febrero 10, 2011

Las lecciones del loco

A una semana de la partida del loco, resuenan los ecos, mientras los dirigentes ven que las conversaciones con los nombres de cierto peso que tenían en carpeta se diluyen.

No cabe duda que todo no fue sino una crónica de una partida anunciada desde la derrota de Harold, cuando sus artífices montaron la candidatura de Segovia, una candidatura tan impresentable que poco costó anular legalmente su triunfo en las urnas. Pero al menos lograron sacarse de encima a Harold. Para la siguiente convocatoria, los dirigentes de los clubes llamados “grandes”, incapaces de dar la cara, levantaron la candidatura de Jadue. Los clubes chicos, muchos incapaces de actuar con autonomía, pauteados por los grandes, consagraron la pírrica victoria de Jadue.

De la boca para afuera, el nuevo presidente de la ANFP pregonaba a los cuatro vientos que deseaba la permanencia del loco, haciéndose eco de la voluntad de la hinchada, del mundo futbolero. Sin embargo, sus palabras sonaban a falsas como lo demostraron los hechos. Como si fuese un patrón de fundo, impuso un ultimátum al loco. Pasado el plazo, dio por sentado lo que todos sabíamos que era falso: la continuidad del loco, forzando a éste a denunciar que a pesar de su interés y ganas de seguir en Chile, de seguir trabajando con la selección, le era imposible hacerlo con esta clase dirigencial.

¿Cuáles son las lecciones que nos deja el caso? Son innumerables, pero solo voy a destacar algunas de ellas. En primer lugar, el loco dejó sentado que la plata no es todo. No faltaron quienes apostaban que no renunciaría para no perder una jugosa indemnización de 12 millones de dólares. Olvidaban que el loco está cortado por otra tijera, muy distinta a la de los comunes mortales. Claro que puede darse el lujo que pocos se podían dar, pero al menos se lo dio, porque la mayoría agacha el moño. Su gran activo no es su cuenta bancaria, sino que el cariño, afecto y admiración que se ganó de parte de los chilenos.

Una segunda lección que nos deja es que el trabajo no tiene porqué estar supeditado al capital, por el contrario, quien pone su trabajo tiene todo el derecho a pararse de igual a igual frente a quien pone su capital. No se dejó trapear por los empresarios dirigentes del fútbol. El loco no fue rastrero como muchos.

Por último, demostró que el trabajo bien hecho, disciplinado, perseverante, sacrificado, honesto, más temprano que tarde, genera beneficios por sobre sus costos. Este trabajo, en pocos años, logró cambiarle el pelo al fútbol nacional.

Ojalá no hayamos matado a la gallina de los huevos de oro.



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