñera. Cuáles son las alternativas que tienen ante sí? No votar, votar nulo o votar por Guillier. Para Guillier es crucial que quien votó por el FA vote por él; para Piñera es vital que no vote o vote nulo. De allí que, asumiendo que el universo de quienes vayan a votar en esta segunda vuelta no se modifique mayormente, quiéralo o no, el FA define el resultado final.

De las opciones que estaban en carrera, sobrevive la que busca consolidar el modelo neoliberal imperante, encarnada en Piñera, y la que se opone a dicho modelo desde los años 90, pero que no ha tenido la fuerza y/o voluntad suficiente para reemplazarlo por un modelo más solidario, cooperativo, menos competitivo. Quienes quedaron fuera de carrera, los votantes del FA, representan la oposición frontal al modelo imperante, y un reflejo del desgajamiento de quienes en su momento fueron parte de la Concertación y/o la Nueva Mayoría, así como de las nuevas generaciones descontentas con el país que están heredando.

A lo largo de esta semana el FA ha estado intentando abordar el tema en forma participativa y pública, proceso que por lo mismo, no ha estado exento de dificultades. Lo que haya resuelto tendrá consecuencias no menores tanto respecto de quien conducirá los destinos de la nación en los próximos años, como en su propio futuro.

Dado que se trata de una fuerza con poco tiempo de vida y conformado por 12 partidos y movimientos, no le será fácil estar a la altura de las circunstancias. Como están las cosas, estas circunstancias y si efectivamente no da lo mismo quien gobierno, obligarían a sus adherentes, y muy especialmentw a sus dirigentes, a optar por quien visualizan como el mal menor: Guillier. No es hora de lavarse las manos.

Con todo, los próximos 4 años serán años complejos, cualquiera que sea el presidente que tengamos. Tanto Guillier como Piñera la tendrán difícil. El primero para encauzar los movimientos sociales en curso, y el segundo, para oponerse a ellos.