agosto 29, 2012

Jurel tipo salmón

El Ministro de Educación, Harald Beyer, ha cometido al menos un par de deslices poco éticos. Uno de ellos tiene que ver con el ranking de gastos por alumno en las universidades, y el otro con el ranking de empresas relacionadas con las universidades.

Bajo la realidad universitaria chilena actual, no se puede hablar de un sistema universitario propiamente tal, a lo más de un conjunto de instituciones que se denominan universidades, pero tan distintas que se hace imposible homologarlas.

En efecto, hay universidades que no realizan investigación alguna, que no publican, que no generan bienes públicos, que son eminentemente docentes y que por tanto, el total de sus ingresos lo destinan a la docencia, en tanto que otras investigan y publican los resultados de sus trabajos investigativos, que destinan parte importante de sus ingresos a este ámbito de su actuación. Por tanto, si una universidad aparece con un gasto mensual por alumno de $ 10,000 y otra con un gasto de $ 100,000 no se puede inferir que la primera es más eficiente que la segunda, ni que necesariamente sea de menor costo como se quiere dar a entender implícitamente. Tampoco nos dice algo respecto de la calidad del profesional que está egresando de la primera, ni del nivel de vulnerabilidad del alumno que ingresa.

En relación al ranking de la cantidad de empresas con las que se relacionan las universidades, Beyer vuelve a mezclar peras con manzanas. Encabeza el ranking la Universidad de Concepción con más de 50 empresas, en circunstancias que se sabe que el grueso de las relaciones que establece con ellas es con propósitos de desarrollo regional, al igual que las que establecen otras universidades tradicionales y estatales. Estas relaciones con empresas no tienen nada que ver con las que establecen muchas de las universidades privadas y que no tienen otro propósito que servir de “salida” al lucro que en el ámbito de la educación superior está expresamente prohibido por ley. Adicionalmente, el Ministro Beyer tampoco se refiere al lado más opaco de la relación universidad-empresa, que son las donaciones que reciben algunas universidades -esencialmente las privadas localizadas en la Región Metropolitana- y que les permite deducir de sus impuestos el monto de la donación. En definitiva, son recursos públicos cuya asignación la deciden los propios contribuyentes privilegiando aquellas instituciones con las cuales tienen una mayor afinidad ideológica.

Él sabe más que nadie todo esto, por tanto, lo que está haciendo el Ministro Beyer es emborracharnos la perdiz. Busca meter en un mismo saco a universidades que son tales, en el auténtico sentido de su significado, con universidades que no lo son, que solo tienen el nombre de tales, cuyo objetivo más que generar, transmitir, difundir conocimientos, es lucrar. Busca “empatar”, “igualar” universidades que lucran con las que no lucran; busca confundir universidades privadas con universidades públicas. Por ley, y por ética, ninguna universidad debe lucrar, ni pública ni privada. Ojalá lo entienda el Sr. Ministro si lo que realmente desea abordar en serio la crisis del modelo de educación imperante.

agosto 24, 2012

Gobierno mal parado

La encuesta del Centro de Estudios Píblicos se ha posicionado como la madre de todas las encuestas, razón por la cual sus resultados son esperados con ansias por unos y otros. Los comportamientos de muchos actores durante el período inmediatamente anterior a la toma de la muestra, se orienta a salir bien posicionado en dicha encuesta. Es conocido el esfuerzo comunicacional desplegado por el gobierno, especialmente en estos últimos meses, para revertir la desmedrada situación en que se encuentra ante la ciudadanía.

No obstante este esfuerzo, los resultados no pudieron ser más negativos, razón por la cual en palacio, como se suele llamar a la casa de gobierno, se ha instalado el nerviosismo y la preocupación.

