febrero 07, 2010

¿Qué pasó? ¿Qué hacer?

La última elección presidencial, resuelta en segunda vuelta a favor del candidato de la derecha marcó el fin de un ciclo de gobiernos concertacionistas que alcanzó a durar 20 años. Un ciclo nada despreciable que si bien nos falta cierta perspectiva en el tiempo para analizarlo, algunos se adelantan a calificarlo como el más exitoso en la historia política chilena.

Concurren múltiples paradojas que llaman la atención, en especial una de ellas: que la Concertación haya perdido la elección bajo un gobierno que se despide con la más alta popularidad de la que se tiene registro en la vida nacional. Cualquier coalición de gobierno se la quisiera enfrentar una elección cuya presidenta ostenta una popularidad por sobre el 80%, y un gobierno con una por encima del 60%. No obstante ello, perdió.

Múltiples chivos expiatorios y razones se aducen para que ello se diera, entre los primeros, podemos destacar el candidato propiamente tal, los presidentes de los partidos de la Concertación, y de Escalona en particular, la irrupción de Marco; entre los segundos, las desinteligencias a lo largo de la campaña, rematadas con la renuncia de los presidentes del PPD y PRSD, y la no renuncia de los de la DC y el PS de cara a la segunda vuelta, las primarias llevadas a cabo para elegir al candidato, la no disponibilidad de medios de comunicación que le hicieran el peso a los proclives a la derecha comandados por las cadenas de El Mercurio y La Tercera, la estrategia de campaña, la ausencia de renovación de ideas, liderazgos, etc..

Más allá de todas las piruetas que hagamos, creo que todas las razones se concentran en una, la de habernos quedado sin propuesta, sin nada nuevo que ofrecer, la de habernos agotado, lo que se expresa en que el grueso de nuestra artillería estaba condensada en el slogan “No virar derecha”, esto es, nuestra invitación estaba dirigida a no votar por el candidato de la derecha. Creo, sinceramente, que ahí está la madre del cordero. Cuando terminamos votando por nuestro candidato para que no salga el otro, es signo de que algo anda mal. Y eso se reflejó en el resultado definitivo ya no podíamos seguir girando a cuenta de no volver a tener un gobierno de derechas. La ciudadanía se cansó de esta suerte de chantaje, conciente o inconciente, y la ruta de la muerte que definió este resultado estuvo dada por quienes habitualmente votaban Concertación, en esta oportunidad optaron por Marco en primera vuelta, y para sorpresa de muchos, posteriormente, para la segunda vuelta, no tuvieron empacho en cruzar la calle para votar por la derecha, pateando el tablero convencional.

En concreto, se perdió claramente. La Concertación habituada a ganar, perdió y deberá asumir la derrota, como ya lo está haciendo. La ciudadanía ha querido darnos un respiro de al menos 4 años, alejándonos de las tareas de gobierno, para asumir un rol opositor. Que este rol sea por 4 años o más dependerá tanto de cómo haga su tarea el nuevo gobierno, y cómo desarrollo su rol opositor la Concertación.

Personalmente lo veo como un respiro para volver por nuestros fueros, para sacarnos de tareas ejecutivas y volver a nacer, volver a soñar, a pensar, a reflexionar con miras a la emergencia de un nuevo amanecer, con nuevas propuestas, nuevos sueños a partir de una realidad que es muy distinta a la de 20 años atrás. Realidad que nosotros mismos contribuimos a generar, tanto para bien, como para mal. Con FFAA replegadas, no tanto como quisiéramos, pero replegadas en relación al peso y rol político que jugaban décadas atrás; con mayor conciencia en torno a los DDHH, aunque no tanto ni tan extendido como quisiéramos; con mayor cobertura educacional, sobre todo en los niveles de educación media y superior, aunque con persistentes insuficiencias en términos de calidad y de financiamiento público, al igual que en materias de salud y provisionales; con avances en materia de derechos laborales, pero donde la relación entre el factor capital y el factor trabajo sigue siendo en detrimento del segundo; sin senadores designados ni vitalicios, pero con un sistema binominal que encorseta y distorsiona el comportamiento de los partidos políticos a punto tal de desprestigiarlos ante la ciudadanía; antes las leyes se daban entre 4 paredes, pero aún falta mucho que transparentar. Para unos se ha corrido mucho, para otros, muy poco.

