octubre 06, 2017

Cataluña en el ojo del huracán

El domingo pasado tuvo lugar en Cataluña un referéndum organizado por el gobierno catalán declarado como ilegal por el gobierno español. Referéndum destinado a consultar al pueblo catalán si quiere independizarse de España. El gobierno español había advertido la ilegalidad del referéndum y que no permitiría su realización; el gobierno catalán se empecinó en realizarlo contra viento y marea.

En las instancias previas, todo diálogo había sido inconducente, no mostrando ninguna de las partes voluntad de acuerdo alguno. Uno, el gobierno español, imponía la condición de la necesidad de enmarcarse en la legalidad provista por la constitución, legalidad que no contempla referéndum alguno; el otro, el gobierno catalán, imponía la necesidad de consultar la opinión de los catalanes respecto del deseo de independizarse de España.

Lo que ha hecho saltar los tapones del tablero ha sido la violencia de la policía nacional frente a la no violencia activa que representa el intento por expresarse mediante un referendum calificado como ilegal. No deja de ser digno de Ripley que la violencia policial sea legal, y un referéndum, expresión de no violencia activa, sea ilegal. Esto es lo que está en juego, revelador de las concepciones reinantes por parte de quienes se declaran a favor de una u otra opción.

Cabe destacar que ambos gobiernos, el nacional encabezado por Rajoy, y el autonómico dirigido por Puigdemont son de claro corte derechista, y que no se hayan podido poner de acuerdo es señal de algo más profundo. Si bien el espíritu independientista catalán ha estado siempre presente, el concepto de autonomía vigente en España, al menos hasta la crisis actual, había permitido procesar las diferencias y alcanzar un modus vivendis razonable entre españoles y catalanes.

De hecho, hasta hace unos cuantos años atrás el deseo de independizarse de los catalanes se había mantenido a raya, no superando al 20% de la población, el que se ha catapultado gracias a este “juego” entre Rajoy y Puigdemont. En el contexto de la realidad mundial actual, dudo que la mayoría de los catalanes aspiren a la independencia. más bien creo que este juego está ocultando la corrupción que aqueja tanto al gobierno nacional español como al autonómico catalán, corrupción que viene de la mano de la crisis económica que ha afectado a España y a Cataluña. Españoles y catalanes debieran abstenerse de caer en este juego y unirse en el combate a los verdaderos males que afectan a unos y otros: la corrupción que afecta a las más altas esferas de ambos gobiernos.

Rajoy y Puigdemont han fracasado en lo que es la esencia de la política: llegar a acuerdos, negociar, entenderse sin pasar por encima del otro. Frente a esta incapacidad, la obligación de ambos es renunciar y dejar de jugar y engañar.

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