Que las principales preocupaciones de la ciudadanía sean la delincuencia y la educación constituye una derrota gubernamental de proporciones. No hay que olvidar que una de las ideas fuerzas que impulsó a los partidos que sustentan al gobierno, UDI y RN, fue la del combate a la delincuencia, graficada en el slogan “se les acabó la fiesta a los delincuentes”; al parecer la fiesta continúa, y con creces. En relación a la educación, se visualiza una consistente y persistente disconformidad con su tratamiento por parte del gobierno.

A pesar de los triunfalistas mensajes gubernamentales en materias económicas y de empleo, los resultados de la encuesta parecen decir otra cosa, puesto que son más quienes la consideran mala o muy mala que aquellos que la califican como buena o muy buena, y la mayoría cree que no cambiará. De hecho, más del 50% de las personas desaprueba la forma como el gobierno está manejando la economía y una proporción mayor al 60% considera que frente a las distintas instituciones, grupos y/o personas, ha actuado con debilidad, sin destreza ni habilidad. En relación al presidente Piñera, a más del 60% no le da confianza y lo siente lejano. Difícilmente podrá encontrarse un juicio más lapidario respecto de lo que ha sido este gobierno y su presidente.

Para sintetizar lo expuesto, los ámbitos en los que el gobierno sale peor evaluado se centran en el manejo de los conflictos sociales, de la pobreza, de la delincuencia y de la educación. Los conflictos le estallan en la cara sin capacidad de prevención alguna; la pobreza es abordada bajo un prisma asistencialista no sustentable en el tiempo a pesar de los artilugios comunicacionales; la delincuencia no se bate en retirada, sino que por el contrario, parece sentirse alentada con una política que solo atina al endurecimiento de medidas represivas con resultados negativos; y en materia educacional, su persistencia como problema no resuelto constituye otro de los temas que más preocupan a la ciudadanía y que no visualiza que este gobierno esté abordando y resolviendo adecuadamente.

Resumiendo, los resultados de la encuesta, transcurrida ya más de la mitad del período presidencial, revelan en lo esencial, que las expectativas generadas por el propio gobierno al momento de asumir, en sus primeros meses de andadura, y desde antes, durante la campaña, están siendo defraudadas. Otra cosa es con guitarra.

agosto 16, 2012

Cayó el telón de las olimpíadas

Mientras en Chile nos debatimos en medio de tomas de establecimientos educacionales en respuesta a lo que los estudiantes denominan la inacción del gobierno, y de una reforma tributaria que para el gobierno constituye la piedra angular para la reforma educacional que requiere el país, en Londres tuvieron lugar los juegos olímpicos. Su desarrollo solo puede causar asombro y admiración tanto por su preparación, infraestructura, resultados deportivos e identidad.

Pareciera que cada juego olímpico buscara superar al inmediatamente anterior. En este caso, al deslumbrante evento que tuvo lugar cuatro años atrás en Beijing, la capital de China. Lo concreto es que cada juego es un medio que los países están aprovechando para mostrarse ante el mundo, dotarse de infraestructura de primer nivel, y demostrar o desarrollar capacidad organizativa.

El nivel que han alcanzado los juegos olímpicos en todos los ámbitos se ha tornado inalcanzable para muchos países, tanto para ganar medallas en lo deportivo propiamente tal, como para organizarlos. Hay países que aceptan el desafío de postularse como vía para el logro de los estándares exigidos. Notorio fue el caso de China que aprovechó la oportunidad para constituir su infraestructura deportiva, desplegar su identidad y obtener triunfos deportivos que la catapultaron deportivamente al primer lugar medallero, destronando a la potencia mundial deportiva, EEUU.

En estos juegos, EEUU recupera su sitial, ocupando China un destacado segundo lugar. Ningún país latinoamericano aparece dentro de las primeras quince posiciones. Cuba es el primer país latinoamericano en la posición 16, seguido por Jamaica en la posición 18, y recién en la posición 22 aparece el primer país sudamericano, Brasil con un total de 17 medallas, 3 de oro, 5 de plata y 9 de bronce. Entre los países que no obtuvieron medallas, se encuentra nuestro país.

