enero 25, 2008

Envenenado

Al cumplirse un año más de la muerte de Eduardo Frei Montalva, la sociedad chilena continúa sin conocer con certidumbre respecto de los motivos de su fallecimiento. Los tribunales de justicia, a más de 25 años, no han sido capaces de esclarecerlo. Sin embargo, por el contexto de su muerte, existe la convicción de que se está ante un caso de envenenamiento encubierto por un pacto de silencio mafioso.

Contexto determinado porque en esos años la dictadura no tenía frenos, la prensa estaba amordazada, los partidos políticos se encontraban prohibidos. Frei ingresó a la clínica para someterse a una operación que no revestía mayor complejidad y salió cadáver. Los esbirros del régimen le hicieron la cruz a raíz de su franca oposición a la constitución del 80 que se estaba plebiscitando sin registros electorales ni discusión pública. Su histórico y valiente discurso en el teatro Caupolicán, fue su sentencia de muerte.

Frei debía ser eliminado porque su figura y su palabra tenían el respeto dentro y fuera de nuestras fronteras; Frei debía ser borrado del mapa porque era un obstáculo para los designios de Pinochet y sus adherentes. En realidad, todos los que nos oponíamos a la dictadura debíamos desaparecer. De hecho, si de algo están arrepentidos quienes añoran aquellos tiempos, es de no haber matado a todos los opositores. Pero en la práctica ello no era posible, de allí que se debía ser selectivo. La elección fue con pinzas y sin pinzas. Con pinzas cayeron el Frei Montalva, el general Prats y el exembajador en USA, Letelier, Tucapel Jiménez y muchos otros por su ascendiente sobre terceros; sin pinzas, mataron, torturaron y desaparecieron a los demás que se cruzaron en el camino. Los demás no somos sino sobrevivientes. Con pinzas el racional está dado por “matando la perra se acaba la leva” que Pinochet explicitó el mismo 11 de septiembre para referirse a la necesidad de deshacerse de Allende.

No solo se envenenó a un hombre, a un expresidente de la república, sino que se envenenó a una sociedad entera, envenenamiento que desgraciadamente subsiste hasta nuestros días y que se expresa de las más diversas formas porque el paraguas bajo el cual rige nuestra convivencia es una constitución que con todos sus parches continúa posibilitando la subsistencia del miedo, la arbitrariedad y discrecionalidad del más fuerte sobre el más débil.

Son innumerables los casos de quienes han sido despedidos de sus empresas al amparo de la legislación vigente, sin derecho a defensa ni el debido proceso. Entablar un juicio es ir a pérdida porque quien adoptó la decisión lo hizo dentro de sus facultades legales. Ese es el veneno que sigue destruyéndonos; veneno que no nos permite mirarnos a los ojos, decir lo que pensamos sin sufrir las consecuencias.

Es cierto, ya no estamos tan intoxicados como en los 90, pero el proceso de desintoxicación es tan lento que la posibilidad de recaída es fuerte. Este es el fundamento de la necesidad de profundizar el proceso de desintoxicación si queremos vivir en una sociedad más sana.

enero 18, 2008

La demanda marítima peruana

Finalmente el gobierno de Perú presentó ante la Corte Internacional de La Haya una demanda sobre espacios que en la actualidad se encuentran bajo soberanía y jurisdicción chilena. Esta demanda está referida al límite marítimo que para Chile está fijado en el paralelo 18º 21`03” en tanto que Perú reclama que este límite debe fijarse en la bisectriz. La pretensión peruana afecta a más de 60,000 km2 del mar chileno. Importa destacar que Perú está haciendo uso de un derecho que le asiste para resolver lo que considera una controversia –que para Chile no lo es-, así como Chile podrá hacer valer los derechos que le asisten de acuerdo al derecho internacional.

