abril 21, 2016

En la medida de lo posible

En 1971, Patricio Aylwin con Sergio Onofre Jarpa dan forma a la Confederación Democrática (CODE) para unir fuerzas contra el gobierno de la Unidad Popular (UP). Esta alianza de la DC con la derecha, da origen a una nueva división en la DC, cuando gran parte de la juventud demócratacristiana da forma a la Izquierda Cristiana (IC) para sumarse a la UP. Estos jóvenes, colocados en la coyuntura histórica de aliarse con la derecha o la izquierda, abandonaron la DC para estar con Allende y su gobierno. Ya en 1969 se había dado origen al MAPU por considerar que el gobierno de Frei Montalva no satisfacía sus aspiraciones.

La polarización de esos años va ganando terreno, estimulada por la intervención norteamericana. Todo intento de moderación se lo llevaba el viento. Para unos, Frei Montalva, como Presidente del Senado, y Aylwin como senador, procuraron establecer vasos comunicantes conducentes con el gobierno para evitar el quiebre institucional; para otros, para desestabilizar al gobierno. En medio de esta vorágine llega el golpe de la mano menos pensada: del innombrable que había sido el segundo de Prats, y que al asumir como Comandante en Jefe, había jurado lealtad hacia el gobierno de Allende.

Frei Montalva y Aylwin, así como la mayoría de la DC respaldaron el golpe como un hecho inevitable no obstante los esfuerzos desplegados para evitarlo, en tanto que otros estaban convencidos que no hicieron otra cosa que contribuir a posibilitar el golpe. Pero ni Frei Montalva, ni Aylwin, ni ningún DC imaginó siquiera lo que habrían de hacer las FFAA con el respaldo de la derecha. Solo unos pocos DC, los famosos 13 que firmaron una carta histórica donde disienten de la directiva de entonces, fueron capaces de visualizar lo que vendría. La DC nunca imaginó, ni en sus peores sueños, las actuaciones de las que serían capaces nuestras FFAA, ni que se tomarían el poder para quedarse indefinidamente.

Es así como a poco andar, la DC toma distancia de la dictadura e inicia su andadura por el desierto, sufriendo muchos de los suyos el destierro, la tortura, la desaparición, la persecución. La adversidad la unió con la izquierda. Y Aylwin vuelve a ser protagonista buscando convocar, junto a otros, para dar forma a una oposición capaz de derrotar a la dictadura con las armas de la democracia.

Se reconcilia con la izquierda y ésta le confía el privilegio de encabezar el primer gobierno postdictadura con su respaldo. Un gobierno que se inicia con un discurso magistral en el Estadio Nacional y que marca el inicio de la transición, un discurso en el que afirma su intención de unir a civiles y uniformados, ocasión en la que las pifias lo inducen a sostener que “Chile es un solo país”. Expresión que parece seguir siendo más un deseo que una realidad.

No obstante, a más de 20 años de distancia, pocas dudas caben que Aylwin lideró un gobierno que el país y la DC pueden mirar con la cabeza en alto.

En toda la trayectoria de Aylwin muchos quieren ver volteretas, zigzagueos, cambios de marcha. Sin embargo, una mirada holística, sistémica, permite visualizar un común denominador, una línea recta, clara, rotunda: el diálogo, la negociación, la persuasión, sin metralletas sobre la mesa ni bajo ella. Todo en la medida de lo posible, la razón de ser de la política. Buscando extender los límites de lo posible, correr el cerco para que haya más diálogo, menos incomunicación, convencido que es más lo que nos une que lo que nos divide. Y todo esto respaldado por un dato no menor: una vida sencilla, austera, que en medio de la modernidad se extraña y agradece.

Al César lo que es del César.

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