Estos resultados revelan realidades, pero también dejan incógnitas. Entre las primeras destaca la existencia, o no de una arraigada cultura deportiva acompañada de políticas públicas apropiadas; entre las incógnitas se encuentran aquellas vinculadas a los regímenes políticos y económicos imperantes.

Cuesta entender que un país como China, en pocas décadas, se haya incorporado al selecto grupo de potencias deportivas a nivel mundial, luego de ser uno de los países más atrasados del mundo. Y se catapulta mediante un sistema político totalitario, dictatorial, de partido único, que convive con un sistema económico capitalista. En Chile se trata de una realidad imposible de entender para muchos, entre ellos, quien escribe estas líneas. Algunos intentan explicar esta situación en base a las características de los chinos, su disciplina, su capacidad para trabajar como chinos. Sin embargo este argumento no me convence porque los chinos no son así desde hace poco, sino que lo han sido desde siempre, y no obstante ello no eran conocidos por sus éxitos deportivos ni económicos, sino que más bien por su subdesarrollo, su pobreza. Hoy ya son toda una potencia mundial. Ojalá alguien pudiera explicarme esto. Se lo agradecería.

agosto 09, 2012

ENERSIS: de la danza de los cuervos a la de los millones

Si bien todos los días tenemos más de alguna sorpresa, en esta ocasión haremos referencia a una convocatoria de una empresa, Enersis, a una junta extraordinaria de sus accionistas para aprobar un aumento de su capital por 8 mil millones de dólares.

Para situarnos, debemos recordar que Enersis es heredera de la Compañía Chilena Metropolitana de Distribución Eléctrica (Chilectra Metropolitana), creada en 1921 como empresa estatal, la que fue privatizada en los años 80 en tiempos del innombrable. La causa de la conmoción que esta empresa ha producido en el mercado se debe a múltiples factores.

En primer lugar, se trata de un aumento de capital no menor, puesto que representa dos tercios de su valor de mercado actual, del orden de 12 mil millones de dólares. Para hacerse una idea de la magnitud del negocio, el monto involucrado es 8 veces lo que se espera recaudar con la reforma tributaria que se está discutiendo en el Congreso. Esto retrata muy bien lo que está ocurriendo en el país respecto de la brecha entre el mundo público y privado sobre todo cuando se observa la enorme capacidad del segundo para disponer y administrar recursos financieros: mientras que a nivel público nos enfrentamos por cuatro chauchas , a nivel privado l se manejan cifras siderales.

Segundo, entre los propietarios de Enersis se encuentran, entre otros, Endesa y las Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP), ambas con 60% y 13% de las acciones respectivamente. O sea, parte importante de nuestros ahorros previsionales están en Enersis, lo que significa que indirectamente estamos todos implicados.

Tercero, por la cantidad de acciones de Enersis que posee Endesa (60%) ésta pasa a ser la controladora de Enersis, con la consiguiente consecuencia en términos de los directores que la representan en el directorio y de una serie de prerrogativas que no tienen los accionistas minoritarios. Sus directores son peces gordos, entre los que destacan el presidente de la Bolsa de Comercio, un expresidente de la Asociación de Bancos y de la SOFOFA, y el encargado de las Comunicaciones durante el gobierno de Aylwin. Las AFP se encuentran representadas por un director, el único que se opuso a la operación, pensando que había gato encerrado.

Cuarto, el aumento de capital que aporta Endesa no es con plata fresca como podíamos pensar, sino que con activos que la empresa controladora, Endesa, posee en la región, las que un estudio “independiente”, valoró en unos 5 mil millones de dólares. A estas alturas del partido, tenemos todo el derecho a ser suspicaces de todo estudio supuestamente “independiente”. Esto es, no pone un solo peso o dólar, sino que especies (máquinas, terrenos, acciones en empresas cuyo valor bursátil es cercano a cero, etc.) que tiene en el mundo. Por tanto, se sospecha que los activos de Endesa podrían estar “sobrevalorados”.

