marzo 21, 2008

De regreso en casa

Del suave invierno europeo –con síntomas de sequía por falta de lluvias-, aterricé a un caluroso verano que se prolonga sin misericordia. El cambio climático está afectando a todo el planeta, a unos más que a otros. A pesar de los intentos por revertir el proceso de deterioro ambiental, la falta de consenso ha impedido, al menos hasta ahora, la adopción de decisiones drásticas. Ellas no se toman por sus costos de corto plazo, obviando los costos de largo plazo que genera su postergación.

Al arribar a Chile vía el aeropuerto de la capital pude constatar mi retorno a una realidad que si bien no olvidaba, había relegado a un segundo plano a pesar que una amiga me había prevenido de ello. Desde el bus que me llevó del aeropuerto al terminal de buses, el camino destacaba por su aridez y la basura acumulada. En torno a ella, los perros callejeros deambulaban famélicos en busca de alimento. Alzando la vista, los cables telefónicos y eléctricos concentraban mi atención. Intenté ver en ellos, sin mayor éxito, una suerte de arte callejero. Por otra parte, de tiempo en tiempo, el trayecto del bus dejaba constancia de los populares hoyos, o “eventos”, al parecer inextinguibles.

Al leer los titulares de la prensa del día, me sentí transportado a un país donde la corrupción parecía estar a la orden del día. Ya no era EFE, ni Chiledeportes lo que estaba en el ojo del huracán, sino los subvenciones del Ministerio de Educación y las denuncias de corruptelas en municipios, entre las que destacan las encabezadas por ediles de la UDI, pinochetistas, y paladines de la lucha contra la corrupción. La última parece afectar al servicio de registro civil que para la renovación de su plataforma tecnológica habría incurrido en actitudes non sanctas al adjudicar una licitación a una empresa en particular. Todo ello como parte de una historia interminable que da cuenta de la complejidad, por no decir perversidad, que ha adquirido la relación público-privada en nuestro país en el que la función privada ha sido endiosada y la pública denostada.

Como guinda de la torta, me encuentro con que en la testera del senado se logró ubicar Adolfo. Con el apoyo de la derecha logró lo que ni en sus mejores tiempos como presidente de la DC habría soñado: la testera como senador “independiente”. Solo falta que el día de mañana la derecha lo proclame como su candidato presidencial.

La realidad política nacional que emerge del verano que se va parece estar llena de sorpresas, al punto que se puede decir que ya nadie sabe para quien trabaja. Ojalá que la reflexión a la que nos invita la semana santa nos conduzca a mirarnos con mayor optimismo.

2 comentarios:

  1. Anónimo5:36 a.m.

    Lo sé, lo sé, rodolfo... jaja...no me río de tí, sino es una risa nerviosa que viene de la extrema sensación de empatía que me embarga.

    Jo, sobrevivirás...mientras más café nos tomemos juntos, será más rápido.

    Un abrazo,

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  2. Anónimo12:15 p.m.

    Hola Rodolfo:

    Muy interesante tu artículo. Se me olvidó contarte una pequeña anecdota. Hace unos cuantos meses me dicen en el Hotel que había un cliente bastante pesado y que no dejaba de pedir cosas. Fue pura casualidad, cuando me presento en recepción y me encuentro con con el susodicho. Le pregunto que problema tenía y que si le podía ayudar en algo. Me cuenta una historia de un negocio de importación de no se que producto chileno y fue ahí cuando le dije que su cara era familiar. Que seguro habíamos coincidido en alguna parte. Cuando pregunto por su apellido, me contesta, MONARDES. Resulta que es el hermano mayor. Que pequeño es este mundo. Saludos,

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