marzo 03, 2011

Desde Postdam

Poco antes de regresar a Chile tuve ocasion de visitar Postdam, situado en las cercanías de Berlin, a orillas del río Havel, con un compañero de colegio y amigo de mi infancia a quien no veía hace ya 50 años. Llegamos mediante una combinación de tren y bus con un ticket válido por el día. La lógica del sistema de transporte alemán es muy interesante por varios factores. Uno, porque tienes la opción de comprar un ticket, entre otros, para un viaje, para el día, para el mes; dos, funciona, lo que para un chileno no deja de ser un factor llamativo; tres, no existen torniquetes y se asume que estás viajando con un ticket válido en base a la confianza; tres, el control es tan solo ocasional ejercido por jóvenes que se encuentran cobrando el seguro de desempleo, quienes verifican si estás en posesión de un ticket válido; y por ultimo, la tarifa es alta, más de tres veces el valor del sistema de transporte público chileno. Si viajas sin ticket válido para el viaje que estás efectuando, la multa a pagar te hace ver estrellas, razón por la cual la gente tiende a viajar con ticket.

Llegando a Postdam caminamos por un parque bordeando el río Havel, semicongelado por donde no faltaban quienes osaban esquiar. El día asoleado en pleno invierno, con los árboles desnudos, invita a salir e inundar los parques y las cafeterias que extienden sus mesas de cara al sol. Atravesamos el Castillo de Cecilienhof donde tuvo lugar en 1945 la conferencia de Postdam entre los gobernantes de las fuerzas aliadas y donde se acordó la repartición de Alemania y su capital, Berlin. Distribución que alcanzó a durar casi 50 años.

Destacan en Postdam sus aceras y calles adoquinadas, amplias, con construcciones históricas que revelan una fuerte influencia holandesa, construcciones que alcanzaron a salvarse del bombardeo que sufrió de las fuerzas aéreas británicas en las postrimerías de la última guerra mundial.

Acá se percibe el peso de la historia, de las grandezas y miseries del ser humano que desafortunadamente, de tiempo en tiempo, se observan, com mayor o menor fuerza, en uno u otro lugar.

Salí de Chile, iniciando mi periplo por la vieja Europa cuando se iniciaban nuevos tiempos en el norte de Africa con la rebelión tunecina. Alllegar a Berlin ya Mubarak, el faraon egipcio, estaba caido. Regreso a Chile con Libia en ebullición y Kaddafi con sus minutos contados. Los sátrapas están viviendo sus últimos días. Estamos asistiendo a a un movimiento telúrico de proporciones que cambiará el mapa politico del norte de África, del Medio Oriente y del conjunto de países árabes. Los pueblos, más tarde unos, más temprano otros, se cansan de ser traicionados. El caso más patético es el de Kaddafi que ha gobernado Libia por varias décadas, calificado por el mundo occidentalcomo el terrorista número uno a nivel mundial en sus primeros tiempos, y luego, por obra del birbiriloque, como aliado, permitiendo que se enriqueciera sin medida al mismo tiempo que sumergía a su pueblo en la pobreza. Todo sea por el petróleo existente bajo sus suelos y por atajar el fundamentalismo islámico.

Lo que está ocurriendo está marcando el fin de una etapa sin que se esté dibujando con claridad la etapa que viene. La incertidumbre se asemeja a aquella de hace dos décadas atrás, cuando  el muro de Berlin se vino abajo y se desintegró la Unión Soviética.

Regreso a mi querido Chilito, con el privilegio de haberme saltado la farándula del Festival de Viña, donde quizá lo más recatable haya sido el espectacular piscinazo de Andrea Dellacasa, cuyo escultural cuerpo hizo las delicias de muchos.

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1 comentario:

  1. Anónimo4:26 a.m.

    ¡Postdam! De niña soñaba con la ciudad de Sissi. Me alegro que hayas vuelto. Cariños, Andrea

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