Quinto, como el aumento de capital que se quiere aprobar es de 8 mil millones de dólares, y para mantener su participación en la propiedad Endesa se pone, mediante especies o activos, por solo 4.800 millones, significa que los otros 3.200 millones los tienen que poner los otros accionistas, entre ellos las AFP, quienes estarían obligados a ponerlos en platita fresca, no con activos ni nada por el estilo. Esto es, Endesa no pone ni un peso, ni un dólar. A las AFP les correspondería ponerse con mil millones de dólares contantes y sonantes, que son equivalentes a unos 500 mil millones de pesos que provienen de nuestras imposiciones.

En síntesis, de la danza de los cuervos hemos pasado a la danza de los millones. Ojalá que las instituciones “funcionen” y que nuestros ahorros acumulados en toda nuestra vida laboral para financiar nuestra jubilación no se hagan humo.

agosto 02, 2012

El futuro político

En el ámbito institucional, los partidos políticos están viviendo uno de sus peores tiempos. Diversas encuestas revelan que se encuentran desprestigiados, y con ellos, los políticos, y la política en general. Esto, a casi 25 años de su máximo esplendor, a fines de la década de los 80, cuando la población fue convocada por un puñado de hombres y mujeres, de partidos políticos, a decir basta, a decir NO mediante su voto, a un régimen que deseaba continuar “su obra”.

Con los resultados del plebiscito del 88, que por estos días es recordado mediante un film titulado “NO, la película”, la política y los políticos fueron reivindicados. Esta reivindicación se produjo luego de más de 15 años en que los partidos y los “señores políticos” fueron proscritos, perseguidos, diezmados. Luego del plebiscito, “resucitaron”. Gracias a la dictadura, la ciudadanía comprendió su razón de ser y les devolvió su confianza.

Hoy, transcurridas ya más de dos décadas, esa confianza se ha ido perdiendo. Hoy, más del 50% de la población no se identifica con ninguno de los partidos ni bloques políticos existentes. La confianza no se ha traspasado a otros sectores, como tiende a ocurrir. De hecho, el desprestigio alcanza a toda la institucionalidad. No hay sector que logre escapar a esta realidad.

Los empresarios, que tuvieron su tiempo de gloria, también se encuentran severamente cuestionados como responsables de la cadena de abusos financieros que la ciudadanía percibe a diario; a los miembros de las FFAA se les reprochan los atropellos a los derechos humanos luego de su paso por el poder político, además de los privilegios con que cuentan en relación a la población civil. Y para qué hablar del sector eclesiástico, cuyo prestigio anda por los suelos.

La confianza es tan fácil perderla, y tan difícil, ganarla. Por lo general se pierde cuando ella es defraudada. No volver a defraudar esta confianza es clave, y por tanto, hay que asumir errores y contextualizar las actuaciones que dificultaron el cumplimiento de las expectativas generadas con el término de la dictadura. Errores asociados a la extrema prudencia y el peso de la responsabilidad con que los partidos políticos asumieron sus tareas de gobierno, subsumidos en una política de acuerdos que terminaron por desnaturalizar su espíritu originario. Todo ello en un contexto determinado por el peso del poder militar en los primeros años de la transición, y posteriormente reforzado por la sobrerepresentación de la derecha en el congreso, gracias a un sistema electoral binominal que aún nos pena.

La recuperación de la confianza pasa necesariamente por recuperar el espíritu bajo el cual se ganó el plebiscito. Así como ayer el norte estaba centrado en vencer a una dictadura para recuperar la democracia y las libertades, hoy su norte pasa necesariamente por construir una sociedad menos desigual, con mayor equilibrio entre el factor trabajo y el capital, que ponga freno a los abusos mercantiles y la precariedad laboral. Y lo más importante, por ser consecuentes con nuestras propias ideas, con lo que pensamos.

Ser mayoría nos exige ser más.