diciembre 26, 2012

Un vistazo panorámico internacional

En esta ocasión, intentaré hacer un balance del 2012 de carácter internacional, visto desde un rincón del mundo, Chile. El Medio Oriente sigue en ascuas, Palestina ha logrado seguir avanzando en su propósito de ser reconocido como un estado, mientras Israel se resiste a asumir una realidad que más temprano que tarde terminará por asentarse, la existencia de dos estados. La democracia en dicha región sigue al debe no obstante que las dinastías parecieran estar en decadencia. Túnez, Egipto, Libia registran avances, no consolidados, mientras Siria vive una guerra civil bajo un gobierno que se resiste a caer, pero que sabemos terminará cayendo por la fuerza de la gravedad.

Europa pareciera estar borracha, en el sentido de no saber qué hacer, sumergida en una crisis financiera cuya fórmula para resolverla está pendiente. Las recetas oscilan de un extremo a otro, mientras unos aspiran más medidas de austeridad, otros postulan que ellas solo acentuarán la crisis. Por momentos la realidad resulta patética, sobre todo cuando uno mira a Italia, donde Berlusconi, no sé con qué ropa, aspira a retomar su conducción política luego de todos los escándalos en que ha estado involucrado. Si llegara a ganar, significa que la crisis no solo es financiera, sino que moral.

En USA, la reelección de Obama, no sin dificultades, porque las esperanzas que generó su primera elección no se han visto concretadas, constituyen una nueva oportunidad para hacer lo que hay que hacer, como lo demuestran una y otra vez las masacres que de tiempo en tiempo acaparan los noticiarios del mundo: dejar atrás una sociedad psicótica que solo atina a armarse hasta los dientes, para ser “el guardián del mundo”, y para protegerse a sí mismos. Al final se está matando a sí mismos. Frenar la liberalidad en la compraventa de armas es una simple patita de lo que hay que hacer.

En América Latina, la escena en este año está dominada, sin duda alguna, por Venezuela, con Chávez a la cabeza, ya sea por su oposición a USA, sus políticas, su histrionismo, su relación con Cuba, sus excentricidades, por la enfermedad que padece, como por las operaciones y tratamientos a que está siendo sometido.

En lo personal, no es santo de mi devoción, tampoco lo es Castro en Cuba, ni nadie que concentre para sí la totalidad del poder. No me gustan los gobiernos personalistas, cuyo lema pareciera ser “yo o el caos”; no me gustan quienes se eternizan en el poder, con o sin elecciones. No me parece que un personaje sea tan esencial como para que tenga que estar 15, 20, 25, 30, 35 o más años en el poder, que más encima, cuando se tiene que ir por enfermedad o por muerte, tenga que dejar el poder a un hermano o pariente o amigo o una esposa. No me calza. Prefiero gobiernos institucionalizados, donde al país le vaya bien, no por la voluntad de un mesías, sino que por el funcionamiento de un andamiaje institucional que resguarde los derechos de todos, particularmente de los más débiles. En síntesis, no me compro el cuento de ningún mesías, sea de izquierda o de derecha. Pueden servir para momentos críticos, circunstancias excepcionales, y por ello mismo, son coyunturales, no permanentes.

Cuando se perpetúan, inevitablemente, se cae en corruptelas, nepotismos, clientelismos que terminan descomponiéndonos e invalidándonos como sujetos con derechos y deberes.

Feliz año nuevo a tod@s!!!!

diciembre 19, 2012

Acreditaciones non santas

Día tras día, como si fuese una exitosa telenovela, tenemos nuevos episodios en torno a las acreditaciones cuyo final se prolonga eternamente. Ingredientes hay de sobra. El gobierno acaba de colocar como nuevo presidente de la Comisión Nacional de Acreditación (CNA) a uno de sus campeones. La Universidad del Mar haciendo agua junto a otras, con la gracia que ahora los evangélicos estarían “comprándola” para su resurrección. Todo esto, ad portas del nacimiento del Niño Jesús. Lo único que faltaba para darle un toque místico a un proceso que está delatando las miserias de un modelo educacional montado entre cuatro paredes.

Algunos afirman que el modelito basado en el lucro ilícito está llegando a su fin, que se está derrumbando. Que tras toda la pudredumbre que observamos a diario está el afán de lucro en el ámbito educacional, que lo desquicia todo. Afán de lucro basado en el endeudamiento de los pobres y de la extensa clase media. Endeudamiento que va a parar a los bolsillos de los dueños de universidades con la garantía del Estado. Los pobres financiando a los ricos. Sostienen que el drenaje es tan brutal, que al final va a estallar. Estiman que la paciencia del pueblo, o de la gente como se dice ahora, tiene sus días contados.