Tanto Chile como Perú ya han nominado sus equipos jurídicos para enfrentar esta demanda ante la Corte. Lo que viene entonces es una convocatoria de la presidenta de la Corte a los agentes de cada país para definir un calendario y fijar fecha para la entrega de los antecedentes del caso. Luego la Corte define si el caso es de su competencia. Con toda seguridad la estrategia chilena se centrará en impugnar la competencia del tribunal en virtud de que los límites marítimos ya estarían fijados por tratados vigentes. En caso de aceptarse la demanda peruana, estaríamos ante un juicio que se puede prolongar por más de 5 años.

Ambos países están moviendo sus respectivas piezas, entre las que destacan los respaldos políticos para obtener la unidad de todos los sectores. En consecuencia, se avecinan tiempos en que se apelará a la unidad nacional. A uno u otro lado de la frontera ya se respiran aires nacionalistas que deberán administrarse con mucha responsabilidad. Lo peor que puede pasar es que se abra espacio a sectores ultranacionalistas que hagan perder de vista los costos que encierra el debilitamiento de las relaciones existentes entre ambas naciones. En las últimas décadas estas relaciones se expresan en la magnitud que ha adquirido la inmigración peruana en nuestro país y la inversión chilena en suelo peruano.

Llama la atención la oportunidad en que se presenta la demanda, por cuanto objeta límites marítimos que habrían sido fijados en tratados suscritos en 1952 y 1954 que hoy Perú sostiene que sólo serían acuerdos pesqueros. Lo que cualquier mortal se preguntaría es ¿por qué se objetan tratados que tienen más de 50 años de vigencia? ¿por qué ahora se objeta lo que no se objetó por tanto tiempo bajo gobiernos de todo tipo?

Si bien es un tema relevante para todo el país, lo es especialmente para Arica porque le afecta muy directamente al arrinconarla físicamente, dejándola prácticamente sin costa. Sería el golpe de gracia para una ciudad que ha sido vapuleada sistemáticamente desde hace ya más de 30 años y que solo recientemente ha recibido un cierto respiro con la decisión nacional de otorgarle el estatus de región.

enero 10, 2008

Cambio de Gabinete

Desde hace tiempo se especulaba en torno a un cambio radical que fue cobrando fuerza por diversos motivos, pero que se tuvo que acelerar por la renuncia indeclinable del Ministro del Interior, Belisario Velasco. Esta renuncia generó un clima político que aceleró la necesidad de estructurar un nuevo gabinete para la segunda mitad del gobierno de Michelle. Bajo un régimen presidencialista como el chileno, la tradición señala que los ministros no renuncian, a lo más ponen sus cargos a disposición, y digo a lo más porque de hecho sus cargos están permanentemente a disposición del presidente, en este caso, la presidenta. Por tanto, si un ministro renuncia queda una sensación de falta de respeto a la figura presidencial, y por tanto, de debilitamiento de la presidencia.

En este caso Belisario renunció, aparentemente cansado de las críticas que se le formulaban respecto a que no se le veía asumiendo un liderazgo como jefe de un gabinete que aparecía desordenado y descoordinado; y/o cansado de esperar una audiencia con la presidenta para reclamarle por no ser invitado a participar en las últimas reuniones del comité político del que se asume es parte.

Si bien la renuncia de Belisario fue el detonante del cambio ministerial, las causas son mas profundas. Estando en la mitad del período presidencial, se visualizó la necesidad de -empleando un símil futbolístico- iniciar el segundo tiempo con un nuevo equipo. Finalizado un primer tiempo, el diagnóstico era lapidario: no obstante vivirse un período de bonanza económica con un precio del cobre por las nubes, y de ser el primer gobierno de la Concertación con mayorías en el Congreso (en la Cámara de Diputados y en el Senado) se instaló la idea que el gobierno era incapaz de administrar y conducir un proceso ordenado de desarrollo y superación de las inequidades. Los desastres y corruptelas del Transantiago, de Ferrocarriles y de CHILEDEPORTES, junto con la rebelión pinguina, el paro de los subcontratistas de CODELCO, y el tratamiento a las reivindicaciones mapuches, son problemas que si bien el grueso de ellos fueron heredados, su manejo con tintes tecnocráticos que menoscaban su carácter político –tintes implícitos en la concepción de un gobierno ciudadano que relega a los partidos políticos a un segundo plano- por parte del gobierno de Michelle ha dejado mucho que desear.