Piñera, en sus primeras declaraciones como condición de presidente electo, no se sabe si como frases de buena crianza, salidas del alma, o con propósitos destinados a facturar a la Concertación, ha propuesto un gobierno de unidad nacional y retomar la política de los acuerdos. Esta invitación constituye un primer desafío, de los muchos que tendrá en los próximos años la Concertación.

A la derecha le encanta hablar de unidad nacional, al igual como lo hiciera Pinochet, aún cuando para ello éste abrazara la causa de la seguridad nacional y bajo su amparo violara los DDHH de miles de ciudadanos. Dejemos de hablar de unidad nacional en abstracto. El concepto de unidad nacional debe estar dotado de contenido: ¿es posible hablar de unidad nacional con los niveles de desigualdad de ingresos existente? El mercado actual, a la libre, es el que nos caracteriza como uno de los países con mayor desigualdad de ingreso (índice de Gini), a pesar que por ley existe un salario mínimo.

La unidad nacional no pasa por omitir las diferencias, sino que por el contrario, ponerlas sobre la mesa, analizar sus causas y proceder en consecuencia para disminuirlas, sino erradicarlas. En democracia, con un país andando, no tiene ningún sentido hablar de un gobierno de unidad nacional. Se habla de una política de acuerdos, pero al mismo tiempo, los adherentes de Piñera, ya se anticipan a enjuiciar a la futura oposición acusándola de antemano de pretender hostigar al gobierno de Piñera. Estas conductas parecieran estar destinadas a “ablandar” a la futura oposición.

Nuestro rol deberá ser de oposición, la que no tiene apellidos, al igual que cuando se habla de democracia. Quienes desde ya pretenden definir la oposición que deberemos ejercer, son los mismos que hablaban de democracia protegida, corporativa, y un largo etcétera. Se es o no se es. Se es demócrata o no se es; se es opositor o no se es. Como opositores nuestra función será fiscalizar la actuación del gobierno, respaldando lo que ella, no el gobierno, estime como bueno, y rechazando, denunciando lo que la oposiciòn califique como malo. No nos negaremos a acuerdos que concuerden con nuestros principios, y rechazaremos aquellos que van contra lo que creemos. Así de simple.

En estos años, el gobierno se verá tentado por dividir a la Concertación, por lo que ésta deberá ser capaz de enfrentar los cantos de sirena si quiere tener alguna posibilidad de éxito en un futuro próximo. La ciudadanía juzgará al gobierno por su actuación, así como a la oposición. Es en función de estas actuaciones y de los proyectos que presenten al país en 4 años más como se decidirá la ciudadanía.

6 comentarios:

  1. Esto de veranear en la zona mientras Pinera arma su cuento me gusto.
    "Se es o no se es de oposicion" me hizo reir.

    Luca

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  2. Don Rodolfo,


    La derecha quiere menos democracia, nunca más democracia. Espero que los chilenos algun día se den cuenta que la gran mayoría de ellos salieron perdiendo con Piñera. Bolitas de dulce será lo más que pueden esperar. Y con suerte.

    jota eme

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  3. Anónimo11:49 a.m.

    Concuerdo con que "Bolitas de dulce será lo más que pueden esperar". Porque Piñera en su campaña nunca dijo que viviríamos en el mismo departamento. Piñera nunca dijo que nos vestiríamos todos con la misma ropa. Piñera nunca dijo que todos tendríamos el mismo sueldo sin importar las responsabilidades de cada cargo.

    Piñera lo que quiere es no hacer de Chile una Unión Soviética.

