junio 25, 2015

Chile: un triunfo a la uruguaya

En la semana Chile obtuvo un resonante triunfo, no exento de polémica, sobre Uruguay. Con ello logró pasar a semifinales, dejando en el camino a su duro y complejo oponente.

El partido tenía especial relevancia porque se daba en el marco de la Copa América. No era un partido amistoso más. Era relevante porque se trata de un campeonato que se juega en Chile en momentos muy especiales. En efecto, Chile cuenta, hoy por hoy, con un plantel de jugadores de excepción como nunca antes ha tenido en su historia futbolística. Nunca antes ha tenido tantos futbolistas jugando en el exterior, y en las ligas más importantes a nivel mundial. A ello cabe agregar la disponibilidad de un entrenador serio, responsable, concentrado a más no poder.

Este campeonato está hecho para que lo gane Chile, sí o sí. Por eso el partido era crucial. Chile no podía perder. Era ahora o nunca. Los dos principales enemigos de Chile, más que el rival, eran la ansiedad y el riesgo de que cayeran en ofuscaciones.

El rival no era Uruguay, porque por individualidades, juego y velocidad, actualmente Chile es superior futbolísticamente. Más ante un Uruguay sin Suárez y con un Cavani debilitado por el accidente protagonizado por su padre. Por tanto, la clave era dominar la ansiedad por la necesidad de ganar en su condición de local, ámbito en el que los chilenos han sido tradicionalmente deficitarios. Ha sido frecuente que cuando deben ganar, pierden.

En esta ocasión, la ansiedad, en vez de ser una variable en contra, corría a favor, esencialmente porque se dispone de un plantel de jugadores ya está curtido en mil batallas, en mil circunstancias. Están para cosas grandes.

Distinta era mi percepción respecto del riesgo de ofuscación, de abandonar su propio juego y caer en el del rival, en el cuerpo a cuerpo, en el pelotazo, en la provocación, en perder los estribos, en que los uruguayos los sacaran de quicio.Los partidos de Uruguay por lo general son ásperos, duros, de meta y ponga.

Chile solo podía perder si caía en el juego uruguayo, porque en ese caso se desdibujaban todos sus atributos, su toque, su velocidad. Curiosamente, Chile mantuvo la calma y quien perdió los estribos fue Uruguay, particularmente Cavani. Sin perjuicio que su expulsión perjudicó notoriamente a Uruguay, la victoria de Chile fue inobjetable. Habría sido injusto llegar a penales y que en esa instancia todo se resolviera a favor de Uruguay.

Por el contrario, Chile ganó a la chilena y a la uruguaya. A la chilena, con toque, velocidad, pases certeros, a ras de piso; a la uruguaya, recurriendo a viejos trucos habituales en tiempos idos, o no tan idos, en las canchas rioplatenses. Como cuando frente a un corner, un defensa le agarraba los pantalones a un atacante cuando estaba presto a saltar para el cabezazo. Esta vez fueron los chilenos lo que sacaron de sus casillas a los uruguayos.

junio 18, 2015

El rey Arturo y su Ferrari

De regreso de un casino en las afueras de la capital del reino, el rey Arturo, con un par de copas de más acompañadas de una dosis de exceso de velocidad, fue protagonista de un accidente que nos despertó, una vez más, para volver a la realidad. Los héroes que fabricamos, también fallan, no son perfectos, cometen errores. Errores, no horrores, como otros. Curiosamente, quienes justifican los horrores, no perdonan los errores.

El futbol y todo lo que le rodea es a imagen y semejanza de la realidad más allá del futbol. Por eso importa lo ocurrido, por eso despierta pasiones, posturas a favor y en contra del rey Arturo, porque con o sin motivo, sigue siendo el rey.

El rey Arturo lo tiene todo, y no tiene nada. Tienes todo lo que se puede comprar, pero no tiene lo que el dinero no puede comprar. Eso vale tanto para el rey Arturo como para Martincito, y tantos otros.