Lo que se pretende para este segundo tiempo, es poner en la cancha a jugadores que permitan jugar esta última parte en forma mas ordenada y efectiva, capaz de hacer más goles que el contrincante, capaz de remontar un escenario adverso marcado esencialmente por el impacto del Transantiago.

Porqué ahora? En la segunda mitad de este año tendrán lugar las elecciones municipales, en tanto que el próximo año se llevarán a cabo las elecciones parlamentarias y presidenciales, esto es, se inician tiempos eminentemente políticos, electorales. Y por tanto, es necesario parar en la cancha jugadores duchos, experimentados, con un perfil más político que técnico donde los partidos políticos recuperan su protagonismo. Todo esto bajo la conducción de un Ministro del Interior que busque y tenga la capacidad de alcanzar el máximo de acuerdos que permitan avanzar en materias sociales, particularmente educativas y previsionales.

Lo expuesto se da en un momento político especial. Si bien la Concertación registra una baja en la adhesión ciudadana, esta baja no se expresa en un alza de la oposición tanto de la derecha como de la izquierda extraparlamentaria. Solo aumenta los que no están ni ahí y que electoralmente se expresa en un aumento de los votos en blanco y nulos, así como de la abstención y de la resistencia de los jóvenes a inscribirse en los registros electorales. O sea, los ciudadanos son cada vez menos y más viejos, y por tanto, la clase política es cada vez menos representativa de la población. Se está configurando un escenario que puede dar paso a aventuras de nostálgicos de la dictadura como de personalismos o caudillismos.

Por otra parte, tanto en la oposición como en la Concertación, sobretodo en esta última coalición, se están produciendo escisiones que están alterando el mapa político. En el Senado, Cantero, Zaldívar y Flores junto con Bianchi están conformando la bancada independiente-; en la Cámara de Diputados, lo mismo ocurre con Valenzuela, Isasi, Escobar y los 5 diputados recientemente renunciaron a la DC luego de la expulsión de Zaldívar. Esto implica que la Concertación perdió la mayoría que tenía tanto en la Cámara de Diputados como en el Senado, dificultando más la gestión del gobierno de Michelle. A esto cabe agregar los “díscolos” que permanecen en las respectivas coaliciones cuyos votos en el parlamento no están asegurados puesto que se amparan en la libertad de conciencia y en que se deben a sus electores antes que a los partidos. En esta línea el gobierno se desgasta en permanentes negociaciones en las que los díscolos sacan sus “mascadas” para favorecer a sus electores, sus regiones y/o su visibilidad con miras a futuras elecciones. Esta conducta, que no se daba bajo los anteriores gobiernos de la Concertación -donde el alineamiento era prácticamente total-, está erosionando la eficiencia en la tarea gubernamental.

Como ya se señalara, el perfil de quienes integran el nuevo gabinete es claramente más político y experimentado que el de quienes se fueron. En esta materia, de los 5 cambios realizados, destacan los del Ministerio del Interior y de Obras Públicas.

En el primero, se colocó a Edmundo Perez Yoma, DC alvearista, Ministro de Defensa en tiempos de Frei Ruiz-Tagle, hijo de Edmundo Perez Zujovic, asesinado a fines del gobierno de Frei Montalva, en su calidad de Ministro del Interior. Asume el cargo que en su tiempo ocupó su padre asesinado por un grupo terrorista de ultraizquierda en Puerto Montt, así como podríamos afirmar que el padre de Michelle fue asesinado por un grupo terrorista de ultraderecha encabezado por Pinochet al amparo del aparato estatal del que se apoderó mediante un golpe de Estado. En consecuencia, estamos entonces ante un hecho cargado de simbolismo.