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  4. Estimado Rodolfo, buen artículo. Tengo la duda de sí nos quedamos o no sin iniciativa, sin ideas nuevas, etc. más bien creo que nos quedamos sin partidos y políticos que fueran los que escucharán a la gente, interpretarán sus necesidades, generarán un proyecto país para los próximos 20 años, que asumieran los cambios y transformaciones que el país ha experimentado bajo los gobiernos de la concertación, que ha llevado a que los habitantes de éste país hoy tengan nuevas demandas, educación y salud de calidad, transparencia, inclusión, etc,etc. Que tenemos con los partidos, dirigentes que se repiten por decadas, dejan a los jovenes fuera (¿qué ocurre con las juventudes políticas del PPD, PS, DC, PR?), dónde están sus bases, (poblaciones, sindicatos, federaciones de estudiantes, etc), vimos diputados y senadores de la concertación que fueron a la reelección y en su publicidad no apareció el candidato Frei por ninguna parte; cuando la Presidenta enfrentó el tema del Transantiago y otros problemas en los primeros dos años de gobierno, criticaron y se pusieron en la vereda del frente (fueron más oposición que la misma derecha.CONCLUSIÖN: La derecha no ganó la elección nosotros la hicimos ganar.
    Antes de ser oposición se necesita que la concertación, los partidos que la integran hagan un acabado proceso de autocrítica, primero dentro de cada partido y luego como concertación, recuperemos los principios y valores que nos diferencian de la derecha y luego definamos el proyecto país, en función de ello seremos oposición, unidos por un nuevo objetivo común.
    Debemos definir las estrategias para controlar si las promesas de la derecha se cumplen; diseñar los canales de comunicación y de información, ellos tendrán en la práctica todos los medios y poderes en sus manos, por lo tanto debemos tener la forma de informar a la gente del rol de oposición que se estará cumpliendo.
    Estamos frente a un gran desafío, recuperar la confianza de la gente en la Concertación y con ello la mayoría para que en cuatro años más recuperemos el gobierno.

    Alvaro

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  5. Rodolfo: A los hechos de la historia humana siempre se le pueden dar varias lecturas.
    La mía: la Concertación cumplió su rol histórico e hizo buenos gobiernos.Pero se agotó y le faltó ofrecer una visión de futuro atractiva. Sumemos que, como todo gobierno, tuvo sus metidas de patas y en algunos casos (los menos) de manos. Ya lo había dicho: para broche de oro, Frei estusismaba muy poco.
    Y en este tiempo, la oposición actuó como ahora tu postulas debe hacedrlo la nueva oposición: apoyando y construyendo acuerdos en lo que estimaron conveniente, y oponiémdose a lo que les parecía mal.Y cumpliendo su rol de fiscalizador.
    En la última elección muchos deben haber dicho: no lo han hecho mal, pero la alternativa (Piñera) parece que puede hacerlo mejor para los tiempos actuales.
    Yo no le quito mérito a la Alianza al haber ganado la elección.Se decía que era capaz de sacar altas votaciones pero no de ganar elecciones. Pues ahora lo hizo.
    Para terminar:creo es sano para una democracia que los grupos que gobiernan un país se vayan alternando. Que las fuerzas mayoritarias tengan siempre opciones de tomar las riendas del país.La eternización en el poder es siempre una fuente de malos manejos y pèrdida de mística.
    Ojala que lo ocurrido sea positivo para Chile.

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  6. Estoy de acuerdo con Don Victor en que la permanencia en el poder es mala cosa, y por esta razón me puedo tragar cuatro años de gobierno de derecha. Pero que me sabe mal, me sabe mal. Creo que todavía estábamos lejos de merecernos la patada en el traste. Por otro lado, no comparto la lectura magnánima de una derecha bien comportada en su rol de oposición. Un tema fundamental, que no se ha podido tocar en veinte años, es el tema del sistema binominal, que no tiene nada de democrático. Si le tratáramos de explicar tal sistema a un marciano, él concluiría que el chileno carece de lógica. Y si nos miráramos así, de afuera y sin dogmas políticos, tendríamos que concluir el tablero en que jugamos no es coherente. Otra manera de decirlo es que un lado no juega limpio.

    jota eme

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