Otros, por el contrario, estiman que no hay que alarmarse. Que el modelito solo requiere ajustes, y en sus adentros, tienen la convicción de que la paciencia de los pobres no tiene límites. Tienen aguante. Para los adoradores del modelito, el tema central no es el lucro, sino que la calidad. El acento hay que ponerlo ahí. Lucrar no es el problema. Lucrar no es sinónimo de pecar, por el contrario, el afán de lucro es el motor del desarrollo, es lo que nos haría gratos a los ojos del Altísimo. La libertad para lucrar es sagrada aún cuando no esté consagrada en la ley. Por tanto hay que sincerar el lucro. Es lo que piensa nuestro querido ministro de educación, un iluminado experto en educación; es lo que también piensa el recién nombrado presidente de la CNA; y es lo que piensan el gobierno y sus parlamentarios.

Dicen que es la institucionalidad la que está fallando. Sí, es una institucionalidad frágil, creada en tiempos de los gobiernos de la Concertación. Y creada con todas las restricciones impuestas por la derecha amplificada entonces en el parlamento gracias al sistemita binominal y los quórums calificados que imposibilitan cambios de envergadura sin su sacrosanta bendición. Pero, ojo, que antes no había nada de nada. Ibas al ministerio e inscribías una universidad con las patas y el buche, porque la idea era que el mercado regulara. La lógica de los campeones del modelito es que “la gente” decida, que la gente seleccione, y como resultado de la “mano invisible” solo quedarían universidades de calidad. Pamplinas, solo quedaron alumnos endeudados, algunos de ellos desertores con deudas que arrastrarán de por vida, y otros que alcanzaron a egresar con cartones que valen callampa. Modelito que vende ilusiones a precios de mercado. Y universidades que compran acreditaciones bajo la lógica, la ética del minuto actual: pasando y pasando. Te paso 70 melones a todo evento por acreditarte mas 30 melones más si te acredito por 5 años.

¿Se le pondrá el cascabel al gato? A esta altura del partido, lo dudo, pero la esperanza es lo último que se pierde, y más aún por estos días cuando estamos adportas del nacimiento del Niño Jesús, que no nace en una cuna de oro, sino que por el contrario, en una cuna de paja, hijo de un carpintero, no de un dueño de universidad.

diciembre 14, 2012

La batalla de La Haya

Perú basa su demanda ante la Corte de La Haya en el argumento de que el límite marítimo con Chile no estaría fijado, y por tanto, pide establecerlo en una línea equidistante a las costas de ambos países, con lo que ganaría unos 35.000 kilómetros cuadrados de mar en disputa.

La ambición de Perú, desde la guerra del Pacífico, ha sido recuperar los territorios entonces perdidos, y los mares asociados. De hecho, nunca ha renunciado a ellos, y la prueba más clara fue su oposición al canje territorial propuesto por nuestro país, en tiempos del innombrable, a Bolivia, entonces gobernado por el General Banzer.

En el año 2008 los peruanos presentaron una demanda por los límites marinos con Chile ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya debido a un viejo reclamo relativo a las aguas territoriales. Con esta demanda, se inicia un proceso que se asume finalizará en el primer semestre del 2013, cuando se conozca el fallo que se emita, y que tiene el carácter de inapelable. Esta semana tuvimos ocasión de observar el término de la exposición de los alegatos orales que han tenido lugar en el juicio que se desarrolla en La Haya.

Lo rescatable del proceso que se está llevando a cabo, una de cuyas fases finalizó esta semana, la de los alegatos, es que en esta oportunidad, ambos países resolvieron dirimir sus diferencias judicialmente, no militarmente. Tal como entre las personas, para resolver sus diferencias, se tiene la opción de recurrir a la pelea judicial por la vía de los tribunales, o de ir a la pelea militar por la vía de las respectivas FFAA. Entre países civilizados, se opta por la vía judicial. El propio ministro de defensa del Perú, Pedro Catenario, ha afirmado que se está enviando un poderoso mensaje político a la región destacando la manera civilizada y jurídica con que se aspira resolver la controversia, esperando que emitido el fallo, cualquiera que este sea, se de vuelta la página para centrarse en el progreso y desarrollo futuro de ambas naciones.