Desgraciadamente, esto se da en un paisito donde se cree que todo se compra y vende, donde parece de lo más natural comprar educación, salud y pensiones dignas, decentes; donde no faltan quienes reclaman por el “derecho a pagar” por una mejor educación, una mejor salud, una mejor pensión.

En el país existe un acuerdo tácito para que quien quiera y pueda, tenga un Ferrari, pero no existe similar acuerdo para que sobrepase los límites de velocidad. Eso no tiene precio, por los daños y perjuicios a terceros. El rey Arturo tuvo suerte, porque no mató a nadie, aunque puso en riesgo a terceros.

Los agravantes están dados por los antecedentes del rey. No es primera vez que se involucra en incidentes de menor y mayor cuantía fuera de las canchas, como si tuviese licencia para vulnerar las reglas imperantes, una y otra vez. Agrava su comportamiento su reacción ante el carabinero que lo esposa, ocupando un lenguaje que deja al propio rey en muy mal pie. Agrava lo ocurrido su condición de referente para muchos.

Loa atenuantes van por el lado de su origen, su historia de vida, una vida de esfuerzo coronado por el éxito, su amor por Chile, su capacidad para dar la cara, pedir perdón, estar avergonzado y arrepentido. No se esconde en errores. Ojalá muchos de los involucrados en boletas truchas, en recepción de pagos por trabajos no realizados, en colusiones y abusos, reaccionaran como él y no se escondieran tras bufetes de abogados ni en asumir errores inverosímiles o apremiantes necesidades económicas que nadie cree o en frases para el bronce como aquella salida de boca de un supuesto honorable: “no he hecho nada que no hagan los demás”.

Sin embargo ello no lo exime de las consecuencias ni de la responsabilidad que le atañe por su actuación. Este caso me hace recordar el mordisco de Suarez en el mundial último. Cuando llegó a su país, la hinchada encabezada por el propio presidente de la República Oriental del Uruguay, Pepe Mujica, solidarizó con él, yendo en masa al aeropuerto a recibirlo. Acá, lo más probable que cuando el rey Arturo vuelva a las canchas reciba una ovación que difícilmente olvidará.

junio 11, 2015

Cambalache recargado


En Argentina, en la década de los 30 del siglo pasado, en medio de una dictadura cívico-militar que había derrocado a Hipólito Yrigoyen para “restaurar el orden”, fue compuesto Cambalache, un tango cuya letra lo dice todo, que revela el mundo que se vivía. Comienza afirmando “que el mundo fue y será una porquería, ya lo sé, en el quinientos seis y en el dos mil también”.

Fue un amigo, conversando electrónicamente, quien me hizo saber que parecen vivirse tiempos de cambalache, término que actualmente se asocia a trueque, a “pasando y pasando”, donde todo tiene su precio. Cualquiera diría que estamos en tiempos donde no hay espacio para aquello que no tiene precio, la solidaridad, la amistad, la confianza. Sin embargo, leyendo la letra de Cambalache los tiempos actuales no parecen diferenciarse mayormente de los de hace ya casi un siglo atrás.

Más adelante, en Cambalache sostiene “que siempre ha habido chorros, maquiavelos y estafaos, contentos y amargaos, valores y dublé”. Como para percatarnos que no hay nada nuevo bajo el sol, lo que no nos viene nada de mal para quienes creen que el mundo se está viniendo abajo. El tango entero parece ser una oda al presente, y por lo mismo, nos viene como anillo al dedo.

Cualquiera diría que fue escrito por estos días, y a propósito de lo que estamos viviendo todos los días, donde estamos viendo sabandijas de uno u otro lado, aunque más de uno que del otro, pero eso da igual, porque como dice la letra de Cambalache “vivimos revolcaos en un merengue y en el mismo lodo todos manoseaos”.

No obstante los cambios, los prodigiosos avances científico-tecnológicos que nos dejan con la boca abierta, en esencia, los tiempos de hoy no parecen diferir mayormente de los de ayer. Mal que mal, como prosigue Cambalache “hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor, ignorante, sabio, chorro, generoso, estafador ¡todo es igual, nada es mejor, lo mismo un burro que un gran profesor!”

