julio 16, 2010

Por amor ... o el embrujo del futbol

La Contraloría General de la República acaba de notificar al actual Subsecretario de Deportes, Gabriel Ruiz-Tagle, ex presidente y actual accionista mayoritario de Colo Colo que debe abstenerse de tomar decisiones vinculadas al fútbol. Dicho sea de paso, Sebastián también conserva acciones de Colo Colo, un modesto paquete accionario del 13% del total. Gabriel ya ha dicho en todos los tonos que mientras la ley no le prohíba vender acciones, no lo hará.

Las razones dadas por ambos empresarios que actualmente cumplen importantes funciones públicas, Sebastián como Presidente de la República, y Gabriel como Subsecretario, para no vender sus acciones, son de alto vuelo: por amor. Tener acciones de Colo Colo no es lo mismo que tener acciones de cualquier otra empresa, porque el fútbol es otra cosa. Algunos afirman que es una pasión. Si de paso es un negocio, enhorabuena, pero que nadie piense que están en eso por plata. Aunque cueste creerlo, es por amor. Gabriel ya le habría dicho a Sebastián cuando lo nominó subsecretario que no tenía problemas en asumir, pero que no le pidiera que vendiera las acciones del Colo Colo, a lo que Sebastián le habría respondido que no se preocupara porque él tampoco iba a vender las suyas.

Paradojalmente ambos eran personajes desconocidos en el mundo del deporte hasta no hace mucho, casualmente hasta que ambos vieron en el fútbol una veta, así como muchos otros, casualmente del mundo de la derecha. Entre los actuales, en la otra vereda, destaca José Yuraszec, en su momento mandamás de la empresa Endesa, y que ahora, entre otras actividades se desempeña como un alto dirigente deportivo de la Universidad de Chile. Por lo demás no es algo enteramente nuevo. Ya en los años 80 este mismo club tenía entre sus más conspicuos directivos a uno de los guardias pretorianos de la dictadura, Ambrosio Rodríguez, quien desde el Ministerio del Interior era el encargado de tapar, desmentir los horrores de esos tiempos, legalizando las arbitrariedades de entonces.

Los conflictos de interés han saltado a la palestra, pero acá como si nada. Incluso en su momento alguien sostuvo que los únicos que no tienen conflictos de interés serían los muertos y los santos. Así que ya sabemos a qué atenernos.

Es el embrujo del fútbol, capaz de cautivar a moros y cristianos, urbi et orbi, como pudimos constatarlo recientemente a propósito del mundial en Sudáfrica cuya final dejó un nuevo campeón: España, título que obtiene por primera vez en su historia.

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