Afortunadamente, al menos hasta la fecha, ha primado la cordura por parte de quienes tienen las más altas responsabilidades en cada país. De hecho, quien fuera nuestro ministro de defensa, hoy precandidato presidencial de la derecha, sostuvo en su momento que Chile y Perú han acordado respetar cabalmente lo que resuelva el tribunal de La Haya, en la convicción que el desarrollo y el progreso es una tarea conjunta.

La clave está en mantener el actual clima una vez emitido el fallo, puesto que lo más probable es que uno de los dos países se sienta perjudicado. El desafío no es menor, por cuanto a ambos lados de la frontera no faltan las cabezas calientes, pseudonacionalistas, interesadas en desconocer el fallo que emerja del actual proceso. Ese será, lo que algunos denominan, un momento de verdad.

Lo que hemos observado a lo largo de estas semanas, son escaramuzas destinadas a influir en el proceso, ya sea de parte de actores políticos, como de analistas, quienes espoleados por los medios de comunicación van creando un clima que, quiérase o no, sea más o menos propenso a la aceptación o rechazo de un eventual fallo negativo para los respectivos intereses nacionales.

De momento, cabe valorar la postura de ambos países, tanto de sus respectivos pueblos y autoridades, que al menos hasta este minuto, han dado una demostración de madurez que los dignifica.

diciembre 08, 2012

La nueva ley de pesca en Chile

La ley que se ha estado abordando en el Congreso está destinada a ordenar, establecer las reglas de juego del sector pesquero. Por tanto, se supone que apunta a salvaguardar la sustentabilidad de los recursos marinos, mediante un apropiado manejo de su explotación en beneficio del país delimitando áreas y cuotas de pesca para los distintos sectores participantes, boteros, pescadores artesanales e industriales. Su importancia radica en las nefastas consecuencias que pueda tener una mala ley, así como los beneficios que generaría una buena ley.

Una buena ley sería aquella que conserva la biodiversidad marina, posibilita una explotación de los recursos de forma tal que las futuras generaciones puedan seguir contando con los recursos marinos que hoy degustamos. Una buena ley es aquella que preserva y desarrolla fuentes de trabajo del sector, que son parte de la tradición e identidad nacional. Una buena ley es aquella que apoya a los pescadores artesanales, que reconozca su aporte, no solo en el ámbito pesquero, sino que en términos turísticos.

Una mala ley sería aquella que conduce a la sobreexplotación, produciendo los efectos contrarios a los postulados, esto es, disminución de la biodiversidad, en la magnitud de los recursos marinos, llegando a la desaparición de algunas especies y de la pesca artesanal.

Es lo que temen, no sin razón, los pescadores artesanales. En un país donde, en los más diversos sectores, los grandes se comen a los chicos, la sensación de vulnerabilidad de estos últimos es brutal. Los temores no son infundados. Aseguran que los industriales, bajo esta nueva ley, tendrán 20 años de chipe libre para extracciones sin límites en grandes extensiones de mar concesionadas.

Lamentablemente se está legislando apurado porque la ley actual vence ahora, a fin de este año. Para un país como el nuestro, con la privilegiada costa que tenemos, la ley en debate no es un tema menor. Nos debe importar, y mucho, incluso debiera importarnos tanto o más que el fallo de La Haya, tema del cual espero conversar en otra oportunidad.

Los involucrados somos todos. No solo los boteros, los pescadores artesanales y las industrias pesqueras. También nosotros, los consumidores, y las futuras generaciones.

A la nueva ley se le reprocha que busque favorecer a la industria pesquera, no abordando el tema de la pesca de arrastre, que mata la biodiversidad de los fondos marinos. Bajo la nueva ley, tal como está, se acepta que tan solo 7 poderosas familias puedan seguir haciendo de las suyas en nuestros mares por 20 años más. Poderosas familias que no pagan impuestos específicos por la extracción de los recursos marinos que nos pertenecen a todos.

El gobierno, tal como en educación no quiere regular el lucro, en este caso, no quiere regular la pesca de arrastre que utilizan los pesqueros industriales, modalidad responsable de la pérdida de biomasa en nuestros mares sobreexplotados por ellos. La responsabilidad de este gobierno, y de todo gobierno, cualquiera sea su signo, es gobernar para las mayorías, no para minorías, y menos, para tan solo 7 familias, por mas empingorrotadas que sean.