Más adelante prosigue “Siglo veinte, cambalache, problemático y febril, el que no llora no mama y el que no afana es un gil”. Si en vez de haber puesto siglo veinte, hubiese puesto siglo veintiuno, habría pasado piola. Finalmente, Santos Discépolo, el autor del tango, la remata: “Si es lo mismo el que labura noche y día como un buey que el que vive de las minas, que el que mata o el que cura o está fuera de la ley”.

Con todo, no renuncio a ser optimista. A pesar de todo, no da lo mismo ser un bribón que no serlo. La tranquilidad de conciencia del que actúa bien sin necesidad de prohibiciones, vale oro, oro purito, oro de ley.

De todo lo que está ocurriendo algo bueno ha de salir. Es preferible mil veces que se destape la olla a seguir manteniéndola tapada, que es lo que hemos estado haciendo.

junio 04, 2015

Doble estándard

Días antes de la elección del mandamás de la FIFA, la justicia norteamericana resolvió ordenar la detención de más de una decena de entre sus más altos dirigentes por denuncias de corrupción. El cerco se estrechaba sobre Blatter, su máximo dirigente, quien iba una vez más a la reelección. A pesar del escándalo, Blatter ni se inmutó, mantuvo su candidatura y ganó una vez más la presidencia de la FIFA, riéndose de los peces de colores. A los pocos días, renuncia.

Nadie duda que la corrupción ha hecho presa de la FIFA. No es un tema de ahora, sino que se viene arrastrando desde los tiempos de Joao Havelange. El negocio es muy atractivo, son millones de millones de dólares los involucrados, la tentación es fuerte. En tiempos de neoliberalismo, la resistencia al virus de la corrupción es débil. Esto vale en este caso y en muchos otros.

Lo que no deja de llama la atención es que la justicia norteamericana haya venido a percatarse hoy que hay corrupción en el seno de la FIFA. ¿porqué la denuncia surge ahora y no antes ni después? Si bien la conducta de Estados Unidos de Norteamérica (USA) no deja de sorprender, haciendo un catastro cabe recordar algunas de las volteretas de un país que se precia de ser símbolo de las libertades y la democracia.

Recuerdo que la familia Bush tenía negocios con Osama Bin Laden. De la noche a la mañana Osama, de amigo del occidente, pasó a ser el terrorista número uno a nivel mundial. ¿qué pasó en el interín? Nadie sabe. Recuerdo también que Saddam Hussein, en Irak, fue apoyado por USA y era considerado amigo de occidente. De vuelta, de un día para otro, Saddam Hussein pasó a ser el enemigo quien había que derrocar. Lo derrocaron y ahí está Irak, más destruido que ayer, y generándose un nuevo monstruo de mil cabezas: el Estado Islámico.

Recuerdo que USA respaldó las dictaduras latinoamericanas existentes a mediados del siglo pasado. En Cuba, Fulgencio Batista fue colocado y apoyado por USA; al igual que Leonidas Trujillo en la República Dominicana, Marcos Pérez Jimenez en Venezuela y Gustavo Rojas Pinilla en Colombia. Una vez desgastadas, los gobiernos norteamericanos les retiran su respaldo. Lo mismo ocurrió con las dictaduras latinoamericanas que sobrevendrían después. En el caso chileno, Nixon, junto con Kissinger, no dudó en promover y financiar la caída de Allende para entronizar al innombrable. Menos de dos décadas después, le quitaron el piso. Lo mismo ocurrió con las dictaduras militares que se instalaron por la misma época en Argentina, Brasil y Uruguay, todas con el respaldo civil de no pocos políticos y empresarios.

En todos estos casos visualizo un común denominador: juegos de intereses que terminan por tirar por la borda hasta las mejores intenciones, y que explican dobles estándares e inconsistencias que perduran hasta el día de hoy en los más diversos ámbitos.

Está bien, tarjeta roja para la FIFA, pero la tarjeta roja hay que aplicarla siempre, ante todo acto de corrupción, no solo cuando me conviene. En caso contrario, pierde valor.