abril 30, 2015

Reflexiones en torno al trabajo

Hace más de 100 años, en un primero de mayo de 1886, trabajadores de Chicago iniciaron una huelga para obtener una jornada laboral de ocho horas. Eran tiempos de lucha donde la consigna era ocho horas de trabajo por día, junto con ocho horas de reposo y ocho horas para la recreación semanales. Lo que tenemos hoy se lo debemos a ellos. Fue obtenido a punta de huelgas sin reemplazo, porque una huelga que no es capaz de paralizar a la empresa, no es tal. La huelga es un recurso extremo, agotadas todas las instancias, que exige disciplina, convicción, sacrificio, atributos escasos en los tiempos que corren. En Chile, solo desde 1931, bajo el gobierno de Carlos Ibañez del Campo, el 1° de mayo es feriado legal, en homenaje a los mártires de Chicago, origen del grueso de las conquistas laborales obtenidas desde entonces.

En los años subsiguientes, las luchas de los trabajadores posibilitaron sucesivas conquistas que se vieron frenadas, en Chile y el mundo, con el arribo del neoliberalismo que llegó de la mano de un período de progreso científico-tecnológico sin precedentes. Constituye toda una paradoja que los avances que observamos en la vida diaria no estén redundando en una mejor calidad de vida y en la resolución de los grandes problemas que afligen a la humanidad.

Lo prueba el malestar y la inseguridad reinante, la amenaza del cambio climático, las frecuentes migraciones forzadas en busca de un mejor destino, la desertificación, la escasez de agua, la obesidad, la contaminación, la congestión, el armamentismo. La desigualdad, en vez de amainar como consecuencia del desarrollo, se ve acrecentada. En Chile, el 1% de la población captura el 30% del producto nacional. Se trata de una anomalía que para unos, la derecha, es natural, para otros, es antinatura, porque no es fruto del trabajo productivo, sino que de la especulación, de los pitutos, de los privilegios, de los fraudes.

La desigualdad es fruto de la creciente desvalorización del trabajo en beneficio del capital que se ve reforzado con un desarrollo científico-tecnológico que reemplaza trabajo humano por máquinas. Hoy somos capaces de producir millones de productos y/o servicios con cada vez menos personas. Se acabaron las empresas con miles de trabajadores. KODAK, la empresa de productos fotográficos con casi 150 mil trabajadores en la década de los 80, se declaró en quiebra hace un par de años. Hoy, INSTAGRAM, una empresa del mundo fotográfico, al igual que KODAK, con menos de 15 empleados, cuenta con millones de clientes. WhatsApp, la tecnología que los usuarios de celulares conocen al dedillo, con poco más de 50 empleados, presta servicios a casi 500 millones de clientes. Esto es, la tasa de clientes por productor se ha elevado exponencialmente. Con menos trabajadores producimos mucho más y llegamos a muchos más clientes.

Vamos hacia un mundo con menos trabajo, con menos trabajadores, mientras simultáneamente nuestras esperanzas de vida se extienden, esto es, estamos viviendo más tiempo. El mundo del trabajo remunerado tiene sus días contados. Cada vez son menos quienes se apropian de las rentas.

La subsistencia de la paz social en este mundo que vivimos, está exigiendo romper la relación, el cordón umbilical existente entre el trabajo y la remuneración. De otro modo, la producción mundial no tendrá compradores. Para tener compradores sin trabajo, necesariamente tendrán que tener ingresos por el solo hecho de existir, no por tener trabajo remunerado. Ingresos que tendrán que provenir de quienes se están apropiando de las rentas del capital. De otro modo el mundo no se podrá seguir moviendo. Así de simple.

1 comentario:

  1. Anónimo11:42 a.m.

    Dicho con respeto y humor, me pliego vehementemente a tu propuesta y además digo que empiece YA! (sobre todo la parte que te pagan un fijo y decidis si trabajar o no despues)
    eso si , que el fijo no sean 145 dolares por mes...
    abrazo!!! Peter Hijo.

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