Como Ministro de Obras Públicas, reemplazó a un tecnócrata como era Eduardo Bitrán por un presidente de uno de los partidos políticos (PPD) que sustentan a la Concertación, Sergio Bitar, también con una amplia experiencia ministerial –fue ministro de Minería en tiempos de Allende y ministro de Educación en el gobierno de Lagos-. Ellos tendrán la gran responsabilidad de conducir a buen puerto el término de este gobierno. La evaluación de lo que se haga o no se haga, la hará la ciudadanía en las próximas elecciones, sobretodo, en las municipales.

Se destacaron los cambios más relevantes, pero ellos han sido acompañados de otros que si bien no tienen tanta visibilidad, muestran su profundidad. Ellos fueron precedidos por cambios en varias intendencias y el cambio en la vocería –la secretaría general de la presidencia- que detentaba Ricardo Lagos Weber, y que ahora está en manos de Francisco Vidal, un verdadero guerrero de la política, capaz de poner patas arriba a la oposición por su facilidad de palabra y llamar a las cosas por su nombre. Y próximamente deberán venir cambios en las secretarías regionales ministeriales y direcciones de organizaciones públicas nacionales, los que deben venir en las próximas semanas de modo que a la vuelta de vacaciones, esto es, a comienzos de marzo esté instalado completamente el nuevo equipo que deberá jugarse el todo por el todo para ganar un partido cuyo resultado es de difícil pronóstico.

enero 04, 2008

Lo que se nos viene encima

El inicio de un nuevo año es una buena oportunidad para visualizar el contexto en que nos situamos y proyectarnos en consecuencia. Si bien no es fácil reducir las reflexiones a una columna, al menos haremos el intento. Para ello emplearé un enfoque descendente, de arriba hacia abajo, top down. Por tanto partiré de lo mundial, luego a lo latinoamericano, para terminar en lo nacional.

El mundo parece tener a desestabilizarse, lo que implica necesariamente la búsqueda de un nuevo equilibrio. Esto vale tanto en el plano político, como económico, e incluso ecológico. El mundo monopolar que emergió con el derrumbe soviético y la hegemonía norteamericana están siendo jaqueadas, mostrando fisuras inocultables –frecuentes crisis bursátiles cada vez más agudas, emergencia de China, creciente pérdida de control sobre la producción petrolera, el desastre de la guerra en Irak-. Sin embargo, aún no hay claridad respecto de lo que viene y tampoco se puede ignorar la capacidad del capitalismo para la resurrección y adaptación a las nuevas circunstancias.

En Latinoamérica seguimos dando muestras de infantilismo político al ser incapaces de abandonar los énfasis en cuestiones fronterizas y adoptar políticas comunes y confiables en beneficio de las grandes mayorías que continúan siendo postergadas y excluidas del progreso. Los arrebatos de modernidad no son más que islas en un mar donde sigue campeando la pobreza y la marginalidad. El reciente conflicto entre Colombia y Venezuela a raíz de la frustrada liberación de los rehenes por parte de la guerrilla, no es sino un botón de muestra. Ayer fue el de Argentina con Uruguay a propósito de la instalación de una planta de celulosa, o el del gas entre Argentina y Chile, así como mañana puede serlo el de Chile con Perú a propósito de los límites marítimos, o el de Chile con Bolivia por el tema de la mediterraneidad de esta última nación.

En Chile cuesta encontrar un gobierno al cual todo se le haga tan cuesta arriba todo. Si bien Michelle ha contado a su favor una holgura financiera gracias a un precio del cobre excepcional, ella se ha visto anulada por desaguisados heredados del Transantiago, EFE, Chiledeportes que han afectado su accionar. 

Este será un año marcado por las elecciones municipales, las que precederán a las parlamentarias y presidenciales del próximo año. Si bien la derecha pareciera tener el camino despejado para concretar la alternancia, el tema no está zanjado por su suerte de debilidad congénita de la que padece: su tendencia al personalismo y una oferta que no inspira confianza. De otra manera no se explica que a pesar de la baja que las encuestas asignan a la Concertación, ella no se exprese en un aumento de la Alianza. Todo indica que se está abriendo un espacio que no está siendo satisfecho por ninguna de las fuerzas políticas dominantes.