abril 26, 2012

La estatización del CAE

No sin sorpresa se recibió el anuncio de la estatización del Crédito con Aval del Estado (CAE) por parte del gobierno. Si bien falta conocer su letra chica y el proyecto propiamente tal, porque al momento de escribir estas líneas, no es sino un anuncio más.

La sorpresa surge porque se trata de un esquema de financiamiento basado en la banca privada creado bajo un gobierno de la Concertación, cuando era liderado por un socialista, el presidente Lagos, para extender el acceso al crédito a quienes ingresan a universidades privadas. En esos tiempos la creación de una agencia estatal para estos efectos, era rechazado ipso facto por la derecha opositora. Dado el alto riesgo que este crédito encierra –por la alta incertidumbre de su devolución dada la alta deserción existente-, necesariamente el Estado tendría que avalar los créditos concedidos por la banca privada, puesto que de otro modo no se habría involucrado.

Hoy, luego de un año 2011 plagado de movilizaciones estudiantiles, con un gobierno de derecha encabezado por Piñera, para sortear las crecientes dificultades que encuentra a su paso, adopta decisiones que van a contrapelo de lo que su propia doctrina le ordena. No deja de ser una contradicción que esté estatizando un crédito para financiar un bien de consumo, como el propio Piñera definió a la educación. Por eso hay una derecha que está incómoda, molesta, la derecha doctrinaria.

Si bien el objetivo explícito del anuncio es el de rebajar el costo del crédito que reciben los estudiantes de la educación superior, el objetivo implícito es posicionar mejor al gobierno de cara a las elecciones municipales y debilitar las demandas estudiantiles. El éxito de la convocatoria a movilizarse de la CONFECH en la semana, la que superó toda expectativa, reveló que las demandas estudiantiles siguen gozando de buena salud.

Esto ocurre en un paisito llamado Chile, con el más alto nivel de privatización que se conoce en toda su historia independiente, en todos los sectores, y particularmente en el de la educación superior, concebido, al igual que en todo el sector educacional como un sabroso negocio, a punto tal que ha atraído la atención de consorcios internacionales y abierto el apetito de la banca.

Este anuncio de estatización del crédito se produce en un momento muy significativo caracterizado por un presidente y su gobierno que ya está sufriendo el síndrome del pato cojo, con tres precandidatos presidenciales en su gabinete lanzados a todo galope, y que necesita mostrar algún caramelo a los estudiantes antes que agarren vuelo.

Si bien las movilizaciones del año pasado no parecían mostrar resultados, salvo la impericia gubernativa y la rotación ministerial, por estos días se observan los primeros indicios de que no fueron en vano. Como dijera el actual presidente de la FECH, Gabriel Boric, haber sacado a la banca del mercado de la educación es un éxito. Sin embargo, el mismo Boric señala con claridad que lo que los estudiantes quieren no es cambiar deuda privada por deuda estatal, sino que eliminar la deuda. Para allá apuntan los dardos y difícilmente descansarán hasta no alcanzar el objetivo que se trazaron desde el primer minuto: tener una educación pública, gratuita y de calidad.

La rebelión de las masas parece ser más efectiva y eficiente que de lo que se creía. Así lo revela la multiplicación de focos de protesta que diariamente asoman desde los más diversos sectores que ponen en jaque un estado de derecho bajo la responsabilidad de un gobierno de derecha.

2 comentarios:

  1. Me decidí a publicar sobre el tema, desde otra óptica.Saludos.

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  2. Francisca Isabel6:51 p.m.

    admiro su capacidad para escribir y apoyar a los estudiantes en esta gran batalla, ojalá el resto tuviera mas conciencia. Saludos profe

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